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Francia plantea que la integración de España y Portugal en la CEE se realice por etapas

Soledad Gallego-Díaz

Francia mostró ayer sus verdaderas cartas en la negociación para la adhesión de España y de Portugal a la Comunidad Económica Europea (CEE): una transición por etapas en el capítulo agrícola, de forma que el paso de una a otra debe ser autorizado por por el Consejo de Ministros de la Comunidad (lo que equivale a decir que París guardaría siempre su derecho de veto) y la ampliación de los recursos propios del Mercado Común. La propuesta francesa fue acogida con irritación por el Reino Unido, que no desea ver ligados el problema de los recursos propios y el de la ampliación.El ministro francés para Asuntos Europeos, André Chandenagor, sorprendió ayer a sus colegas, los ministros de Asuntos Exteriores de los diez, reunidos en Bruselas, con una declaración formal sobre la integración de Portugal que puede suponerse está dirigida también a España. La teoría de las "dos etapas" fue sugerida en su día por Italia, pero no se encuentra recogida en el documento sobre la ampliación preparado por la Comisión Europea, que deberá ser estudiado por la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, el próximo día 3 de diciembre en Copenhague.

La oficialización de esta propuesta por parte del Gobierno francés ha resultado tanto más sorprendente cuanto que ya había sido sugerida en el comité de representantes permanentes de los diez, sin que encontrara apoyo en los países del norte de Europa. Su primer efecto, si como parece Lisboa no la admite, será la paralización de las negociaciones agrícolas con Portugal, que debían iniciarse teóricamente antes de fin de año.

La propuesta concreta es la siguiente: la integración de Portugal en lo que se refiere a frutas y legumbres -único aspecto de la agricultura lusitana que puede afectar a los agricultores franceses- pasaría por dos etapas. En la primera, el régimen comercial continuaría como hasta ahora, es decir, que Portugal (o España) no podría exportar en mejores condiciones que las actuales. A cambio, Lisboa participaría en el Consejo de Ministros y en el proceso de toma de decisiones, y recibiría su parte en las ayudas previstas por la Política Agrícola Común (PAC).

Si durante esta etapa, que podría durar cinco o seis años, se cumplen ciertos criterios objetivos (entre otros, el porcentaje de producción y la creación de asociaciones de productores), entonces, y sólo entonces, la Comisión propondría pasar a la segunda etapa, lo que requeriría la autorización del Consejo de Ministros.

La segunda etapa sería la clásica, es decir, un período de tiempo -que Chandenagor no concreta- durante el que se produciría el desarme arancelario progresivo, al mismo tiempo que una aproximación de precios.

En medios españoles se estima que París puede proponer la misma fórmula para la integración agrícola de nuestro país, lo que sería "completamente inaceptable".

Fuentes británicas, por su parte, señalaron que la intervención del ministro francés hacía predecir nuevas dificultades en el camino hacia la ampliación de la CEE. El ministro de Asuntos Exteriores británico, Francis Pym, "deploró" la declaración de Chandenagor, especialmente en cuanto se refiere al aumento del 1% del impuesto sobre el valor añadido (IVA) como condición imprescindible para llevar a cabo la ampliación.

Gran Bretaña no comparte la opinión de la Comisión Europea, recogida en el documento que será debatido en Copenhague, según la cual la CEE no tiene fondos suficientes para profundizar las políticas actuales ni, menos aún, para sufragar la entrada de dos nuevos miembros.

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