Lina Morgan estrena "¡Vaya par de gemelas!"
Con una Lina Morgan arrolladora al frente del reparto, se ha estrenado en el madrileño teatro de la Latina la revista titulada ¡Vaya par de gemelas!, dirigida por Víctor Andrés Catena, con libro de M. Baz y música de Gregorio G. Segura. Los actores Tito Medrano, Amelia Aparicio, Anne Marie Roser, Berto Navarro, Antonio Ozores y Ricardo Vallson los restantes artífices de la representación, al lado del proverbial ballet dirigido por Alberto Fuertes, dentro de una escenografía concebida por W. Burman.La obra, como es de ley en el enero revisteril, posee un esqueleto argumental elaborado a partir de frases veniales y sencillas melodías. No importa tanto la trama como la manera de sacarle el máximo partido a las anécdotas menudas. Lina Morgan y sus acompañantes son irreprochables, tanto en el desarrollo del enredo como en los números musicales, resueltos estos últimos con eleoancia y gracia.
El éxito en la noche del estreno fue clamoroso. De Fraga Iribarne a Tierno Galván, pasando por Sara Montiel, todo el mundo se deshizo en aplausos. Frente a tanto espectáculo zafio y pretencioso, Lina Morgan reinventa la picardía y la naturalidad con una revista absolutamente impecable.
Crea Lina Morgan tal cantidad y calidad de muecas, andares, tonos y miradas que ella sola se basta y sobra para forjar un carnaval completo, donde no faltan deslices, guiños, arañazos, caricias, saltos mortales sin red, luces y sombras. Su portentosa hibridez no desencadena tibia perplejidad ni rodeos desconfiados. Es un desafío resuelto en sortilegio. Y, nada más pisar el escenario, el público se dispara, se queda hipnotizado ante su presencia, teme, entre carcajadas incontenibles, que el telón le sepulte ese prodigio. Es de lo que no hay. Es una bestia escénica, disparatada y tierna.
No necesita esta actriz ni armaduras ni máscaras para provocar la algazara. Ella se las arregla para ir de lo esperpéntico a lo lírico sin más ayuda que la del talento; un talento con poso de una trayectoria espinosa, ahora disimulada mediante el diseño eficaz de traviesas espirales, semicírculos tronchantes, rotaciones de insecto y humillo vengativo en los labios de pato encandilado.
Y va y lo hace. Y bien
Da un poco lo mismo que Lina Morgan mueva la lengua y los pies en favor de una patizamba beata que en provecho de una hermana pasota; que descienda las escaleras en plan reina o se marque un tango de antología bajo el palio de una gran peineta, que descubra el amor en un banco público o le ponga sal cantarina a Madrid; que hable literalmente por los codos o escuche boquiabierta las gansadas surrealistas de Ozores. Es decir, que ella puede convertir los relojes en caracoles y el mijo en pasamontañas. Y va y lo hace, sin que se le caigan los anillos.Todo esto se sabe acerca de Lina Morgan. Todo quisque sospecha que ella es la intérprete más dotada del teatro español. Pero nadie lo dice. ¿Por qué? Porque cultiva un género supuestamente menor. Sin embargo, basta con contemplarla en ¡Vaya par de gemelas! para darse cuenta de que ella abrasa el qué y se queda con el cómo. En esa pirueta insólita radica su grandeza.
Babelia
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