La marcha sindicalista argentina recuperó la 'liturgia' de los tiempos del peronismo
"¡Paredón, paredón a los 'milicos' que vendieron la nación!", "¡Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar!". "¡Perón, Perón, qué grande sos, cuánto valés!", y toda la letanía ritual peronista atronó el mié coles, con bombos y tambores, las calles de la periferia sur de Buenos Aires.
Unas 10.000 personas, según el sindicato organizador, y la mitad, según la policía federal, marcharon en perfecto orden, con alegría, bailando bajo el aguacero, hasta el monumento al trabajo situado frente a la facultad de Ingeniería.Saúl Ubaldini, secretario de la CGT-República Argentina, encaramado en una camioneta, pidió un minuto de silencio en memoria del minero asesinado, el año pasado en Mendoza, en una manifesta ción similar, y culpó a la represión castrense de su muerte, hizo co rear el eslogan Pan, paz, trabajo e instó a la disolución pacífica de la marcha: "Vamos a demostrarles que no somos el aluvión zoológico que nos llaman".
Tono nacionalista
Un tono nacionalista tiñó la manifestación: banderas argentinas coreamiento del nombre de la nación, canto emocionado del himno nacional. Los nombres de Perón Evita e Isabelita, gritados hasta la saciedad, provocan todavía asombro cuando se invocan con el puño izquierdo en alto. En dos horas de manifestación, un solo recordatorio para las víctimas de la guerra secreta: "¡Que digan dónde están los desaparecidos!". Masivo despliegue preventivo de la otrora feroz infantería de policía, con Cascos de acero, que no tuvo que dar un palo al agua. En provincias se organizaron marchas aún más reducidas y que igualmente se desarrollaron sin incidentes.
El almirante Rubén Franco, jefe de la Armada, ha calificado de irresponsables e irreflexivos a los dirigentes sindicales que paralizaron el lunes el país, admitió que la situación social argentina es crítica, denunció la existencia de campañas internacionales de Prensa contra la patria y estimó que no se pueden acortar los plazos para la devolución del poder a los civiles.
Rubén Franco reveló también que la Junta Militar "sacará de las actas institucionales (documentos de proscripción) a ciertas personas que se encuentran incluidas en ellas por motivos políticos". Se supone que en un intento de contrabalancear la próxima autoamnistía militar. A su juicio, el Gobierno que salga de las urnas será de tran sición. Rubén Franco sorprendió al país hace unas semanas declarando que su arma jamás volvena a contribuir a derrocar un Gobierno constitucional.
Jorge Fontevecchia, director de la revista La Semana, cuyo último número fue secuestrado por el Gobierno y que se encontraba bajo orden de arresto, abandonó ayer el país, con dirección a Caracas, desde la Embajada venezolana en Buenos Aires, donde se encontraba asilado.
A Fontevecchia se le acusó de haber emprendido una "campaña de desestabilización" del régimen, en razón, fundamentalmente, de la publicación en el número secuestrado de La Semana de un artículo dedicado al capitán Alfredo Astiz, acusado de torturas a decenas de ciudadanos.
Curiosamente, poco antes de que su director abandonase el país, el último número de La Semana vio levantada la orden de suspensión. La decisión judicial estima que el artículo que motivó el secuestro no se refería a las fuerzas armadas en general, sino tan sólo a uno de sus miembros. Fontevecchia es hijo del presidente del grupo de Prensa Perfil, uno de los más importantes de Argentina.
Por otra parte, un grupo de familiares de desaparecidos ha denunciado por apología de crimen al general Ramón Camps, ex jefe de policía de Buenos Aires, por sus declaraciones al diario madrileño Pueblo.
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