La oposicion argentina califica de caótica la gestión militar
La gestión militar de Argentina presenta, seis años después de la toma del poder por las Fuerzas Armadas, un balance plenamente negativo. A la crisis política, que no acierta a hallar salidas válidas y aceptadas, se suma una crisis económica sin precedentes. El malestar social se expande paulatinamente, de tal modo que las organizaciones de la oposición han recuperado, pese a la represión y las prohibiciones, buena parte del poder de movilización. Las promesas de normalización política no acaban de cristalizar en una fórmula clara, mientras la acción exterior argentina sufre una parálisis y un deterioro parejos.
Al cumplirse el sexto aniversario del proceso militar argentino, la Junta de Gobierno que integran los jefes supremos de las tres armas castrenses anunció que la ley orgánica de los partidos políticos se promulgará a mediados de este año y que, a partir de entonces, comenzará la reorganización y la renovación de los partidos políticos, provinciales y nacionales, bajo la fiscalización y control de una justicia electoral dotada de competencias y atribuciones suficientes para el cumplimiento satisfactorio de su cometido.Al reseñar el pasado inmediato, la Junta Militar argentina se refirió a la dura experiencia que significó la lucha contra la guerrilla y afirmó que "el derecho a disentir tiene límites que, transgredidos imposibilitan las legítimas discrepancias de criterio en el tratamiento de asuntos públicos".
El peronismo -la primera fuerza electoral del país- dio a conocer también un comunicado, en el que se formula una de las más duras críticas que ha recibido hasta ahora el Gobierno castrense.
Tras conocerse la negativa gubernamental para que el dirigente peronista Deolindo Bittel hable por radio y televisión éste señaló, en un comunicado, que este proceso debe finalizar tras su "caótico resultado" y en medio de "un aire de inmoralidad" que advierte la opinión pública.
"No soplan vientos de libertad ni de justicia en Argentina", dijo Deolindo Bittel, para agregar a renglón seguido que las fuerzas armadas argentinas: desaprovecharon la "oportunidad histórica" de aniquilar a la subversión.
Proclama montonera
Horas antes, las emisiones del canal Argentina Televisora Color (ATC) fueron interrumpidas durante cerca de diez minutos, en los que se escuchó con nitidez una proclama de los montoneros -guerrilleros de extracción peronista y filiación marxista-. El jefe de esa organización, Mario Firmenich, prófugo de la justicia y residente desde hace varios años en el extranjero, convocó al pueblo a concurrir masivamente a la movilización sindical convocada para el día 30 en rechazo al Gobierno del general Leopoldo Galtieri.Mario Firmenich fustigó duramente al Gobierno militar y exhortó "al pueblo" a que "haga tronar el escarmiento". "Que arda Troya, si es preciso", dijo el orador, para agregar que "ya han sido dichas todas las palabras y no hay nada más que esperar".
Por su parte, la antaño poderosa Confederación General del Trabajo -CGT, central obrera- recordó en otro comunicado que en estos días se cumplen seis años del "derrocamiento del Gobierno popular", y ratificó la concentración convocada para el martes próximo en la plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede del Gobierno del general Leopoldo Galtieri.
La CGT fustigó también al Gobierno militar, a "estos hacedores de la destrucción del país", que "se autoconsíderan dueños de la verdad". La CGT "no es agitadora ni,. guerrillera", aseguraba el documento, que destacó "el valor del diálogo constructivo para el encuentro de coincidencias en la sociedad actual argentina".
Extremismos aparte, lo cierto es que a la hora del balance de estos seis años de Gobierno militar no caben los optimismos ni procede soslayar la realidad.
Corrupcíón
Los militares no han podido dar al traste con la corrupción -una constante del país-, ni resolver los problemas de un país rico, autosuficiente en energía y alimentación, la primera potencia de América Latina en energía nuclear, que camina hacia el abismo o, al menos, hacia un vacío que se abre amenazadoramente a sus pies.Los militares no han conseguido cuajar sus aspiraciones de perpetuarse a través de un partido oficialista, o de un acuerdo cívico-militar, ni han tenido la habilidad de que el cacareado diálogo con los políticos cristalizara tampoco en la conformación de un proceso transitorio coherente, previo a la vuelta a la normalidad constitucional.
Pero quizá lo peor sea la situación económico- social, caracterizada por una tremenda crisis -la más grave de la historia de Argentina- cuyos indicadores más inmediatos son la inflación galopante y devoradora, la vertiginosa caída del salario real y la depreciación de la moneda -devaluada un 500% el año pasado en relación con el dólar-, así como el desempleo, la caída de la producción industrial, el déficit fiscal, una deuda externa que sobrepasa los 30.000 millones de dólares (unos tres billones de pesetas), las quiebras de empresas y las estafas -como la cometida contra los estatales Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) con la adulteración de la gasolina.
Tampoco en el frente externo se han logrado resultados positívos en la resolución de problemas candentes, como el planteado entre Argentina y Chile desde hace un siglo por cuestiones limítrofes en el sur del continente, en la zona del canal del Beagle.
El contencioso, sometido a la mediación del Vaticano, permanece enquistado, entre otras razones por la dilación de Argentina en contestar a la última propuesta papal.
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