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La catedral de Oviedo recupera parte de su sillería gótica

Los veintiocho sillones de la Sala Capitular pasaron por un largo proceso de restauración

Veintiocho sillones de una espléndida sillería gótica del siglo XV han quedado instalados, después de un largo y laborioso proceso de restauración, en la Sala Capitular de la catedral de Oviedo, donde la Junta General del Principado de Asturias declaró, en 1808, la guerra a Napoleón.

La restauración fue realizada por los artesanos ovetenses Manuel Mariño y Luis Espino, bajo la supervisión de Dorothy y Henry Kraus, matrimonio de historiadores norteamericanos que recibió una beca para esta finalidad del Comité Conjunto Hispanonortemericano para Asistencia Educativa y Cultural. También colaboró económicamente en la restauración la Intertacional Fund For Monuments, de Washington, además de otras entidades públicas y privadas. En el acto de inauguración de la sillería estuvieron presentes los profesores Kraus, el coronel James A. Gray, presidente de la International Fund For Monuments, y los copresidentes del Comité Conjunto Hispanoamericano para Asistencia Educativa y Cultural, Serban Wallimarescu y Amaro González Mesa.Desde 1902, año en que el obispo Martínez Vigil decidió retirar todo el viejo coro de la nave central de la catedral de Oviedo, la sillería sufrió casi un siglo de interminables desastres. Una vez desmontada la magnífica decoración y desaparecidos la reja, el trascoro, órganos y púlpitos, la sillas desechadas fueron divididas en dos bloques. Las 45 superiores quedaron depositadas en la Sala Capitular de donde desaparecieron en octubre de 1934 como consecuencia de la voladura realizada con dinamita por los mineros. Se salvaron entonces 35 sillas bajas, trasladadas más tarde a la capilla de Santa Bárbara hasta que en 1950 fueron violentamente desmembradas y enviadas al claustro alto, donde cubiertas de polvo y olvido, se convirtieron en alimento de las termitas.

Cuando el matrimonio Kraus llegó a España y preguntó por la sillería de la catedral de Oviedo obtuvo como respuesta unánime, incluso de algunos historiadores, que su búsqueda resultaba inútil porque había desaparecido. La tenacidad de los Kraus les condujo de nuevo a Oviedo y se dirigieron resueltamente al deam Demetrio Cabo diciéndole que estaban convencidos de que la sillería, espléndida, según sus noticias, se encontraba en alguna parte. Demetrio Cabo les llevó aquel mismo día por unos pasadizos laberínticos hasta el claustro alto, donde les mostró el patético espectáculo de cientos de trozos de madera amontonados y cubiertos de una espesa capa de mugre.

Los Kraus viajaron el año siguiente a Oviedo, acompañados del coronel James A. Gray, quien, al contemplar aquel tesoro en trance de desaparición, prometió el apoyo de la International Fund For Monuments a los trabajos de restauración.

Según los profesores Kraus, sillerías góticas esculpidas completamente, como la de Oviedo, son muy poco romunes en España. La sillería ovetense, agrega, es de las mejores: sus baldaquinos, todos tallados de madera distinta y con habilidad exquisita, son los más bellos de España; los respaldos que constan de bustos de apóstoles y profetas, son también de la más alta calidad, lo mismo que las misericordias.

Isabel Gómez Mateo, profesora de Arte, explicó en el acto de inauguración el origen de la sillería y la significación de las figuras representadas en los respaldos y asientos. Dicha sillería, de nogal negro, fue encargada por el obispo Juan Arias del Villar a un autor desconocido de la escuela flamenca que la terminó en 1498. Las figuras reflejan una sociedad en crisis que abandona la Edad Media para entrar en el Renacimiento: un asno en el púlpito, una monja sobre un fraile, monos tocando la gaita, cerdos copulando, etcétera, que representan, según Isabel Gómez, una crítica del relajamiento de las costumbres, del carácter lujurioso, y de los vicios y pecados de la época, imputados con frecuencia por el artista a los propios clérigos.

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