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Reportaje:

Octavio Paz: "La literatura en castellano coincide con una realidad más amplia que las naciones"

El rey don Juan Carlos le entregará el viernes el premio Cervantes

"El que me hayan concedido a mí el premio Cervantes me emociona profundamente, pero creo que en esto yo soy un accidente", dijo Octavio Paz a su llegada al aeropuerto de Madrid ayer por la mañana. "Este premio pone de manifiesto la unidad de nuestra cultura. Lo importante es que se conceda a un escritor de lengua española que no siempre es español, porque la literatura hispánica, que es una y es muchas, no coincide con las naciones, sino con una realidad más amplia". Octavio Paz, que pasado mañana recibirá de manos del Rey el premio Cervantes, en un solemne acto en la vieja Universidad de Alcalá, pasará algunas semanas en España e intervendrá en diversos actos públicos.

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Un premio para la sabiduría y el rigor

Octavio Paz es una figura especial. Todo el mundo sabe que es uno de los más brillantes, espectaculares, briosos poetas modernos de la lengua española, y también uno de los más lúcidos ensayistas de esta cultura, empeñado desde la creación y el pensamiento -que en él es siempre lenguaje ajustado y bello- en la indagación de la modernidad. En México es una institución: como decía Fernando Savater en estas mismas páginas, "hoy, en México, escribir, pensar, crear, significa siempre, de un modo u otro, afrontar a Octavio Paz". Admiraciones públicas y soterradas, críticas públicas y ocultas -más desde que centra sus intervenciones televisivas cotidianas en posiciones claramente anticomunistas- son el pan nuestro de cada día de este escritor que es tal vez el primero que ha sido capaz de asumir la cultura mexicana actual de la que él mismo es fruto privilegiado.Octavio Paz no quería hablar ayer de política, pero sí aseguró, ante una pregunta en la rápida conferencia de Prensa que dio en el aeropuerto, que no cree que el premio Cervantes "implique ningún compromiso: de ser así no lo habría aceptado". En el caso de Paz, estas palabras están cargadas de credibilidad, porque sus antecedentes son haber renunciado a una brillante carrera diplomática cuando la matanza de estudiantes de la Plaza de las Tres Culturas, en 1968; haber estado siempre del lado de las causas perdidas, desde la guerra civil española al gulag soviético, y no ponerse a favor de la corriente, con razón o sin ella, aunque a veces la corriente sea, ideológicamente, mucho más cómoda.

Una visión dialéctica de la cultura

También hubiera sido más cómodo, por ejemplo, dejarse ir por el indigenismo o ignorar las culturas originarias, interpretar su literatura desde una perspectiva nacionalista -tal vez la mexicana, con la argentina, sean las únicas que se prestan en América Latina- o desde un cosmopolitismo a ultranza. "La literatura en castellano", dice, "es una y al mismo tiempo es muchas: no creo que exista, por ejemplo, una literatura argentina o una literatura mexicana. Uno de los más notables escritores latino americanos es Valle Inclán, que es español y gallego, y seguramente, uno de los mejores prosistas sea Alfonso Reyes, que nació en México ... Las relaciones han sido contradictorias. La literatura argentina ha estado más volcada hacia el exterior, la mexicana en cambio más ensimismada. Las dos dan esa dialéctica hacia dentro y hacia afuera que se da en toda nuestra literatura..." "Con Madrid pasa algo semejante. Los escritores de América Latina han tenido un papel curioso respecto a los españoles: abrir puertas, abrir ventanas. Y ésto ha ocurrido en muchos momentos, desde Rubén Darío y el Modernismo".

Maestros confesados

El propio Octavio Paz está entre los maestros confesados por los más jóvenes de los poetas españoles considerados ya como seguros. Y lo sabe. "Yo creo", dice, "que estamos en un momento de gran acercamiento entre la literatura de España y de América, que no es el primero. Aparte del Modernismo, al final de la Monarquía y principios de la República españolas se vió claramente. Y también hacia allá: yo era adolescente y recuerdo que nos disputábamos aquellas revistas de nombres misteriosos -Sí, Unidad y cosas así-, que hacía gente como Juan Ramón Jiménez, y que eran muy difíciles de encontrar. Luego, a partir de las guerras de España y la mundial hubo una larga separación de los dos países. Ahora, de nuevo se ha establecido la comunicación, y los poetas y novelistas jóvenes españoles se leen y se conocen en México y en toda América Latina"."Quizá", dice, "esta relación está dificultada por la falta de revistas literarias. Cuando yo era joven, en España se publicaban Revista de Occidente, y Cruz y Raya, por ejemplo. En Argentina aparecía Sur, y en México Los contemporáneos... Hoy sólo existe la que yo dirijo, Vuelta. Y las revistas son la única manera que tienen los escritores de conocerse entre ellos. Habrá que reinventar un medio de conocimiento".

El, sin embargo, conoce bien a los jóvenes escritores, mexicanos y españoles. No quiere dar nombres, porque está el jet lag, el cansancio de un viaje contra el sol, y éste, como la vieja deidad viril mexicana, pide su tributo de descanso. Octavio Paz teme olvidar algún nombre, también en boom latinoamericano, pero dice: "Nuestra literatura no empezó ni terminará con ellos, pero alguno de ellos quedará". De los antiguos, Paz sí cita a Lope de Vega, Quevedo, Góngora y Cervantes. "Cervantes es tan grande", dice, después de afirmar que no cita a uno solo sobre los demás por temor a ser injusto. Señaló anoche su alegría porque el premio se lo entrega un jefe de Estado democrático, el Rey de España.

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