Las bases
No digo yo que las bases tengan que estar o no estar en España. No dice uno ni que sí ni que no. Uno es que mayormente no se pronuncia, o sea, que no voy a hacer una movida de ciento y pico mil personas a base de uno solo -yo-, contra las bases americanas en España. La movida, individual y sencilla, es contra la camastronería burocrática y diplomática nacional, porque los acuerdos de las bases yanquis han caducado tiempo ha, parece que se están redactando otros y, mientras, al legislador le suben un cafelito, que no acaba de subir el sumiller con el cafelito, lefle, y el embajador USA se pone o no se pone al aparato (está siempre tan ocupado y habla un inglés tan de su Estado que no hay un dios que le inalentienda), mientras todo esto y más, digo, el pueblo español, la nación española, España, ha llegado a un marasmo y relajo que no se había conocido ni con Franco: tenemos las bases sin papeles.O sea, los yanquis tienen las bases y nosotros no tenemos la papela. Eso a Franco no le pasó nunca. Con Franco éramos más otánicos, sin haber entrado en la OTAN. A Pérez-Llorca, hombre, es que le falta una póliza. El pueblo español padece en este momento, sin saberlo (mientras Jeannine Mestre da el cante de Yocasta en Mérida y García Lorca muere de mentira mala y mal hecha en el teatro, cuando le mataron tan de verdad falangista), el pueblo español padece el peligro de unas bases que pueden volar de aquí a mañana, y volarnos a todos, de modo que moriremos sin papeles, y no hay cosa más triste que un muerto sin los papeles.
Con Franco corríamos el mismo peligro cristiano/occidental (Alfonso Sastre hizo un inolvidable cuento sobre el tema), pero teníamos los papeles en orden, las pólizas en su sitio, los acuerdos firmados con el Pentágono y el presidente lke. Se ponga como se ponga Alfonso Sastre, que es un rojo, hubiéramos muerto en la legalidad.
Al pueblo español, contra lo que parezca, es que le preocupa mucho esto de los papeles, y una coplilla andaluza lo dice: "Si tendré formalidá / que fui el primero que hice / el carné de identidá". El subconsciente colectivo de Jung se expresa, a veces, por seguidillas, y que Caballero Bonald me corrija si es otro el cante. Pero que no me vengan con grilletes, que no me embaule la pasma, un respeto los maderos, que esta unimovida no es por las bases, sino por los papeles.
Iba yo, esta primavera, a hablar en Torrejón, que me habían llamado. Lo conté en esta columna, pasando un poco de pentagonales, y nunca más se supo. Es que no aplican la gramática generativa de Noam Chomsky para leerle a uno. Yo digo que las bases o los papeles. O se quitan las bases, aprovechando que los papeles se han salido de fecha, y les damos a los sargentos de Reagan un golpe a la turca, según indicativos de Robles Piquer/González Green, que lo explican hasta con pictogramas, o madruga un día Pérez-Llorca, se va al palacio de Santa Cruz, plaza de - Santa Cruz, con el cafelito ya tomado en la plaza Mayor, que si no, es que no acaban nunca de subírselo, y habla con la Casa Blanca de hombre a hombre.
Así somos la otra/la otra que a nada tiene derecho porque no lleva un anillo con una fecha por dentro. Eisenhower nos desposó con un aníllo que llevaba fecha como del 59, me parece. Eramos la legal. Ahora no, ahora somos la entretenida del Pentágono, y conste que esto no es una movida antiyanqui, sino un prurito funcionario y matrimonial de tener los papeles en regla.
Podemos morir antes de las vacaciones por unas bases que no existen, ya que no hay papel que las acredite. A mí, después que me han comido el tarro tantos años con la defensa de Occidente, la reserva espiritual, don Luis de Galinsoga y el Atlántico norte (del que sólo conozco una novela de Ignacio Aldecoa, porque cuando voy a Escandinavia me quedo en los cafés), me parece hasta razonable morir por las bases americanas en España.
Lo que no soporta mi cadáver legalista es morir por unas bases que no existen, que no están legalizadas por unos papeles, pues uno muere siempre, a fin de cuentas, por un papel. Aunque lo escriba Pérez-Llorca.
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