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Con las Malvinas o sin ellas

El primer jueves fueron catorce. El siguiente fueron veinte y el tercero fueron 32. Aparecían en la plaza de Mayo, de Buenos Aires, todos los jueves a las once de la mañana, y durante varias horas clamaban por la aparición de sus hijos secuestrados por los servicios de seguridad de las fuerzas armadas. El Gobierno, sorprendido por aquella novedosa y temible forma de acción, las llamó "las locas de la plaza de Mayo". Hoy son más de 2.500 en toda Argentina, y en el mundo entero se les conoce y se les respeta con el nombre de las "madres de la plaza de Mayo".El movimiento empezó sin un plan definido hace ahora cinco años exactos: el 30 de abril de 1977. Al principio, la dictadura no sabía como proceder, pero a medida que los clamores aumentaban y se fortalecían, fue aumentando también el torniquete de la represión. Las madres eran dispersadas a punta de bayoneta, las encerraban en calabozos inmundos, llenos de orines, de ratas y cucarachas, pero el jueves siguiente había en la plaza un número cada vez mayor. En cierta ocasión detuvieron a cuarenta y las hicieron pasar la noche en una celda donde había un joven muerto. El 8 de diciembre de 1977, tres madres fueron arrestadas durante una manifestación, junto con dos monjas francesas que las acompañaban, y nunca más se supo de ellas. Entonces las "madres de la plaza de Mayo" comprendieron que habían pasado del punto sin retorno, y que sólo una organización interna muy sólida y un buen respaldo mundial podían ponerlas a salvo del salvajismo de la dictadura. Fue así como se creó la Asociación de Madres de la Plaza de Mayo -el 14 de mayo de1978- que todos los jueves, a las once de la mañana, con lluvia o con sol, se manifiesta a gritos pero sin violencia frente al palacio de Gobierno, y que ahora tiene delegación que viaja por el mundo entero en busca de solidaridad. Nunca, desde su primer día, han sido recibidas por ningún funcionario de alto nivel.

En Argentina hay unos 4.000 presos políticos identificados y localizados, de 15.000 que han pasado por las cárceles desde 1972. Se calcula que en los combates hubo unos 5.000 muertos de las guerrillas. A fines de 1980, Selecciones del Readers Digest calculó que las bajas oficiales ascendían a 650. No obstante, el Gobierno argentino no dio nunca la cifra de bajas suyas en el combate de Tucumán con el ERP, que fue largo y sangriento. El general Harguindey, hablando alguna vez en términos generales, calculó que las bajas oficiales habían sido de más de un millar. El almirante Emilio Massera, que había sido miembro de la junta militar en la época más bárbara de la represión, calculó a la topa tolondra que las pérdidas totales habían sido de unos 50.000 muertos.

El número de desaparecidos es mucho más difícil de calcular, porque no se sabe a ciencia cierta cuáles están vivos y cuáles están muertos. Hay informaciones muy respetables según las cuales es imposible encontrar los cadáveres, porque la fuerza aérea argentina tenían helicópteros especiales para tirarlos a presión en el mar, de modo que nunca más salieran a flote. De acuerdo con el dato más reciente de Amnistía Internacional el número de desaparecidos asciende a 15.000. Pero las "madres de la plaza de Mayo" tienen sus estadísticas y sus métodos propios. "Nosotras llamamos desaparecidos a toda persona cuyo destino se desconoce", ha dicho su presidenta, Heber Pastor de Bonfani, en una entrevista muy esclarecedora que publicó en diciembre pasado la revista Testimonio Latinoamericano. Su sistema es lógico. Si una madre denuncia que a su hijo lo mataron. a la puerta de su casa, y que otro desapareció, se cuenta a éste como desaparecido, pero no al muerto. Sin embargo, si una miadre ha visto que a su hijo lo mataron en la puerta de su casa, pero nunca le entregaron el cadáver, entonces no lo cuentan como muerto, sino como desaparecido. Otra cosa es que las "madres de la plaza de Mayo" no consideran que esté muerto ningún desaparecido, mientras no se demuestre sin lugar a dudas. La razón, según ellas, es también muy lógica: "Hay madres cuyos hijos desparecieron, y por esas cosas extrañas que uno no se explica reaparecieron más tarde en cárceles comunes". En cuatro casos, por lo menos, las madres que fueron a visitar a los hijos reaparecidos, apenas sí lograron reconocerlos. "No dejaban ir al baño a los muchachos durante dos o tres días", ha contado una de ellas, "para que tuvieran que hacer sus necesidades encima, de modo que cuando las madres les veían los encontraban todos sucios y malolientes, encontraban seres que no eran sus hijos". Los desaparecidos no eran sólo guerrilleros activos. "El 99% de los desaparecidos no cayó en combate ni en ninguna guerra", dice una madre, "se llevaron a muchos médicos, a muchos psiquiatras, a muchos periodistas que denunciaron la represión". Unos trescientos abogados fueron muertos o encarcelados, y hasta hoy no se tiene noticias de ellos. Con las denuncias recibidas de fuentes directas, las "madres de la plaza de mayo" calculan que el número de desaparecidos es de 30.000. Esta es la cifra que maneja en la actualidad la Prensa mundial, y por ella tienen que responder las autoridades argentinas, mientras no se pruebe otra distinta.

También niños

Entre estos desaparecidos hay muchos niños de pocos años. Algunos desaparecieron junto con sus padres, otros se quedaron solos porque sus padres desaparecieron y otros fueron dados a luz en la cárcel. En 1979 se encontraron dos niños en una playa de Valparaíso, en Chile. Al parecer, habían sido llevados en automóvil por militares argentinos, y fueron dados en adopción a un matrimonio chileno. Una visitadora social que se interesó en el caso logró identificarles como los hijos de un matrimonio uruguayo que había desaparecido en Argentina. Se dice que hay militares argentinos que han adoptado niños de desaparecidos. Algunas comadronas que han atendido partos en las cárceles han pasado la información a la familia de la madre presa. Veintitrés de estos casos fueron denunciados por la fundación Habeas para defensa de los derechos humanos -de la cual soy presidente en un congreso que celebró la Unicef en México con motivo del Año Internacional del Niño. Hasta el día de hoy, Habeas no ha recibido ninguna respuesta.

La situación de los desaparecidos es tal vez la más dolorosa y grave de las realidades argentinas que el general Leopoldo Galtieri ha tratado de borrar de una sola plumada con la ocupación militar de las islas Malvinas. Estamos de acuerdo: las Malvinas son argentinas. En ese sentido, el general Galtieri no ha hecho más que poner las cosas en su puesto. Pero lo ha hecho con un acto legítimo cuya finalidad es torcida. La Corona inglesa, por su parte, al mandar una flota de cuarenta barcos de guerra con un príncipe a bordo, no ha hecho más que tratar de reparar la humillación con el ridículo. Es un acto de capa y espada que sólo se le podía ocurrir a un imperio polvoriento. Pero cualesquiera sean los resultados de esta guerra de naftalina, el general Galtieri no conseguirá impedir que el próximo jueves, a las once de la mañana, esté en la plaza de Mayo la manifestación de siempre con las madres de siempre, cuyo quinto aniversario se cumple dentro de pocos días. Estarán, como siempre, frente a la dictadura más sangrienta de este siglo en América Latina, pidiéndole las cuentas que la dictadura tendrá que rendir, tarde o temprano, y con las Malvinas o sin ellas.

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