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El conflicto anglo-argentino

Pesimismo en Buenos Aires sobre una solución negociada y satisfacción por el distanciamiento comunitario de Londres

La satisfacción con que se recibió ayer en Argentina la ruptura del apoyo unánime de la Comunidad Económica Europea al Reino Unido coincidió con un creciente pesimismo sobre los resultados de las conversaciones indirectas que mantienen Londres y Buenos Aires a través del secretario general de las Naciones Unidas.

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La prolongación de las sanciones económicas contra Argentina por sólo una semana, en vez del mes que pretendían los británicos, se interpreta en la capital argentina como un serio fracaso de Margaret Thatcher. La oposición de Italia e Irlanda a estas medidas y la reserva expresada por Dinamarca se consideran aquí como hechos altamente positivos.El ministro argentino de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa Méndez, declaró ayer que "Europa va comprendiendo que la causa argentina es la causa de la justicia y la paz. Se da cuenta de que no puede apoyar una acción bélica como la que está llevando a cabo Inglaterra".

Las exportaciones argentinas a los diez países comunitarios son del orden de los 1.700 millones de dólares anuales. El primer mes de embargo, decretado el pasado 17 de abril por la CEE y renovado ayer con reticencias por una semana más, no ha tenido hasta ahora efectos claramente nocivos en la ya de por sí deteriorada economía argentina.

La posición del Gobierno italiano fue especialmente celebrada en este país, que tantos vínculos de sangre tiene con Italia. Los periódicos recuerdan que muchos de los combatientes de las islas Malvinas llevan apellidos italianos y subrayan las presiones que se han ejercido sobre Roma, para que renovara el embargo, por parte del Reino Unido y Estados Unidos.

El plan británico para resolver de manera pacífica el conflicto del Atlántico sur, que fue entregado el lunes al secretario general de la ONU, no satisface aparentemente a Argentina. La respuesta oficial del Gobierno iba a ser entregada en Nueva York ayer por la noche, hora de Madrid, y el ministro Costa Méndez dijo que "quién sabe lo que puede pasar en las próximas veinticuatro horas".

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El pesimismo reina, pues, de nuevo en Buenos Aires. Una escalada bélica se da como inevitable en esta misma semana y de los altibajos de la negociación soto se espera una declaración formal del Consejo de Seguridad de la ONU reconociendo que los esfuerzos diplomáticos han sido estériles.

En medios oficiales argentinos se calificaba de "inflexible" la postura del Reino Unido, e incluso se ponía en duda una real voluntad negociadora por parte del Gobierno británico, que habría estado ganando tiempo para lanzar una ofensiva militar contra el archipiélago. La postura final argentina contenía al parecer nuevas concesiones, consideradas como el límite al que puede llegar Buenos Aires sin retrotraer la situación a la anterior al 2 de abril, fecha de la ocupación argentina de las islas.

Londres insiste en su propuesta de que en la administración temporal de las Malvinas participe el Consejo de Gobierno mixto malvinense-británico que existía antes de la intervención argentina, lo que es rechazado por Buenos Aires como un "retorno a la situación colonial".

Clima bélico

Mientras se desvanecen las esperanzas de paz en Nueva York, el clima bélico continúa creciendo en Argentina. A la dura arenga pronunciada el lunes por el almirante Jorge Anaya hay que sumar ahora las declaraciones de otro miembro de la Junta Militar gobernante, el brigadier Basilio Lami Dozo, que dijo ayer que la aviación argentina mantiene intacto su poder de fuego y que puede lanzar un ataque masivo contra la flota británica una vez que sus efectivos estén perfectamente localizados y a una distancia conveniente.

Lami Dozo añadió que "la postura argentina en las negociaciones ha sido siempre la misma, aunque quizá se hayan empleado palabras distintas". Para el comandante en jefe de la Fuerza Aérea cualquier solución que sea aceptada por Argentina tiene que estar de acuerdo con los intereses que el país viene defendiendo. "Es decir, que la bandera no será arriada".

El Estado Mayor conjunto ha desmentido que aviones argenti-nos hubiesen realizado incursiones el pasado lunes en las cercanías del portaviones británico Hermes, buque insignia de la flota expedicionaria, como habían informado el enviado especial de una cadena de televisión inglesa.

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