El porvenir del último mono de la compañía
Después de una relativa euforia en las dos temporadas anteriores, en las que pareció agilizarse no sólo la producción, sino la comercialización de los filmes españoles, que a veces obtenía casi de botepronto -cosa insólita- distribución y exhibición, las cosas volvieron a su cauce en los últimos meses y el cine español, y pese a que ha venido manteniendo un aceptable ritmo de producción, entró en la sala de espera de tercera clase y sólo por excepción se ha exhibido dentro de plazos razonables.Hace meses este periódico publicó un reportaje optimista sobre El cine que viene. Según los sondeos, aproximados pero fiables, era inminente mucho cine español y con no malos augurios. Otros reportajes en otros medios han tenido que acudir medio año después a la misma llamada y siguen hablando del cine que viene como si tal cosa, un cine que está anunciando su venida y todavía nadie ha podido hablar de su llegada.
En San Sebastián parece que el anuncio va a dejar de ser una especulación vacía. Nueve películas de directores españoles -Manuel Gutiérrez Aragón, Pedro Almodóvar, José Luis Cuerda, Fernando Trueba, Maria Lluisa Borrás, Ana Cristina Navarro, Iñigo Botas, Enrique Bellod y Juanjo López- han sido seleccionadas, aparte de las que se incluyan en la sección de panorama del cine español, para ser exhibidas en las dos plataformas que mayor repercusión y audiencia obtienen del festival, que son la sección llamada oficial, y la dedicada a nuevos realizadores. En este sentido, el Festival llenará un hueco y cubrirá un objetivo importante en los canales habitualmente mal engrasados del lanzamiento de las películas españolas.
Salvo los dos filmes de Saura y Berlanga, también en espera reciente, que son los que menos lo necesitan y que no acuden a San Sebastián, hay que esperar para el resto de las películas lo de siempre: el acostumbrado desajuste de cronologías entre el ritmo de producción y de comercialización, por supuesto en el mercado interior, porque el otro sigue sin existir para nosotros. Que un festival como este de San Sebastián cumpla con su función es algo que con toda probabilidad no va a inmutar a los inmóviles intereses de la comercialización, para la que el cine español sigue siendo el último mono de la compañía.
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