Los militares argentinos se retiran solos, derrotados por sus propios errores.
A casi siete meses de las elecciones y a diez de la entrega del poder, Argentina se dispone a atravesar la etapa más crítica de su ya traumática transición política. La retirada militar y la acelerada reorganización de los partidos se realizan en medio de una creciente tensión social. El país soporta la crisis económica más grave de su historia y una profunda quiebra ética y moral. El reciente anuncio del general Reynaldo Bignone, en el que fijaba las elecciones para el 30 de octubre de este año y para el 30 de marzo de 1984 la entrega del poder, no es una conquista de la lucha popular: los militares argentinos se retiran solos, derrotados por sus propios errores.
La Multipartidaria, coalición que reúne a peronistas y radicales, las dos fuerzas mayoritarias de Argentina, constituida en el principal interlocutor político del Gobierno militar, sólo se limita a ocupar los espacios vacíos. El nudo del poder real en Argentina no fue desatado Los lazos de interés y hasta de sangre que unen a la oligarquía agrícola-ganadera con el partido militar no fueron cortados.La interminable sucesión de denuncias por corrupción en los ilícitos, como los denomina en un curioso eufemismo el Gobierno militar,involucran por igual al equipo del superministro Martínez de Hoz -los Chicago boys de Milton Friedman, vinculados a la Trilateral- y a los generales del proceso de reconstrucción nacional, como se llamó a sí mismo el régimen que diera el golpe de Estado contra el Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
Aunque ahora los comandantes en jefe de las fuerzas armadas que integran la actual Junta Militar -general Nicolaides, almirante Franco y brigadier Hughes- tratan de descargar parte de la responsabilidad en ellos, cada uno de los miembros del equipo económico, cuando es citado por los jueces inveitigadores, se preocupa por declarar puntualmente que "ésta era la política económica de las fuerzas armadas".
El modelo de país agrícola-ganadero diseñado por la generación terrateniente de 1890, hace ya casi cien años, permanece inalterable. Así como las inversiones británicas en Argentina pasaron de veintitrés millones a 1.955 millones de libras esterlinas entre 1875 y 1913, cuando ya Argentina absorbía más del 40% del capital británico, el mismo indicador económico podría utilizarse hoy para establecer claramente la relación de dependencia creciente por los compromisos contraídos entre esa clase dominante y los capitales norteamericanos que reemplazaron a los británicos.
Una lectura prolija de los antecedentes familiares y profesionales de los integrantes del equipo económico desde 1976 a 1982 revela cómo cada uno está ligado estrechamente a la sociedad rural organización cerrada integrada por los grandes terratenientes- e integra, al mismo tiempo, las esferas dirigentes de los grupos económicos representantes de empresas multinacionales.
Martínez de la Hoz
Tal es el caso del mismo José Alfredo Martínez de Hoz, cuyos antecesores familiares directos fueron fundadores de la Sociedad Rural -su bisabuelo fue el primer presidente y su padre también ocupó la presidencia- y es dueño de unas 800.000 hectáreas en las tierras más ricas de la llamada pampa húmeda. Por otra parte, es miembro del grupo Acindar-Bracht-Roberts, representante de las bancas Rockefeller y Morgan y de una serie de empresas multinacionales.
Una breve síntesis histórica se hace imprescindible para entender la confusa realidad política de la Argentina actual. La crisis económica y de valores generada por el proceso es tan grave y tan profunda que han quedado destrozados los esquemas clásicos con los que hasta no hace tanto tiempo se hablaba de un país siempre posible.
La movilización política de los pequeños y medianos propietarios, apoyados por las incipientes organizaciones obreras en las que se agrupaban las masas de inmigrantes a comienzos de siglo, dio origen al primer gran movimiento nacional, dirigido por la Unión Cívica Radical (UCR). La sociedad tradicional fue desalojada del Gobierno de la República en 1916, en virtud de la aplicación de la ley Sáenz Pena, que permitió, por primera vez, el voto libre, universal y secreto.
La desarticulación de la democracia fraudulenta como sistema de legitimación de la oligarquía en el poder obligó a ésta a buscar una nueva forma de imponer sus intereses frente al conjunto de la nación. Y encontró en las armas la fuerza que le negaban los votos. El golpe del 6 de septie mibre de 1930, que encabezó el general Uriburu, contra el líder histórico de la UCR, el doctor Hipólíto Yrigoyen -ocupaba la presidencia por segunda vez-, puede señalarse como el comienzo de una guerra civil. solapada que, poco a poco, fue saliendo a la luz.
Desde entonces se sucedieron veintidós presidentes, de los cuales quince fueron militares (los generales Uriburu, Justo, Rawson, Ramírez, Farrell, Perón, Lonardi, Aramburu, Onganía, Levingston, Lanusse, Videla, Viola, Galtieri y Bigrione), sin contar a los que ocuparon el cargo de modo interino, y sólo ocho fueron civiles (Ortiz, Castillo, Frondizi, Guido, Illía, Cámpora, Lastiri e Isabel Martínez). En los últimos 52 años, desde septiembre de 1930 hasta septiembre de 1982, los militares ocuparon el poder durante 36 años.
Uno de esos militares, Juan Domingo Perón, dirigió, a partir de 1945, el segundo gran pronunciamiento nacional del siglo, el que dio origen al Movimiento Nacional Justicialista, más conocido como Movimiento Peronista.
Perón, que había ocupado antes la secretaría de Trabajo, impulsó los proyectos de leyes socialistas de la época y se apoya en la Confederación General del Trabajo (CGT), que reúne a los grandes gremios. El aporte de las masas emigrantes del interior del país, que se radican en el cordón industrial del gran Buenos Aires, convirtió al peronismo en un sentimiento transmitido desde entonces de padres a hijos.
Uno de los personajes de la novela Cuarteles de invierno, del notable autor argentino Osvaldo Soriano (peronista exiliado en París), cuando es acusado de marxista, responde:
-¿Yo marxista?, Están locos. Si yo nunca me metí en política; yo siempre fui peronista.
Un sentimiento político que tuvo su origen en leyes sociales concretas -el Estatuto del Peón, la ley de Convenios Colectivos de Trabajo, la ley de Previsión Social, las leyes de Jubilaciones y Pensiones la ley de Organizaciones Profesionales, la de Sueldo Anual Complementario, de Participación en las Ganancias, de Trabajo y Descanso, etcétera-, pero que, a pesar de estimular un desarrollo industrial independiente, no logró la definición ideológica que le permitiera proyectar la reforma agraria para quebrar en la base el poder de la oligarquía.
Dictadura de derecho
En el segundo período presidencial, entre 1952 y 1955, el poder absoluto concedido a Perón convirtió al régimen en una dictadura de derecho que terminó por corromperse. La oposición fue perseguida y también los medios de difusión que no se convertían en portavoces del peronismo.
La reacción alentó el golpe militar de 1955, que concluyó con Perán en el exilio, y se abrió una nueva grieta que, con el tiempo, se convirtió en un abismo insalvable. El pacto con el peronismo consagró presidente, en 1958, al doctor Arturo Frondizi, de extracción radical.
Durante su gestión, Frondizi -hoy presidente del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID)- soportó 38 intentos de golpes militares y cayó derrocado, finalmente, en 1962. La experiencia del Gobierno radical del doctor Arturo Illía, ganador de las elecciones, con el 22% de los votos y con el peronismo proscrito, terminó igual.
En 1966, la oligarquía promovió el golpe que dio el general Onganía (hoy públicamente arrepentido de su acción), pero ya la radicalización de la izquierda peronista y marxista introdujo un fenómeno inédito en la historia política de Argentina: se inician las acciones de los grupos guerrilleros Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). La violencia y la resistencia peronista, sumadas a la progresiva decadencia económica, impulsan la legalización del justicialismo y el regreso de su líder. Perón es presidente, por tercera vez, dieciocho años después de ser derrocado.
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