Un retrato disperso de Trueba y una historia de Cuerda
ENVIADO ESPECIAL Para su segunda película como director, Fernando Trueba ha elegido la vía documental. Fascinado con la personalidad del cantante callejero Chicho Sánchez Ferlosio, le ha seguido con sus cámaras hasta completar un recital de hora y media sobre la organización social, la droga, la cárcel, los juegos de salón, la Biblia, los políticos, la democracia... La entrevista se interrumpe de cuando en cuando para que Chicho interprete algunas de sus canciones.
Mientras el cuerpo aguante tiene un interés relativo. Puede entenderse la fascinación de Trueba por la personalidad de su invitado, pero la estructura televisiva de su reportaje no hubiera tolerado en la pequeña pantalla una duración tan extensa. Llueven palabras desordenadas sin que se entienda con claridad la meta del retrato que Trueba realiza. La dispersión en que a veces caen el montaje y el propio entrevistado, puede recordar las contradicciones o los vacíos en que también caía el protagonista de Opera prima, la película anterior de Fernando Trueba. Pero lo que allí había, a pesar de todo, de espectáculo da paso en Mientras el cuerpo aguante a una monótona descripción, a la que Trueba no ha aportado un estilo más imaginativo que el habitual en los informativos televisivos de escasa ambición; hay, sí, un curioso juego de cámaras que se filman a sí mismas, descubriendo y haciendo participar a los miembros del equipo, declarando las trampas del documental, la técnica del cine.
Un tema distinto
La crítica a la película debe dirigirse, pues, hacia el contenido de lo que Chicho Sánchez Ferlosio explica. Es un tema distinto, sobre el que, sin duda, se pronunciarán sus compañeros de generación, sus admiradores, los conocedores de sus inventos, poemas, diversiones y ternuras. El espectador que toma contacto con él sólo a través de la película puede seguir su discurso con interés- pero también preguntarse si es suficiente su filosofía para ocupar la atención, o si su biografía (que sólo se recoge en algunos datos episódicos) es realmente tan significativa de una etapa de la vida de nuestro país.
Preguntas similares pueden hacerse ante la otra película, también española, presentada en la sección oficial Pares y nones es el primer largometraje de José Luis Cuerda, trabajador habitual en programas de televisión. Siguiendo el tono de la comedia madrileña (Trueba, Colomo, Bermejo), Cuerda entrelaza a unos cuantos personajes muy preocupados por sus problemas amorosos. Treintañeros inmaduros, esos hombres y mujeres se separan y se aman tratando de encontrar no sé qué tranquilidad interior. La situaciones que Cuerda describe tienen en ocasiones un ingenioso sentido del humor, que el público reconoció con risas y aplausos. Las actrices (Virginia Mataix, Silvia Munt, Alicia Sánchez) realizan un trabajo brillante, superior al de sus compañeros (Antonio Resines y Carlos Vela).
Pero el conjunto de la película es inconsistente, menor. Responde a este nuevo género, peligrosamente prolífico, en el que unas anécdotas chistosas parecen bastar para construir una película. Género que hereda las viejas comedias de Dibildos y Masó, aunque lo hagan desde una perspectiva ideológica distinta. Tampoco opuesta. Dar tanta importancia a esos enredos amorosos, confiando en que sea el espectador quien rebusque intenciones en lo que la película sólo presenta epidérmicamente, no parece un camino auténticamente creativo. José Luis Cuerda, no obstante, cuida su película con una correcta puesta en escena, que mejora según avanza la proyección.
El festival paralelo, en sus muchas secciones, continúa proyectando películas de todo tipo (Desaparecido, de Costa-Gavras, y una breve retrospectiva de Rosellini del que se proyectan películas protagonizadas por su mujer, Ingrid Bergrnan), destacan en la programación del día.
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