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El conflicto anglo-argentino

Muchas voces en Latinoamérica propugnan un tratado continental sin Estados Unidos

A los exportadores tradicionales de armamentos, encabezados por Estados Unidos, se han sumado en los últimos años países como Argentina, Suráfrica, Brasil e Israel, a su vez importadores de material bélico sofisticado. Desde enero de 1981 y la asunción de la Administración Reagan, el tráfico de la industria de guerra transcurre su fase más idílica.El cruento conflicto de las islas M alvinas dió el máximo relieve a la opción crucial del mundo en las postrimerías del segundo milenio cristiano: o el plano inclinado haci a la sima nuclear y neutrónica, o ese sueño mayoritario -pero desoído por cúspides de poder- que el la paz, la defensa de ese recurso no renovable que es una vida humana. Los analistas -y 5.000 millones de humanos- asisten estos días a un espectáculo sobrecogedor ofrecido por tres, hasta hace pocos días, entrañables socios occidentales. Por un lado, la manipulación inconsulta a un pueblo despojado de soberanía política sobre su estrategia nacional por el régimen militar de Buenos Aires, y por el otro, la alegre prepotencia bélica y cinismo diplomático de Washington y Londres, antiguos mentores de aquel régimen.

Antiguas y nuevas fronteras

Círculos alarmados de la elite banquera de la City londinense no ocultan sus iras contra la primera ministra Margaret Thatcher, a quien rebautizaron como La dama de hielo. "Cómo se le ocurre jugar con fuego embargando sólo 1.400 millones de dólares de activos argentinos cuando la Junta Militar nos debe 6.000 millones", increpan. Tres exponentes límites del conservadurismo del primer y tercer mundo han creado una hoguera cuya dinámica es impredecitle para la Secretaría y el Consejo de Seguridad de la ONU.

Washington parece diseñar su cuarta frontera en el Atlántico sur, cuando una sola advertencia adecuada bastaría para sosegar a su aliado británico. En 1977, la secretaría adjunta de asuntos interamericanos del Departamento de Estado enunciaba que "el mar Caribe constituye la tercera frontera de Estados Unidos". A su vez, un general de cuatro estrellas, Alexander Haig, agregaba esa nueva línea estratégica a la "primera y segunda fronteras", Canadá y México, y proclamaba que el espacio de acción de la OTAN es el mundo entero.

Periódicamente, el Pentágono concentra en el espacio caribeño a 150.000 de los 500.000 efectivos norteamericanos destinados fuera de su territorio, cuarta parte de sus ejércitos. Sus aspiraciones militares y petroleras en las Malvinas conllevan obligadamente una planificación estratégica de igual signo en el espacio austral, antiguamente pactada con Buenos Aires por la conexión castrense.

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En el plano militar específico, ninguna ofensiva contra Argentina puede tener éxito razonable sin un ataque en regla contra sus bases aéreas en el hinterland patagónico. Ello sólo provocaría una inesquivable escalada internacinal del conflicto, y estrecharía velozmente los márgenes para frenar la aceleración de los reactores de la guerra.

Altos jefes militares de Brasil, Perú y Venezuela criticaron con llamativa dureza las alianzas tradicionales con Washington y reclamaron la "inmediata revisión del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), sin la participación de Estados Unidos". Esta contundente postura pertenece al titular del comando conjunto de las fuerzas armadas de Perú, teniente general Hernán Boluarte.

El jefe del Estado Mayor de la Marina de Brasil, almirante José de Aratanha, condenó la "impunidad con que una fuerza extracontinental ingresa en aguas jurisdiccionales americanas". El límite oriental del TIAR, auspiciado por Washington en 1947, es el meridiano 20 Oeste sobre el Atlántico, y abarca al archipiélago malvino. "No podemos dejar de estar preparados para un eventual llamado de la patria", martilló el jefe naval.

El ministro de Aeronáutica de Brasil, general Delio Jardim de Mattos, resaltó que la historia enseña que la expresión aliados tradicionales es una mera Figura retórica, desprovista de cualquier significado práctico, principalmente cuando se refiere a naciones de mundos diferentes. Las alianzas exigen equilibrio de fuerzas; si no, sólo serían alineamientos automáticos, inciertos y decepcionantes".

El coro de disparos contra Washington se nutrió con la voz del ministro de Marina de Brasil, almirante Maximiano da Fonseca, quien precisó que "no deberían firmarse tratados con países que fueran mucho más poderosos". Sutilmente, deslizó que Brasil también posee el misil francés Exocet, lo que puede interpretarse como un anuncio de préstamo o de uso propio del artefacto con que Buenos Aires hundió al destructor Sheffield.

EE UU sólo defiende la OTAN

"Ahora Estados Unidos no es garantía para Latinoamérica", terciaba el general Boluarte desde Lima. "Nos hemos dado cuenta", admitió el jefe militar, "que Estados Unidos defiende sus intereses y los de la OTAN y no los de los países de América Latina". Los ministros de Defensa de Venezuela y Perú afirmaron que, en virtud del TIAR, acudirán en auxilio de Argentina "desde el primer momento en que un soldado inglés ponga un pie en territorio americano continental", o sea, si Londres ataca las bases patagónicas.

Ese espacio "no está involucrado en ninguna discusión por territorios. Se estudiará la concreción de ayuda militar, no sólo por Venezuela, sino por el resto de signatarios del TIAR", afirmó en Caracas el ministro venezolano, general Bernardo Leal Puchi. "No debe haber titubeos de ninguna clase", refrendó. El ministro de Guerra de Perú, general Luis Cisneros, destacó que "todos los países de América Latina debemos, estar en condiciones de intervenir desde el primer instante".

Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL), de la deuda externa latinoamericana de 250.000 millones de dólares, Brasil padece 72.000 millones; Venezuela, 19.000; Perú, 10.000; Argentina, 35.000, y México, 60.000 millones. Cada uno de los 370 millones de latinoamericanos y caribeños debe 648,64 dólares, mientras la mortalidad infantil se empina hacia el ciento por mil en algunas zonas, y e crecimiento en 1981 -según CEPAL- fue "el más bajo en los últimos 35 años, excepto en México, Cuba y Nicaragua, que superaron la tasa del 5%".

Mientras desaparecían en Argentina 30.000 detenidos políticos desde el golpe militar de 1976, y otros 10.000 caían ametrallados, el entonces ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, reiteraba en un latín hirsuto la máxima si vis pacem para bellum (si quieres paz prepárate para la guerra). El belicismo expreso del jefe militar -que compartía con su colega de Economía, José Martínez de Hoz.

Tal estrategia definía un "país de diez a quince millones de habitantes", la mitad de los veintiocho millones actuales, incluidos los dos millones de exiliados por el terror político y económico, "con pocos gastos y tensiones sociales y un rol exclusivo agroexportador en el nuevo diseño de la división internacional del trabajo". La oposición democrática, empero, piensa en un país de cuarenta millones de habitantes, desarrollo industrial independiente, nutridas flotas pesqueras en un Atlántico sur desmilitarizado y desnuclearizado y todo lo necesario para resguardar ese espacio de apetitos multinacionales.

Ante este cuadro general, los analistas recordaban estremecedores datos revelados por el semanario alemán Der Spiegel: en el planeta hay 50.000 cabezas nucleares listas para su disparo. "La parte del león la lleva Estados Unidos, con 34.000, unas 20.000 de ellas estacionadas en las bases de la OTAN en Europa, y las restantes en su propio territorio y en sus flotas de guerra en Asia y en los océanos Pacífico e Indico", especificaba. Dos ex vicecomandantes de la OTAN (segundos del general Haig), el alemán Gerd Schinueckle y el italiano Nino Pasti, negaban todo desequilibrio nuclear entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Estados Unidos, que jamás sufrió una conflagración mundial en su propio espacio, proponía la tesis de respuesta flexible o guerra limitada, cuyo teatro no es otro que el varias veces devastado viejo mundo.

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