Los alemanes vivieron en directo el 'verano polaco'
La historia del verano polaco se pudo seguir en la RFA todas las noches desde casa, casi en directo, gracias al extraordinario trabajo del corresponsal de la primera cadena de televisión (ARD) Peter Gatter y su equipo. Desde el comienzo de la huelga, en agosto de 1981, Gatter y su gente estuvieron dentro del astillero Lenin y pudieron informar de la huelga y presentar, por primera vez, a aquel hombre de bigotes que parecía un gigante, deformaciones de la televisión, pero que es pequeñito, Lech Walesa. Su figura aparecía acrecentada a los ojos del telespectador, atónito por la marcha de los acontecimientos.Al lado de Gatter estuvo su mujer, Jule Gatter-Klenk, que hizo buena parte del trabajo periodístico y recogió luego sus recuerdos de aquellos días en el libro Quizá de rodillas, pero adelante (conversaciones con Lech Walesa), un libro apresurado y testimonial, un reportaje periodístico para conocer mejor lo ocurrido aquellos días, desde dentro.
Jule Gatter-Klenk no se limitó a escribir un libro, sino que fue la promotora de una idea increíble: la escenificación de la huelga del Báltico en unas cocheras de tranvías de la ciudad de Colonia. La obra teatral se representó una sola vez, fue grabada por la televisión y transmitida en diferido.
Otro libro interesante es el editado por el semanario Der Spiegel, en una colección de libros de bolsillo Polonia, Estado a la sombra de la Unión Soviética, escrito por Adam Zagajewski, un poeta, novelista y ensayista polaco, que consigue en su trabajo aportar una óptica propia, desde dentro de Polonia, que ayuda a comprender mejor al país y sus contradicciones. El periodista Heinrich Jaenicke publicó, editado por la revista Stern, Polonia, soñadores, héroes, víctimas. El libro de Jaenecke, que ya escribió otro del mismo estilo sobre la guerra civil española, es una aproximación brillante y fácilmente comprensible a la complicada historia de Polonia. La edición está también muy cuidada, con excelentes documentos fotográficos.
La crisis de Polonia provocó que la televisión alemana pasase gran cantidad de películas de autores polacos. El hombre de mármol y El hombre de hierro, de Andrzej Wajda, despertaron gran interés. Los telespectadores alemanes pudieron comprobar que de la genialidad al bodrio sólo hay unos meses, el período transcurrido desde la sensacional Hombre de hierro, a esa fotonovela filmada Hombre de mármol. De este director de cine está ofreciendo televisión española los lunes la película La tierra de la gran promesa.
El golpe militar en Polonia despertó las consabidas declaraciones de solidaridad. El premio Nobel de Literatura Heinrich Böll intervino en una conferencia de Prensa en Bonn para reclamar el derecho a "inmiscuirse en los asuntos internos" de Polonia, cuando están en juego la vida y la integridad fisica de las personas. Böll es amigo personal del famoso disidente Adam Michnik, y el novelista se comprometió con duras palabras críticas contra el golpe militar. Böll y su amigo, el exiliado escritor ruso Lew Kopelew, junto con otros escritores, volvieron a escribir recientemente una carta, para pedir el fin de la situación de estado de guerra en Polonia. Un grupo de cineastas, entre ellos Volker Schlöndorff, Alexander Kluge y Fassbinder, realizan actualmente una película colectiva de tipo documental sobre el tema de la paz. Los cineastas alemanes escribieron al director polaco Wajda, para que contribuya con una aportación suya al trabajo colectivo, pero hasta ahora no han tenido respuesta. Claro que el correo polaco todavía está censurado y bajo la ley marcial.
El fantasma de Polonia flotó continuamente sobre uno de los encuentros intelectuales más fascinantes de los últimos tiempos: la reunión de escritores alemanes del Este y el Oeste precisamente el mismo domingo en que se declaró el estado de guerra en Polonia. En aquella increíble reunión, insólita por el lugar, en un hotel de Berlín Este, se pronunciaron duras palabras de condena contra el imperialismo de un lado y de otro. Un hombre especialmente vinculado a Polonia, el escritor Günter Grass, que nació en la entonces llamada Danzing (hoy Gdansk), donde se desarrolla su novela El tambor de hojalata, encontró palabras fuertes para condenar las bombas, de un lado o de otro.
Babelia
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