Los derechos humanos en Centroamérica / y 2
Hay, sin duda, datos que permiten hablar de mejoría. Frente a los más de 12.000 asesinatos que hubo en 1981, en 1982, desde enero al 15 de noviembre, se han contabilizado 4.168 y 923 capturados y / o desaparecidos. Se ha avanzado en los juicios contra los miembros de los cuerpos de seguridad responsables de los asesinatos de las religiosas y de los asesores norteamericanos. Se ha iniciado algún saneamiento de los cuerpos de seguridad, en busca de un mayor control de los escuadrones de la muerte, y parece irse buscando un mayor control de las conexiones de la extrema derecha con el con junto de la fuerza armada. Se ha establecido una comisión de derechos humanos oficial. No ha habido asesinatos de altos dirigentes políticos y religiosos, aunque ha habido desaparecimientos de importantes líderes sindicales y capturas por "hombres fuertemente armados vestidos de civil" de quienes representaban en el interior del país al Frente Democrático Revolucionario (FDR).También es apreciable en parte del Gobierno y en parte de las fuerzas armadas un nuevo estilo, que busca ceñirse más a la ley y pretende evitar violaciones públicas de los derechos humanos.
Pero todo ello no debe oscurecer el punto central. Sigue habiendo en El Salvador una cuota intolerable de violación de los derechos humanos, y no cabe acudir a la coartada de la mejoría como si la gravedad hubiera pasado. La mejoría puede ser pretexto para la certificación Reagan, puede incluso estimarse como síntoma de que las cosas pueden entrar por otra vía, pero no constituye justificación alguna.
Resulta, en efecto, intolerable que en un año mueran asesinados más de 5.000 ciudadanos civiles indefensos -cantidad que supondría proporcionalmente en España más de 35.000 asesinados en un año-, sobre todo si han de sumarse a los más de 30.000 reconocidos por el propio embajador norteameric . ano. No se ha cambiado de esquema, y lo que puede verse es una utilización más racional del mismo, esquema intolerable. Este esquema consiste en hacer parte insustituible de la lucha contrainsurgente la represión aterrorizada del pueblo.
El término medio
Lo que ha mejorado es el cálculo: ya no es necesario asesinar a 15.000 para conseguir el efecto deseado; basta con 5.000, pero si fuera necesario aumentar la cifra, el aparato represivo está preparado para hacerlo. La realidad es más compleja de lo que aquí expongo, pero la línea fundamental es correcta. No todos los dirigentes participan en ella, pero sigue siendo una ley que impone su fuerza macabra a voluntades que no desearían seguir ese camino. En Guatemala las cosas andan mucho peor y cada vez se extreman más las medidas represivas y se hace en ellas un proceso sistemático de aniquilación. El inaceptable acercamiento a la zona de los métodos israelíes y de los máximos responsables del genocidio palestinos hace pensar lo peor.
Sólo si hubiera una subordinación absoluta y permanente de cualquier proyecto político al respeto de los derechós humanos; sólo si la violación de los derechos humanos dejara de ser parte sustancial del proyecto político-militar; sólo si comenzara el desmantelamiento sistemático del aparato represivo, podría aceptarse que se dé en realidad una mejoría. ¿Es esto posible en El Salvador?
Esto es posible si se termina con la guerra, con el estado de guerra, lo cual es hoy más factible. Y esta guerra no puede terminar por el camino de la victoria militar, sitio sólo por el camino del diálogo y de la negociación, que hoy se presentan más realistas que nunca, precisamente porque la guerra llega meses y meses sin logro alguno para la fuerza armada y porque en los meses de octubre y de noviembre el FMLN ha demostrado una inesperada potencia nueva.
Pues bien, ahora qué el FMLN ha demostrado su cada vez mayor potencia militar es cuando reitera su oferta de diálogo, presentado por dos de los seis obispos salvadoreños al Gobierno y al alto mando, y no mal recibida por éstos, ni siquiera por la Asamblea Constituyente, que congeló la propuesta de rechazar toda suerte de diálogo, tal como lo pretendía la facción más de derechas. La semilla del diálogo entre las partes involucradas en el conflicto parece haber caído esta vez en buena tierra.
Es ahora cuando deben hacerse más presentes las fuerzas intemacionales que quieren la paz y el derecho para la región centroamericana. Si Estados Unidos e Isra,el se meten en el área, es tiempo de que también se hagan presentes fuerzas que tienen real peso histórico de ella y justos intereses humanos que propiciar.
La responsabilidad de España, y de su nuevo Gobierno son grandes, porque es mucho lo que pueden hacer y porque pueden respresentar la cabeza de una presencia más amplia de naciones que busquen la paz y el desarrollo del área centroamericana. Venezuela y Colombia, junto con México, estín cada vez más cerca de la tesis del diálogo y de la cooperación; España, con otros países europeos de Gobiernos socialistas, pueden representar el término medio entre las demandas de los Gobiernos centroamericanos derechistas y las de los movimientos revolucionarios.
Con ello no harían sino contrarrestar otros influjos perniciosos y permitir a los pueblos centroamericanos el cese de la violencia, el principio de autodeterminación y la lucha contra aquella injusticia estructural que está en la raíz de todos los males, como acaba de recordarlo Juan Pablo II, que visitará Centroamérica en el próximo mes de febrero para anunciar una paz fundada en cosas como la justicia y en la libertad, en las armas del diálogo frente a las armas de la violencia.
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