La disputa Europa-Estados Unidos
Más allá de los conflictos de intereses, de las torpezas y de las querellas de soberanía, la actual crisis euronorteamericana refleja sobre todo una grave diferencia de filosofía sobre lo que era, sin embargo, la principal razón de ser de la Alianza Atlántica: las relaciones con la URSS.( ... ) El asunto del gasoducto tampoco es el elemento principal, porque Washington no ha ocultado su hostilidad a ese proyecto antes ya de la cumbre de Ottawa de 1981, aunque ha variado sensiblemente sus argumentos en estos últimos meses.
Desde hacía tiempo, incluyendo la época en que sus relaciones con la URSS eran buenas, los norteamericanos han considerado sus relaciones económicas con el Este como un arma política. Washington la empleaba como una amenaza para incitar al Kremlin a una conducta moderada (era la doctrina de Kissinger en los comierizos de los años setenta) o para penalizar, como es el caso ahora, a la URSS.
Estados Unidos puede permitírselo porque no es dependiente de Moscú para su aprovisionamiento energético ni tampoco por la importancia de sus créditos. ( ... )
Desde Reagan, la noción de sanciones se ha endurecido para convertirse, en el espíritu de los más duros de sus consejeros, en el instrumento de una presion estratégica a largo plazo. Richard Pipes ha declarado recientemente a la revista Newsweek que la URSS se encuentra ahora en una situación semejante a la de 1921 o 1953.
El hambre y el descontento habían amenazado entonces al régimen profundamente, hasta obligarle a imponer una nueva política. Convendría, pues, unir el armamento intensivo con un embargo económico y tecnológico riguroso, obligando a los dirigentes del Kremlin a cambiar de línea.
El cálculo no es totalmente falso, pero los europeos se niegan a unirse a esta cruzada. Su comercio con el Este, aunque limitado, no parece tan marginal desde que la crisis económica obligue precisamente a jugar sobre los márgenes para mantener el empleo y un mínimo de crecimiento. Si Alemania Occidental necesita de ese comercio para salvaguardar las conquistas de la distensión con el Este, Francia, que ha enfriado sus relaciones con la URSS, se niega también a emprender una guerra económica contra los soviéticos. Por otra parte, no es posible que los europeos se adhieran a una política americana que cambia de una presidencia a otra y, a veces, bajo un mismo presidente.
24 de julio
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