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Un premio para la sabiduría y el rigor

"No sólo es un excelente escritor, como poeta y como prosista, sino que además se ha caracterizado siempre como un luchador por las libertades", dijo el entonces ministro de Cultura, Iñigo Cavero, cuando, hace casi cinco meses, comunicaba públicamente la elección de Octavio Paz para el premio Cervantes 1981. Luego insistiría en su carácter de investigador del lenguaje y maestro de escritores, y también de hombre atento a su mundo, de conocedor de muchas culturas, capaz de la síntesis rigurosa como único modo de explicación de la modernidad.En este sentido, la elección de Octavio Paz cumple perfectamente los propósitos fundacionales del premio Cervantes: la consolidación de un reconocimiento oficial, bien dotado económicamente -hoy son diez millones de pesetas, una cifra muy próxima a la del Nobel de Literatura- a la obra global de un escritor de expresión castellana, de cualquiera de los países de nuestra lengua. El premio compromete directamente a la Corona española en una doble labor: la de confirmar y valorar el trabajo cultural realizado ya, y la de establecer y tutelar unos lazos culturales con los países de habla castellana que fomenten la unidad de nuestra cultura común.

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También como comprensión aglutinante del universo hispanohablante se juzgó como correcta la elección de Octavio Paz. Diplomático de carrera hasta 1968, en que, embajador de México en la India, renunció a su puesto ante la represión del entonces presidente Díaz Ordaz, su trabajo se ha dirigido hacia el conocimiento de los entornos culturales en que le ha tocado vivir, desde la cultura europea de París o Cambridge, a las peculiaridades de Japón o India. Todos los temas, el arte, la política y la historia, la antropología y sobre todo la literatura, han ocupado sus ensayos, mientras su poesía fundacional ha intentado conectar lo irracional descubierto por el surrealismo y la construcción racional posterior a Mallarmé.

Pero, sobre todo, ha sabido fundir en la comprensión de su propia cultura de orígen, la mexicana, todos los elementos que han contribuido a su diferencia fundamental, desde la cultura azteca a las aportaciones hispánicas, desde el mexicanismo moderno a la presencia de la creación occidental general.

En palabras de Ramón Xirau, tres son las principales características de la producción literaria de Octavio Paz: la lucidez de sus planteamientos, lo vasto de su cultura y la originalidad de sus puntos de vista, expresados con la categoría de un gran creador.

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