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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Augusto Pinochet, bajo la sombra de Franco

Al cumplirse el pasado mes el primer aniversario de la Constitución del presidente chileno, general Augusto Pinochet, el autor de este artículo expone el actual panorama de ese país andino. La nueva Constitución, que fue repudiada por los sectores democráticos, lejos de iniciar un proceso de transición hacia la democracia, ha consolidado el poder discrecional en la persona del general Pinochet y ha reducido aún más el margen de libertades. El régimen franquista, ensalzado en los primeros años de la dictadura pinochetista, produce hoy entre los gobernantes chilenos una gran angustia.

La nueva Constitución chilena del 11 de marzo de 1981, en vez de producir cambios, sirvió al aparato gobernante, basándose en la disposición transitoria 24, para restringir el derecho de reunión e información, arrestar, confinar, expulsar e impedir el retorno a su patria a quien considera oportuno.Las medidas tomadas en virtud de esta disposición, que se ha generado en la base del Gobierno, "no serán susceptibles de recurso alguno" ante los tribunales de justicia, salvo el de "reconsideración" ante la misma autoridad gubernamental que dispuso la medida.

Durante el último año hubo cerca de seiscientas detenciones por motivos políticos, veinte confinamientos a inhóspitos lugares del país, siete expulsiones fuera del territorio.

Entre los expulsados figuran significados dirigentes políticos, cuya convicción democrática escapa a toda duda: Andrés Zaldívar, Jaime Castillo, Alberto Jerez, Orlando Cantuarias y Carlos Briones.

Lo grave de todo lo anterior es que muchas de las violaciones se hacen conforme al artículo transitorio señalado, sin que exista posibilidad de recurso alguno en los tribunales de justicia. Sistemáticamente éstos se han negado a acoger recursos de amparo y protección. Se sigue comprobando el garrulismo de los jueces chilenos, para los cuales sólo importa la legalidad formal, despreciando los principios del Estado de derecho.

La subsistencia de medidas arbitrarias que violan los derechos más elementales demuestran que la situación no ha variado en nada respecto a los siete años procedentes a la nueva Constitución.

Censura previa y partidos prohibidos

Por otra parte, cabe destacar que persiste el régimen de censura previa para todo libro o publicación; se mantiene la férrea prohibición de las actividades políticas partidistas, así como también en lo que se refiere a la libertad de expresión, asociación y reunión. No existen registros electorales (que fueron quemados por el régimen militar y jamás reconstruidos), no existe Parlamento ni órgano político alguno de representación ciudadana.

El enorme poder del general Pinochet quedó de manifiesto en un discurso reciente, en el que declaró que en el país no se movía ni una sola hoja sin que él la estuviese moviendo.

Esta afirmación, que en mucho recuerda a declaraciones hechas en el pasado por dictadores africanos y caribeños hoy desaparecidos, ha sido confirmada por diversos órganos de Prensa, que en tono más discreto reconocen a Pinochet un protagonismo exclusivo en la el aboración y decisión de la política, "que los ministros se limitan a ejecutar en sus áreas específicas".

La situación descrita demuestra que con la nueva Constitución no se ha iniciado un proceso de transición y sólo ha servido para consolidar el poder personal del gobernante, provocando incluso críticas por parte de sectores de la derecha chilena que hasta ahora le apoyaban. Cabe destacar las expresiones vertidas por el ex senador y ex embajador del régimen de Pinochet Francisco Bulnes, quien ha serlalado: "Yo esperaba un período de transición menos largo que el que tenemos.

Y, sobre todo, esperaba una transición más pronunciada, que fuera verdaderamente transición. Considero que el sistema actual es la prolongación de los siete años anteriores más que la transición a un nuevo régimen"

Dos sectores enfrentados

Opiniones de este tipo han tendido a generalizarse, produciendo un enfrentamiento entre los sectores adictos al régimen que propician una democratización real y aquellos que apoyan a ultranza la actual situación.

En este contexto ha aparecido en Chile el recuerdo de Franco, y los sectores oficialistas han tendido a establecer una similitud entre el general Franco y Pinochet.

Si bien durante los primeros años de la dictadura pinochetista se ensalzó el régimen franquista, hoy día les produce una gran angustia.

Para Alfredo Alcaíno (ex alcalde designado por el Gobierno), el proceso democrático español sugiere meditar en el futuro del régimen chileno.

"Es algo", afirma, "que debemos pensar muy seriamente los que no queremos que al presidente Pinochet le pase lo que le ocurrió a Franco y que por aquella ley del péndulo le suceda un Gobierno que borre sus grandes realizaciones. Estudiar cómo impedir que la marea que venga después de este Gobierno no sea contraria es un asunto de la mayor importancia para el país".

La inexistencia de un proceso de transición y el fortalecimiento del poder de Pinochet ha generado un debilitamiento del régimen militar chileno.

Por otra parte, la incertidumbre y pérdida de confianza en su modelo económico ha producido un cambio en las expectativas de aquellos sectores que hasta hace pocos meses atrás eran fervorosos defénsores del "milagro de los chicos de Chicago".

Exitos

Los éxitos alcanzados, tales como la reducción de la inflación, el superávit fiscal, así como el de la balanza de pagos, las altas tasas de crecimiento y el nivel de reservas, han pasado a un segundo plano y dan lugar a una situación de incertidumbre y falta de fe que se ve cristalizada en las declaraciones de los dirigentes empresariales al solicitar rectificaciones en la política económica.

El "milagro económico", luego de ocho años de aplicación, no ha solucionado el problema del paro, que en este momento supera el 19% real y que se ve agravado por un desastroso sistema de subsidio; y si bien en la lucha contra la inflación el régimen militar ha tenido éxito, ello ha sido con un enorme coste social y miseria de las mayorías.

A esto se une la difícil situación de los sectores productivos, que se han visto seriamente afectados por la política de estabilización, por la apertura comercial, por la política cambiaria y por la pasividad del Estado frente a la desfavorable coyuntura económica internacional.

Sin duda alguna, hoy día Chile es un país en retroceso. En lo político, su larga tradición democrática ha sido sojuzgada por un régimen basado en la fuerza de las armas. En lo económico, luego de ocho años de aplicarse un sistema que prescinde de los factores éticos y humanos, existen menos posibilidades de trabajo, menos oportunidades para la juventud, menos oportunidades para que el empleado u obrero se ganen la vida, menos industrias, menos profesionales.

La "libertad económica" propiciada por el régimen chileno ha conducido a someter al hombre, al ciudadano, a las exigencias de los detentadores del poder económico sin control y también ha permitido la coalición de los intereses de dichos sectores con las fuerzas del Estado. Esto, fatalmente, ha conducido a la corrupción y al desprecio de las normas éticas.

Alternativas extremas ante la crisis

La nueva Constitución y la crisis económica que vive el país, sin duda ha producido el fraccionamiento de los sectores que apoyan a Pinochet.

El Gobierno chileno ha iniciado el camino de la crisis, y frente a ella tiene dos alternativas extremas: la represión o tender hacia el populismo. Frente a esto, la comunidad internacional debe mantener una actitud expectante si quiere evitar un conflicto de graves repercusiones futuras.

Estas son algunas de las conclusiones sobre el actual proceso chileno. Estoy cierto que la tradición democrática fundada en los principios del humanismo, en el respeto a los derechos humanos y en la participaclón del pueblo serán factores determinantes en la recuperación institucional y democrática a que las grandes mayorías de Chile aspiran.

Fernando Álvarez de Miranda es abogado, diputado de UCD por Palencia y ex presidente del Congreso

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