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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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Bable y literatura

El asturiano, como otras lenguas romances, tuvo desde la Edad Medía uso en fueros, testamentos, documentos, como se comprueba fácilmente en el Fuero de Avilés, Fuero de Campomanes, etcétera.La literatura en asturiano es, ciertamente, menos abundante y de menos calidad de lo que se desearía, pero es muchísimo mejor y extensa de lo que comúnmente se cree. Debido a su absoluta marginación en la enseñanza oficial, son muchos los asturianos que ignoran que exista siquiera una literatura en su lengua vernácula. En las zonas rurales es aún fácil escuchar de los bablehablantes que su lengua "no se puede escribir".

En el siglo XVII vive el poeta que suele iniciar todas las antologías de la poesía en lengua asturiana: Antonio González Reguera (Antán de Marirreguera), sacerdote de vida alegre, que recuerda la del celebrado arcipreste de Hita. El fue quien resultó ganador de un certamen de poesía organizado con ocasión del traslado de Mérida a Oviedo de los restos de santa Olaya, en 1639. En el concurso había poesías en latín, en griego y en castellano: el hecho de que la ganadora fuese en bable dice mucho acerca de la presencia y aceptación que entonces tenía la literatura en lengua asturiana.

Durante -el siglo XVIII, la literatura en bable adquiere un gran impulso al aparecer, en su segunda mitad, un grupo de poetas importantes y gracias también al impulso que hombres como Melchor Gaspar de Jovellanos quisieron dar a la cultura asturiana. No hay que olvidar que Jovellanos fue partidario de la creación de la academia que normalizase el bable.

Destacan en el siglo pasado las poesías frescas y bellas de Teodoro Cuesta, las composiciones de gran perfección de estilo y riqueza en el lenguaje de Juan María Acebal, quien fue llamado príncipe de los poetas bables y tenido por muchos de sus contemporáneos como poeta a la misma altura que los que entonces escribían en las otras lenguas españolas.

Es necesario destacar en este siglo a Pepín Quevedo y a José Caveda y Nava, autor de la primera antología de la poesía asturiana.

Surge el siglo XX muy prometedor para la literatura en bable. Hay poetas de gran calidad, como Pin de Pría, Marcos del Torniello, y Pachín de Melás, También hay obras en prosa, como el catecismo de 1916, obra de Luis Sánchez García, a la sazón párroco de Rales (Villaviciosa). Luis Sánchez dice en el prólogo que el catecismo está en bable para que sus feligreses entiendan mejor y con más interés la doctrina cristiana. Todo esto habla de la presencia y posibilidades del asturiano como lengua literaria y de comunicación en Asturias. La prosa en bable tuvo a veces connotaciones religiosas, como lo demuestra que en el siglo pasado se hiciese una traducción de gran calidad del Evangelio según san Mateo y de la bula Ineffabilis Deus. El traductor fue Manuel Fernández de Castro, que llegaría a ser obispo de Mondoñedo.

Entre dramáticas alternativas de auge y frustración, la literatura en bable fue manteniendo su existencia a pesar de las continuas predicciones de muerte que le hacían sus detractores, fenómeno este último que sigue ocurriendo en la actualidad. Varios factores sociológicos e históricos fueron poniendo trabas al desarrollo de la literatura en bable: la poca sensibilidad de la elite intelectual para con la cultura asturiana, la no identificación del movimiento obrero con el bable y su cultivo literario, en gran parte, por el carácter inmigrado de muchas de las masas obreras, etcétera. Particularmente acerbas eran las críticas lanzadas contra la literatura en bable por los asturianos que ocuparon puestos destacables en la literatura en lengua castellana, a los cuales parecía molestar les que se utilizase el bable para cosas diferentes de la burla aldeana y el síntoma del atraso.

Contra el pronóstico de los más optimistas, hoy la literatura asturiana tiene un extraordinario renacer. Se multiplican las publicaciones en la lengua vernácula. Aumenta la calidad de la narración, de los cuentos, de la poesía. Cada vez son más los jóvenes escritores que escogen la lengua asturiana como vehículo de expresión y de posibilidades estéticas, muy lejos ya de los vicios del pasado.

Especial mención merece el renacer de la literatura en el dialecto occidental de la lengua asturiana. Tras la obra ya clásica de J. M. Flórez en el siglo pasado, ha surgido recientemente una serie de libros na nuesa tsingua (en nuestra lengua) con gran difusión y aceptación popular. En muchos hogares del occidente astur no hay literatura castellana, pero sí libros en bable occidental.

La enseñanza del bable en la escuela, prevista en el Estatuto de Autonomía, le dará a la literatura asturiana su impulso definitivo e irreversible.

Roberto González-Quevedo, Xosé Alvarez Fernández, X. Mª Rodríguez Fernández y Antón Fuertes Rodríguez son miembros de Conceyu d'Asturies, de Madrid. Todos ellos suscriben este artículo.

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