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"Mi trabajo ya está terminado" dijo Jaequeline Picasso ante el 'Guernica' en Madrid.

La viuda del pintor fue recibida ayer en La Zarzuela por los Reyes

La viuda de Pablo Picasso, Jacqueline Picasso, visitó ayer el Guernica por primera vez en su actual instalación del Casón del Buen Retiro. Recibida por la ministra de Cultura, Soledad Becerril, y por el director general de Bellas Artes, Alfredo Pérez de Armiñán, la suya fue una visita rápida, apenas veinte minutos de las horas que pasó en Madrid, antes de dirigirse a La Zarzuela, donde fue recibida por los Reyes. Jacqueline Picasso, que procedía de Barcelona, acompañada por el alcalde de aquella ciudad, Narcís Serra, resumió el sentido de su visita a Madrid con una sola frase, destinada a la ministra de Cultura: "Mi trabajo ya está terminado". Sin duda, se refería a la presencia del Guernica en España, y a la extraordinaria donación que la viuda de Picasso hizo el miércoles a la capital catalana, a la que entregó personalmente las 41 cerámicas que había cedido para la exposición que sobre Picasso ceramista se está celebrando en la Ciudad Condal. Estas manifestaciones coinciden con la magna exposición picassiana en el Marais de París, de la que informamos en la página siguiente.

A las doce de la mañana esperaban en el Casón del Buen Retiro, dependiente del Museo del Prado y convertido en Museo Guernica, la ministra de Cultura, Soledad Becerril, y el subdirector del Museo del Prado, Joaquín de la Puente, junto a buen número de periodistas. Las colas de gente habituales en el casón iban pasando por la puerta de ultrasonidos que defiende la obra picassiana, y las salas se iban llenando de grupos en visita guiada, niños de colegios, excursiones de americanos. En las escaleras, más gente, esperando su turno.Jacqueline Picasso no acababa de llegar. Alguien pregunta a la ministra si Jacqueline sabe ya que el Guernica tiene un agujero nuevo, aparte, dice, de las heridas de guerra. Alguien dijo que el avión que la traía de Barcelona había llegado con quince minutos de retraso. El salón del Guernica estaba lleno de gente. Nervios entre el séquito. "Habrá que, parar la entrada cuando llegue porque, si no, no va a poder ver nada". Soledad Becerril explicó que Jacqueline Picasso ha sido repetidamente invitada a venir a visitar la instalación del cuadro más popular de su marido, pero que hasta ahora se había negado a hacerlo. También dijo la ministra que la condición que había puesto Jaequeline Picasso anteanoche era que la visita fuera estrictamente privada, que no se le organizasen actos multitudinarios, y no hacer declaraciones. Cuando llegó el primer coche oficial del aeropuerto hubo un revuelo en las puertas del Casón. Y un momento de tensión: venían algunos de los que fueron a buscarla, pero no ella. Era una avanzadilla para decir que tardaría aún diez minutos. Que ya había llegado acompañada por Narcis Serra, el alcalde de Barcelona, y Ana María Gili, amiga de siempre. Que venía detrás con Alfredo Pérez de Armiñán.

Por fin llegó. La ministra bajó hasta el coche a recibirla. Es una mujer menuda, sencillamente vestida, con un aire vital y nervioso. Unas gafas de concha ocultan los ojos oscuros y grandes, calza zapatos planos y camina deprisa. Comienza la visita: primero, la sala de fotografías de Dora Maar, de obra gráfica, de algún previo. Pasa rápido hasta que entra en el gran salón donde está el Guernica.

Jacqueline Picasso mira al techo velado por los flashes, la impresionante pintura de Lucas Jordán. Ahora está debajo de la paloma con la rama de olivo en el pico, que anuncia, corno en tantos dibujos de su marido, el cese del castigo y del horror. Abajo, dentro de la urna inmensa, está el cuadro, en un contraste fascinante entre los grises dramáticos de Picasso y los colores encendidos de Lucas Jordán. Hay una luz difusa y clara. Jacqueline no puede evitar un escalofrío, aunque se ve que quiere ocultar su emoción. Habla tenuemente en francés. Pide a los fotógrafos que le dejen ver el cuadro. Lo mira. Se va acercando. Ahora está debajo de ese mundo acuoso que ha pintado Lucas Jordán. Ahora ya está delante de la urna.

"Está muy bien instalado", se le oye decir. "La luz es muy buena". La luz es, efectivamente, muy buena, mejor que la de Nueva York. Y hay más perspectiva para verlo. Es impresionante.

Apenas dos o tres minutos, cinco, ante el Guernica., Alli es donde posa para la prensa, según lo pactado. Y sigue andando deprisa. Todo el mundo un poco al trote. La sala con los bocetos y variantes del Guernica es mucho más oscura de luz, pero los dibujos tienen, muchos, color. Ella se detiene ante algunos particularmente vivos. Hace notar que esa Madre con el niño muerto tiene cabello verdadero. Es un collage de Picasso. También se detiene ante el Estudio para una cabeza llorando. Es cuando dice la frase críptica, la única que va dirigida a la ministra y, un poco, a todos nosotros: "Mi trabajo está acabado".

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