Laboriosa recuperación del teatro de Joan Brossa
Joan Brossa es uno de los poetas catalanes más importantes. Su trabajo, de una enorme perfección técnica, se ha mantenido en la vanguardia de las propuestas literarias. Existe, además, en Brossa, una considerable tarea teatral que no ha tenido la oportunidad de subir a los escenarios. Hoy, en el festival de Sitges, se presenta un montaje basado en textos de Brossa.
En Sitges, dentro de su XV Festival Internacional de Teatro, se estrena hoy el espectáculo Cavall al fons (Caballo alfondo), que es una parte de la pieza, más extensa, Ramada Brossarium, del poeta Joan Brossa y dirigido por Jordi Masalles. Joan Brossa llegó al teatro -su primer texto, El cop desert (El golpe desierto), es de 1944- un poco por juego, buscando más "la cuarta dimensión del poema" que por el hecho de escribir propiamente teatro. Los cuatro volúmenes de su teatro completo (Edicions 62, 1973-1980) constan de unas 1.700 páginas en las que se recoge la producción teatral del poeta, comprendida entre los años 1945-1964. De esta copiosa producción se han estrenado muy pocas obras, unas veinte a lo sumo, y tan sólo en cinco ocasiones en un teatro importante, como el Romea o el Palau de Barcelona. El número de representaciones ha sido, también, muy escaso.A sus 63 años, Joan Brossa, marginado por la pareja (Josep Maria Castellet y Joaquim Molas) en su más ruidosa que benemérita antología Poesía catalana del segle XX (Poesia catalana del, siglo XX, Edicions 62, 1963), es hoy, -sobre todo después de la publicación de su Poesia rasa (Edicions Ariel, 1970)- un poeta que no se discute, al contrario, se le admira -lo cual no quiere decir necesariamente que se le lea- pero cuyo teatro, esa "séptima cara del dado del poema", como dice Brossa, sigue ignorándose olímpicamente.
Uno piensa, aunque no se muestre excesivamente confiado, que espectáculos como el Brossarium, programado por el Centro Dramático de la Generalitat en su actual temporada (luego de Sitges, el espectáculo se instalará por un mes en la sala Villarroel), pueden contribuir, en parte, a resolver esa vengonzosa situación en la que se encuentra el teatro de Brossa dentro del teatro catalán en general.
Pregunta. Inicialmente, el Brossarium iba a ser dirigido por cinco directores: Pere Planella, Joan Ollé, Joan Anguera, Pepe Sanchís y Jordi Masalles, ¿cuál fue su relación con ellos?.
Respuesta. Tuvimos una entrevista antes del verano. Con anterioridad habían hablado del espectáculo. No creo que, en principio, tuviesen las ideas muy claras. Todos eran muy jóvenes y apenas conocían mi teatro. En aquella primera entrevista se acordó que el espectáculo debía ser una muestra de mi producción, fragmentos de varias obras y de géneros diferentes: un acto de una obra, un strip tease, una acción espectáculo, una conferencia... Se había propuesto incluso repetir la experiencia del itinerario antiturístico -cuando mostramos, desde la tienda El ingenio hasta las perreras del Tibidabo- enseñando la Barcelona entre bastidores, el trasfondo de la ciudad, dividiendo el espectáculo en distintos escenarios. Recuerdo que se habló de los baños de San Sebastián... Iba a ser un trabajo de equipo. Jordi Coca figuraba como coordinador. También estaba metido el pintor Perejaume. Grosso modo, me interesó el proyecto. Quedamos en que, transcurrido el verano, volveríamos a hablar del asunto. Un mes más tarde, alguien, creo que Perejaume, me dijo:"Oye, ¿ya sabes que aquello no se hace?". Pero al concluir el verano me llamaron diciendo que la cosa funcionaba, que seguía adelante. De los cinco directores quedaban tan sólo dos: Mesalles y Anguera. En cuanto a Coca y Perejaume, se habían retirado del proyecto. Mesalles me propuso entonces hacer un Brossarium compuesto por diversos fragmentos, no de los diversos géneros que yo toco en mi obra, sino de mi exclusiva producción literaria, de mi teatro literario. El proyecto me espantó. Tal vez resulte correcto y se justifique en el caso de un autor conocido -una escena de Terra baixa, otra de Mar i cel, etcétera-, pero no en el mío: la gente no conoce mi teatro, y se hubiese formado una idea muy descabellada del mismo. Además, teniendo tantas obras como tengo, ¿por qué no escoger una o varias obras enteras? El sistema de los fragmentos se justificaba en la primera idea del Brossarium, que era un puzzle sobre toda mi obra, con sus diversos géneros, pero no aquí. Luego estaba el sistema de enlazar los fragmentos, coser los retales, que no me convencía en absoluto. Comenzaban con una obra en la que, en un momento determinado, se hablaba de un incendio y, entonces, autornáticamente, enlazaban con otro incendio, de otra obra. La asociación era por temas. Al final, hablé con Mesalles -Anguera ya se había retirado del proyecto-, y quedamos en que se harían dos obras, de mi teatro literario, en una escena a la italiana.
P. ¿Escogió usted las obras?.
R. No. Yo le dije a Bonnín que puestos a recuperar el teatro catalán, como parece ser su intención, por qué no recuperaban y programaban Or i sal (Ori y sal, estrenada en el Romea, en octubre del 61, dentro del IV Festival de Teatro Latino). Or i sal tiene, dentro de mi teatro, su historia; tuvo, a raíz de su estreno, un cierto impacto. Para mí, lo ideal sería empezar con Or i sal y luego ya vendría lo demás. Y empezar con Or i sal en el Romea. ¿Por qué mi teatro se ha de hacer en el Regina, o en la Villarroel y no en el Romea?
P. Tal vez porque tienen miedo de no llenar. No olvide que para ellos usted es un autor muy minoritario. Cuando, la pasada temporada, se presentó, sin demasiado éxito, un Strindberg en el Romea, el conseller Max Callner justificó la ausencia de público diciendo que "no era un espectáculo para el Romea". Por lo visto, al teatro de Brossa le ocurre otro tanto que al de Strindberg... Y por qué en vez de Or i sal no ofrecer algún Brossa de hoy. ¿Tiene usted escrito algo recientemente, que pudiese representarse.
R. Bueno, esa es precisamente la propuesta que le hice a Borinín: que se repusiese Or i sal y se completase el programa con un espectáculo que yo escribí el pasado año para un gran ilusionista, Hausson, un artista que no está todo lo considerado que debería estar. Hausson es un excelente manipulador, se mueve muy bien, y tiene un gran dominio de la escena. El espectáculo está escrito para él y yo creo que causaría una buena impresión. Está un poco en la línea del Cirque imaginaire (Circo imaginario), en cuanto hace hincapié en la sugerencia, aunque lo mío no se queda en el humor, en el chiste visual...
P. ¿Y qué le respondió Bonnín?
R. Pues que muy bien, que tal vez más adelante... Yo, la verdad, no entiendo demasiado eso de las subvenciones al teatro. Las subvenciones deberían ser para ayudar, para potenciar un teatro que se considera estimable y que por la razón que sea se ignora. Subvencionar lo que ya se conoce, eso no tiene demasiado sentido.
P. ¿Nunca le han propuesto la creación de una cátedra Brossa en el Instituto del Teatro?
R. No.
P. Una cátedra en la que se impartiese enseñanza sobre todas las artes parateatrales, tan presentes en su obra; una cátedra que fuese ocupada, sucesivamente, por Hausson, por Christa Leem... y en la que usted hablase de su obra.
R. No, no me lo han propuesto nunca.
P. ¿Cuáles son sus proyectos?
R. La edición de los dos últimos tomos de mi Teatre Complet, que espero salgan el próximo año. En principio tenían que ser cinco pero luego vimos que había un exceso de material y serán seis. El sexto de esos tomos me interesa mucho, porque en él se reúnen mis monólogos de transformación, una serie inspirada en la técnica de Fregoli, que consiste en reducir el teatro a la mínima expresión. Una vez concluídos estos seis tomos, me gustaría coger cuatro actores, un director, y a trabajar esos monólogos. Que se llegase a crear un grupo especializado en esa técnica teatral y que su trabajo tuviese una continuidad. También es posible que escriba algo para Christa Leem. Estuve, no hace mucho, comentando con ella y con Toni, su compañero, el espectáculo -aunque el espectáculo, en sí no existe; sólo existe ella, mejor que nunca, en plena forma- de la Cúpula Venus, y Christa me propuso que le escribiese un espectáculo para ella. Es posible que lo haga. Y también hemos hablado con José Luis Gómez de montar algo mío, una muestra de mi trabajo parateatral, también con Christa...
Joan Brossa se ha marchado a Sitges, donde, como el pasado año, es jurado de uno de los premios que concede el festival. A Brossa le agrada eso del festival. "Son como unas vacaciones", dice. "Ves a gente que no ves normalmente. Y luego tienes la oportunidad de presenciar cuatro espectáculos en un día, lo cual ya tiene su atractivo, como fiesta, aunque tres de los cuatro no valgan nada". Y es que a Brossa le gusta el teatro. Por naturaleza. "Me complace, le confesaba a Jordi Coca, "toda aquella parte de tramoya y artificio que conlleva el teatro. Hay veces en que el sonido del timbre y el alzarse el telón ya vale por un acto entero".
Babelia
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