La comunidad artística polaca piensa en la subversión con sigilo
La elección de un Papa polaco y la concesión del premio Nobel de Literatura a un escritor polaco exiliado en Estados Unidos, son hechos de repercusión y controversia mundiales que coincidieron, en el tiempo, con el comienzo de la primavera de Varsovia y, la consolidación del sindicato Solidaridad. El tema polaco ha sido motivo de debate, por tanto, en tres campos: el religioso, donde el antiguo, cardenal de Cracovia introdujo formas de comportamiento desconocidas hasta entonces en el Vaticano; el cultural, porque la promoción de Czeslaw Milosz, el Nobel desconocido, obedecía más a influencias derivadas del contexto de la política internacional que a motivos de estricta creación artística; y el político, porque el sindicato de Lech Walesa se aparecía envuelto en múltiples nebulosas para los sectores de izquierda. En este contexto hay que situar determinadas respuestas contra el proceso polaco y el hecho de que esta tibieza u hostilizad se tornara en apoyo a partir del golpe contra la liberalización del sistema polaco. Se repetía la historia de la Primavera de Praga, en 1.968, en el mundo de la cultura occidental y, en especial, entre los intelectuales de izquierdas, recelosos ante las manipulaciones que puedan condicionar este tipo movimientos liberadores. En el caso concreto del tema polaco, esta es la desigual respuesta del mundo de la cultura en las dos Alemanias, en Bélgica, en París y en Estados Unidos.Algunos, cuando oyen mencionar la palabra cultura, pueden sentir la tentación de disparar sus pistolas pero el Gobierno. militar de Polonia delibera todavía si el martillo o el plumero son los instrumentos más adecuados para tratar con los inquietos actores, escritores y artistas del país. ¿Debe permitirse a la comunidad cultural polaca conservar su tradicional independencia, aunque esto signifique llevar a cabo un trabajo de crítica política? ¿O debe hundírsela antes de que se les escape de las manos?.El resultado de esta vacilación es la incertidumbre correspondiente entre la comunidad artística. La primera respuesta instintiva fue condenar la ley marcial: la última petición pública fue firmada por 120 escritores y artistas, incluyendo Andrzej Wajda, el director cinematográfico autor de filmes como El hombre de marol y El hombre de acero, que describen las raíces de la protesta popular en la Polonia de la posguerra.
Muchos actores afirman que han dejado el partido y que practican un boicoteo informal, limitando sus aspiraciones en la televisión. Pero como las semanas de la ley marcial se convierten en meses, la comunidad cultural se ha dado cuenta de que es necesario una actitud menos directa: la subversión en sigilo.
Este punto de vista ha sido reforzado por el reciente discurso del general Jaruzelski, cuya breve mención de los asuntos culturales acentuó la necesidad de aproximar el arte al pueblo. Esta puede ser una noticia perturbadora para los pintores abstractos; pero los pintores figurativos, los directores de cine y los escritores podrían moldear esta concepción demasiado elástica y ambigua para sus propios fines. Nadie cree seriamente que el general espera abrir una nueva era del realismo socialista.
La incertidumbre existe, sin embargo, y las artes son las más vulnerables porque los actores y directores de teatro y de cine han sido los más politizados en los dos últimos años: la mayoría de ellos fueron miembros de Solidaridad o simpatizantes.
Los actores y Wajda fueron los que estuvieron presentes en los juicios de los activistas de Solidaridad. Los actores ayudaron a la Iglesia en las operaciones de ayuda para los internados. Algunos cínicos dicen que existe un internamiento chic, y algún técnico cinematográfico que conozco ha expresado su pesar de no haber sido detenido con sus amigos, un sentimiento de pesar que refleja la creencia de que los intelectuales son bien tratados.
Ahora los directores pueden asumir pocos riesgos. Una observación ofensiva o políticamente ambigua puede significar el fin de una producción antes de que comience. Así, el director de la obra de Mrozek's titulada Policya, sobre la libertad política, tuvo que cambiar en farsa lo que era una sátira para que fuese permitida por las autoridades.
Aún así, nueve obras han sido retiradas (tal vez sólo temporalmente) del repertorio de Varsovia. Algunas películas han sido congeladas. Así, por ejemplo, una película protagonizada por Krystina Janda (la heroína de los filmes de Wajda), llamada La interrogación, ha sido suspendida.
Wajda, la llave de la resistencia
La llave de la resistencia artística a la ley marcial es Wajda, probablemente el artista polaco más conocido internacionalmente y respetado. Wajda sabe que la comunidad espera mucho de él, y esto explica que sea más renuente a firmar peticiones o a hacer campañas contra los internamientos.
Se considera, ante todo y sobre todo, como un director de películas que ha tratado temas políticos en el pasado. Si se convirtiera en un activista político, perdería toda posibilidad de hacer películas porque quiere vivir y trabajar en Polonia. Por esta razón Wajda ha sido extremadamente prudente y hasta ha rehusado hablar con occidentales en Polonia.
Sin una figura central que los agrupe, la comunidad artística, sin duda, hará lo que pueda dentro de los límites del sistema y esperando una disminución de la tensión. A algunos músicos y bailarines les ha sido permitido viajar a Occidente. Esta noticia ha sido acogida con alivio, porque los controles de pasaportes son muy severos y las deserciones constituyen una posibilidad real.
Pero el problema más importante es cómo el Gobierno militar y el partido orientarán su política en el futuro hacia la comunidad cultural.
Babelia
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