El artista se muestra "sorprendido y emocionado"
Pablo Serrano, premio Príncipe de Asturias a las Artes, confiesa con sencillez que ha recibido la noticia con una gran emoción y sorpresa. "Emoción porque al parecer el jurado, a quien agradezco muchísimo que haya pensado en mí, ha comprendido el mensaje que he pretendido dar humanísticamente con mi escultura y sorpresa porque estas cosas, cuando uno no se presenta con un trabajo a concursar a una propuesta, siempre te coge desprevenido". La noticia le llegó a Burgos, adonde viajó ayer.El escultor no cree que éste sea un reconocimiento merecido a su labor, sino más bien un reconocimiento generoso, "demasiado generoso"; pero que él agradece profundamente por ser algo "que me cae a los 72 años y, aunque tenga fuerzas para trabajar mucho todavía, estas cosas siempre le agraden más a uno recibirlas vivo que muerto".
Pero, como todo reconocimiento proveniente de los seres humanos, "este premio nos obliga a tener una mayor severidad con nosotros mismos. Para mí el que me den cualquier premio significa algo así como remover mi conciencia y pensar: '¿qué es lo que he hecho para haberlo merecido'. Eso en principio, lo cual crea un sentido de las autocrítica que creo que todos debemos de tener; máxime los que vivimos de una vocación, tratamos de profundizar en ella y hacer las cosas cada vez mejor".
En este sentido de profundizar más en su tarea, Pablo Serrano está trabajando en la actualidad en formas inspiradas en lo popular, "que es el pan; el pan a secas, el pan partido y compartido. Pero yo extraigo de aquellas formas po pulares de panes, unas formas más bien de sentido, abstraídas de la realidad, Porque lo significativo para mí es que el pan debe ser partido y repartido. Estas formas na cieron de otras, anteriormente abstractas, que yo llamaba unidad yunque, y que viéndolas un día me dieron la sensación de que ya te nían la forma del pan".
Para Pablo Serrano esta época de su trabajo es también una propuesta para que los demás también le transmitan sus panes, su cultura. "Yo creo que el mundo ha evolucionado a través de transmitir panes, en el sentido cultural. Nos hemos seguido alimentando de la historia de la cultura, a través de todas la épocas que nos han precedido y nosotros a la vez estamos creando también este deseo de comunicarnos, que no es más que esa transmisión de panes: yo te doy el mío y tú me das el tuyo. Porque el pan en el fondo es eso: la posible comunicación y entendimiento con el otro".
Se trata, pues, de una vuelta a las raíces, a esos orígenes que a nivel humano, el escultor, que vive en Madrid, trata de encontrar en su pequeño pueblo natal de Crivillén, en Teruel. Mientras tanto sigue trabajando con ese fuego que, reconoce, sigue siempre vivo en su interior, pese a que la cáscara "como yo llamo a este cuerpo que arrastramos, que se va curvando y transformando en hombre bóveda, comienza a pesar con los años y te obliga a muchas cosas".
El premio supone un estímulo más para la gran antológica que Serrano prepara para exponer próximamente en el Museo Ermitage de Leningrado, en la URSS, donde nunca expuso un artista español vivo.
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