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Rafael Alberti recibe durante tres días el homenaje de su pueblo gaditano

Organiza el municipio de El Puerto de Santa María

Rafael Alberti recibe, a partir de hoy y hasta el próximo domingo, el homenaje de su pueblo natal, El Puerto de Santa María, en la provincia de Cádiz. El poeta nació y se crió allí hasta los quince años. Tanto en Madrid primero, como Francia, Argentina e Italia, que le dieron cobijo durante cuarenta años de exilio, el recuerdo de sus años infantiles en El Puerto, la luz casi cegadora de la bahía de Cádiz, acompañaron al poeta de un modo tan obsesivo que Alberti lo deja plasmado en la primera parte de sus memorias, La arboleda perdida, y en gran parte de su obra poética, como si de su misma sombra se tratara.

Ahora, el pueblo de El Puerto de Santa María, su pueblo, "mi gente", le rinde un homenaje a Rafael Alberti a lo largo de tres días. Organizado por el Ayuntamiento, participan en él todas las entidades culturales y populares de El Puerto. El comité organizador está presidido por el profesor de la Universidad de Cádiz, José Luis Tejada."Se trata de festejar", dice Eduardo Pardo, del comité organizador, "el reencuentro alborozado de un hombre extraordinario con su tierra". El homenaje se compondrá de cuatro actos distintos. En primer lugar, se abrirá una exposición de pintura y obra gráfica de los más importantes artistas españoles en honor a Rafael Alberti, y toda la bibliografía del poeta.

Hoy se inician los actos de homenaje, con la recepción oficial y bienvenida por parte del alcalde de la ciudad. Alberti dará una charla a los poetas del pueblo, más de anécdotas que literaria, sobre él y la generación del 27.

Mañana un recital flamenco, la gran pasión de Alberti, con participación de cantaores de El Puerto, y un recital también de canciones populares, darán paso al gran día de homenaje; "yo pedí que la fiesta fuera en la calle", dice Albertí, "para que pudieran participar todos, y porque es donde yo me siento mejor. Yo soy un poeta en la calle".

La Avenida de los Enamorados

El domingo día 14 se inaugurará la avenida de Rafael Alberti, que antes se llamaba avenida de Los Enamorados; allí se celebrará una gran verbena popular, donde no faltarán los elementos indispensables de toda fiesta andaluza, cante y baile por sevillanas, alegría, vino fino de El Puerto y pescaíto frito. En el transcurso de la fiesta se le entregará a Alberti la Coquina de Plata. Antes, el poeta habrá hecho una representación para los niños de El Puerto de su obra La pájara pinta, y ellos le habrán correspondido recitando sus poemas. "Oye, pero explícame eso..., ¿entonces los niños españoles ya me estudian en sus libros ... ?, ¿desde tan pequeños ... ?, serán poemas fáciles, claro..¡ah!, hay una foto mía en los libros..., de cuando yo era joven..., y ¿qué le dirán los maestros de mí?".El cambio de nombre de avenida de Los Enamorados por el suyo, preocupa al poeta: "Oye, pero cambiar ese nombre tan bonito, ¡avenida de Los Enamorados, qué bonito!; ahora será avenida de Rafael Alberti..., pero me gustaría que la gente siguiera recordando el nombre antiguo..., sí,, y el mío también, los dos". Alberti dice sentirse halagado de tener una avenida en su pueblo: "Sí, me siento halagado, no lo niego, y me halaga más que me lo hagan en vida, porque es una cosa sencilla, no resulta una pedantería ni nada de eso". Al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Roma también ha decidido dedicarle una calle, un callejón en el Trastevere, donde Alberti paseó mucho durante su estancia en Roma; es un callejón precioso, se llamará Viccolo di Rafael Alberti". Quince años vivió Albertí en El Puerto de Santa María y diecisiete en Roma.

Infancia coquinera

En El Puerto de Santa María, la casa donde el poeta pasó su infancia, "una casa muy graciosa, con una azotea desde donde veía el mar", fue comprada por el Ayuntamiento y se llamará Casa de Rafael Alberti. Albergará allí toda la colección de cuadros, obra gráfica, libros, manuscritos, etcétera, que Alberti ha regalado a su ciudad natal. Por fuera de la casa irá una placa con esta leyenda: "Aquí pasó su infancia coquinera Rafael Alberti, poeta de la bahía gaditana". No fue esa la casa. donde nació, pero sí donde vivió: "Yo naci en una casa estupenda, una especie de palacete, que está habitado, y del que yo no recuerdo absolutamente nada. Después nos pasamos a esta casa de la calle de Santo Domingo, que para mí es mi casa de siempre". "Eramos los externos, los colegiales de familias burguesas ya en declive", escribe Alberti en la Arboleda perdida.

La palabra museo le parece exagerada: "No, no, yo no quiero que sea un museo, porque además no tengo material suficiente..., con la guerra lo perdí todo. Antes tenía cuadros de Vázquez Díaz, Zuloaga, tenía cuadros fantásticos y libros y manuscritos, pero todo lo perdí. ¡Todo se perdió! Sí, todavía tengo muchos libros muy interesantes, dibujos de Picasso.... pero antes tenía muchas más cosas, que ahora se las podría haber dado a El Puerto".

La relación de Alberti con El Puerto de Santa María es tan fuerte que parece como si una especie de cordón umbilical les mantuviera unidos a los dos. "Sí, exactamente, es como algo freudiano, algo edípico entre madre e hijo. Yo soy un poeta muy visual, muy andaluz en eso, muy de los ojos; cuando dibujo veo el signo muy claro, verdad, y allí hay una luz tan especial, tan fantástica que, mira, cuando después de cincuenta años volvía a El Puerto por la carretera de Jerez, todavía no había leído ningún cartel y dije 'ya estamos acercándonos'; todos me preguntaron que por qué lo sabía, y yo les dije: por la luz del cielo. Era un cielo con reverberación tan fantástica, una luz tan preciosa, tan distinta de todo lo que habíamos pasado, que sabía que sólo podía ser de la bahía de Cádiz. Bueno, pues esa luz, ese azul añil del mar, tan fantástico, tan transparente, me dejó totalmente marcado. Mi poesía es muy transparente, muy lineal, incluso cuando quiere aparecer como nebulosa, como en Sobre los ángeles, aún dentro de la confusión, yo tengo una línea muy clara. Y eso se lo debo a El Puerto".

Allí, en El Puerto de Santa María continúa existiendo un rincón en las afueras de la ciudad que se conoce con el nombre de La Arboleda Perdida. "Es la entrada de una finca, el comienzo de un camino. Cuando era niño iba muchas veces ajugar allí, era un gran retamal con flores y árboles, me divertía mucho en aquel sitio. Por eso elegí ese nombre tan bonito para mis memorias, como símbolo de la vida..., la arboleda que se va perdiendo conforme va avanzando la vida. Al cabo de cincuenta años, cuando volví a verla, la reconocí, sólo que mi pelo ya era totalmente blanco y la mayor parte de sus ramas estaban secas". Da igual, Alberti se siente siempre joven en El Puerto de Santa María, porque "sentirse joven no es ser / joven, es sólo sentir / la ilusión del amanecer".

"¿Y cuándo va usted a terminar La arboleda perdida"? "Cuando el médico me diga: señor Alberti, ya usted no está en condiciones de salir de su casa; entonces, habrá llegado el momento de sentarme a terminar mis memorias. Me dará tiempo, no te preocupes, ya te he dicho que pienso vivir hasta el año 2015. ¡Me faltan por escribir todavía tres tomos de seiscientas páginas cada uno!".

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