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'La plaza del Diamante' ganó el primer premio de la Semana de Cine de Barcelona

El jurado nombrado por la Generalitat eludió todas las polémicas

La Generalitat de Cataluña hizo entrega el pasado domingo de sus premios de cine, el principal de los cuales, dotado con cinco millones de pesetas, fue para La plaça del Diamant (La plaza del Diamante), dirigida por Francesc Betriu y basada en la novela de Mercé Rodoreda. La convocatoria y desarrollo de sus bases había despertado una fuerte polémica que no fue recogida en la fiesta. Tampoco se dio lectura a las consideraciones, educadamente críticas, que algunos pre-jurados habían puesto de manifiesto en sus actas. No hubo discusión del veredicto. Todos los premios fueron igualmente bien recibidos, y el hecho de que algunas personas vinculadas a ellos fueran miembros del consejo asesor de la Generalitat, el organismo que decidió el palmarés, no empañó su justicia.

No vino Sylvia Kristel. A pesar de las manifestaciones iniciales diciendo que, para dar más realce al acto de entrega de sus premios cinematográficos, vendría algún tiburón internacional, lo cierto es que no vino nadie. La Kristel pidió 10.000 dólares, con suite y acompañante, y la Generalitat hizo números y se dio cuenta de que a cambio no podría premiar ni al mejor cortometraje ni al mejor profesional.Sentado en una mesa estaba Josep Montes-Baqué, un barcelonés que en 1959 se fue a Munich para estudiar violoncello y aprendió a hacer cine. La película que ha clausurado la Semana -Concierto barroco- la ha dirigido él, intentando buscar un equivalente visual al florido lenguaje de Alejo Carpentier: "Me he basado en una buena elección de decorados y en potenciar al máximo la sensualidad de la escenografía".

Dando la espalda al gigantesco espejo que preside el Salón Imperial del Ritz, Alfredo Lucchetti hacía de entertainer. El y Anna Castells, con la ayuda de una instalación de vídeo, eran los encargados de mantener el suspense de los premios mientras la gente cenaba y se notificaban las decisiones del jurado de la Semana, más puntual y trabajador que el Consejo Asesor que debía conceder los galardones de la Generalitat. Los mejores momentos de la noche se consiguieron al proyectar fragmentos del cortometraje Retratos en el retrete que mostraban a José Sacristán intentando hacer sus necesidades ante el engalanado público que cenaba en el Ritz. A continuación se quiso emitir un trocito del documental premiado que trata sobre la pornografía. No se fue más allá de los títulos de crédito.

Era fácil adivinar que el premio cultural iba a ser para Lluís Rey: se evidenciaba en la nota explicativa de sus méritos. Este profesor, gallego de nacimiento, se ha empeñado en que sus alumnos de Santa Coloma de Gramanet aprendan catalán y cine a un tiempo.

Sobre quién iba a ser considerado el mejor profesional del año, existían dudas. Betriu, Blasi y Sílvia Munt, director, montador y protagonista, respectivamente, de La plaça del Diamant, eran los designados. Betriu era el candidato de los que creen que, hoy en día, un proyecto lo pone en marcha el director y no el productor; Blasi merecía las apuestas de quienes veían en él un candidato técnico, el único; Sílvia Munt era favorita porque por algo estos premios son el sustitutivo de una política cinematográfica. Ella, méritos aparte, garantizaba la repercusión popular del premio y ésto, en un primer año, es básico.

Mary Santpere intervino para proponer un brindis por el futuro. Su humanidad y simpatía hicieron que el parlamento fuera muy aplaudido. Montes-Baqué comentaba: "En Alemania hay 84 teatros de ópera en pleno funcionamiento, y eso es lo que sostiene una cultura musical. La cultura debe estar viva en las provincias, que son más importantes que la capital". Lo del domingo en el Ritz era rizar el rizo, convirtiendo la capital en provincia, todos contentos con las lentejuelas de Silvia Tortosa y los trajes de cuero de Marta Molins.

Mientras, el Consejo Asesor deliberaba, Alfredo Matas, uno de sus miembros, tenía dos de sus salas dentro de la terna destinada a premiar al mejor exhibidor. Y lo mismo sucedía con los cortometrajes o los distribuidores. Naturalmente, los implicados en cada caso se abstenían de votar.

Sentado al piano, Joan Pineda tocaba el tema de La plaça del Diamant, recordándonos continuamente que no había premio para la mejor banda sonora y que a Ramón Muntaner no le iba a tocar nada en la lotería. Pero sigamos con los premios. Al cine Florida se le entregaba un millón de pesetas por exhibir Som i serem, e idéntico premio merecía el Principal de Terrassa, sala que se ha distinguido por su programación en catalán.

La distribuidora elegida era Profilmar, la que tiene en su catálogo más material hablado en catalán. Així s'acava la vida i comencem a sobreviure es un cortometraje de Ferrán Llagostera producido por Teide Films, es decir, por la empresa del consejero asesor Josep Mª. Forn, un nombre con una larguísima trayectoria dentro del cine del país

Los premios especiales fueron para los responsables de Laia Films, como reconocimiento a un trabajo que, en su día, tras la República, no pudo ser valorado. Después vino la distinción estelar a La plaça del Diamant.

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