Las regiones pobres ya no financian el desarrollo de las ricas
Desde el punto de vista del crédito, las regiones pobres, como Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, ya no financian el hierro vasco ni los paños catalanes. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio realizado por cuatro profesores universitarios sobre la distribución provincial, durante la década de los setenta, de los depósitos e inversiones de la banca, cajas de ahorro y entidades oficiales de crédito.
El trabajo, de inminente publicación, ocupa medio millar de páginas y ha merecido una de las becas de investigación de Rumasa 1980. Su principal novedad es que los autores -Luis Rodríguez Saiz, Javier Martín Pliego, José Alberto Parejo Gámir y Gustavo López Díaz- pueden contribuir a romper en España uno de los tópicos económicos más extendidos: que las regiones pobres financian a las ricas, dibujando círculos viciosos de la pobreza, definidos teóricamente por Ragnar Nurkse y ampliados y expuestos por el Nobel de Economía Gunnar Myrdal.A la vista principalmente de los datos sobre reparto de los depósitos y créditos en la pasada década (ver cuadro adjunto), los investigadores señalan que, por lo menos en España, dicho proceso ha tenido una evolución algo diferente. No descartan, sin embargo, que en una primera etapa se registrara el famoso círculo vicioso. Ni tampoco niegan que todavía hoy las regiones pobres prestan sus hombres a las otras, siendo quizá globalmente excedentarias en aspectos sociales y económicos.
Fin del círculo vicioso de la pobreza
Pero los resultados del estudio sí desmienten que el ahorro andaluz, extremeño y gallego sustenten industrias como las vascas y catalanas. E indirectamente que, como dijo Myrdal, el sistema bancario tienda a transformarse en un instrumento absorbente del ahorro de las regiones pobres hacia las más ricas y progresistas, en donde los rendimientos del capital son más altos y seguros.Los citados profesores españoles constatan cómo Barcelona y Madrid, cuyas capitalidades industrial y geográfica han englobado los dos núcleos bancarios más importantes del país, al atraer un mayor volumen de recursos (por la población y la localización de organismos y sedes financieras y empresariales), se han constituido en las principales regiones cedentes. Galicia, Aragón, País Vasco y Castilla-León han proporcionado, en algunos de los años considerados, recursos a otras regiones, si bien con otras motivaciones y con menor intensidad que las dos capitales financieras.
El efecto capitalidad es en Madrid sorprendente. La banca privada concede en esta provincia la tercera parte del crédito nacional, pero sólo absorbe para sus necesidades un 14%, lo que la convierte en principal abastecedora de las regiones deficitarias. Igualmente ha concedido entre el 14% y 29%, del crédito oficial, según los años.
Del análisis global de las cifras parece desprenderse que durante la década empezó un proceso convergente. Las regiones excedentarias en ahorro no invertido, como las deficitarias de recursos para la financiación de sus proyectos, presentan trayectorias tendentes a situarse en zonas más próximas de autoequilibrio, si es que ya algunas en 1979 no están cercanas.
Claro que se parte de fuertes desequilibrios. Entre Madrid, Barcelona y Bilbao concentran la mayoría del dinero de ahorradores y prestatarios. A nivel regional, los tres núcleos administraron el 65,29% del crédito bancario, que es el componente más importante del sistema. El comportamiento crediticio de las cajas de ahorro refleja mayor vocación regional, si bien se contabiliza por federaciones y el análisis es más difícil.
Algunas de las características más relevantes de las disparidades regionales en el reparto del crédito y del ahorro son:
- Andalucía: Es curiosamente la que más cuestiona el tópico (aunque quizá sea donde ha adquirido mayor divulgación), pues tiene una posición netamente deudora. LLegó a recibir un 12,22% de los créditos en 1975, cifra que desciende después paulatinamente; por el contrario, su representación en los depósitos, creciente, se quedó en 1979 en el 9,26%. El crédito se dirige fundamentalmente a las provincias punteras (Sevilla, Cádiz y Málaga), aunque en términos relativos Huelva absorbe gran cantidad de recursos, con su importante polo químico.
- Aragón: En 1970 y de 1975 a 1979 fue cedente de recursos, pero siempre ha tendido a aproximarse al equilibrio. Lógicamente, Zaragoza es la provincia de mayor peso, y la que responsable del signo excedente, en unión de Teruel.
- Asturias: La vocación minero siderometalúrgica del Principado ha atraído un importante volumen de inversión (menos de 2,5% de participación en el ahorro nacional y cerca de un 4% en el crédito), pero la crisis internacional siderúrgica ha reducido sus necesidades financieras en los últimos años.
- Baleares: Sus connotaciones turísticas han atraído continuos recursos para construcción. No obstante, en los últimos años muestra capacidad de autogenerar la financiación necesaria.
- Cantabria: La actividad crediticia ha tendido aquí a decrecer, llevando a una convergencia hacia posiciones de menor desequilibrio.
- Castilla-León: Hasta los dos últimos años estudiados mostró equilibrio entre ahorro y crédito (7% de participación sobre el total). Luego se colocó en posición acreedora. Aunque con unas zonas industriales emergentes (Valladolid, Burgos, Palencia), se ha caracterizado por su actividad agraria, dirigida fundamentalmente al secano y con grandes extensiones de superficie agrícola útil. Unido a su menor tasa de emigración en los últimos años, todo se ha traducido en demanda de crédito para financiar inversiones, siempre cercanas a los recursos generados por el ahorro.
- Castilla-La Mancha: La mayor intensidad del regadío, la menor actividad industrial y la pérdida de trabajo por las migraciones han motivado necesidades crediticias superiores a sus posibilidades financieras.
- Cataluña: Muestra, cierta reducción en la exportación de sus recursos. Responsable del superávit es Barcelona, que no solamente ha captado recursos para trasladarlos a otras regiones, sino que, en su actividad intrarregional, ha posibilitado los desarrollos industriales de las provincias con las que constituye región, sobre todo Tarragona.
- Extremadura: Esta región deprimida ha tomado de otras los recursos que le faltaban para sus necesidades inversoras (tiene un 1,5% del ahorro y un 1,7% del crédito), pero últimamente muestra cierta adecuación a posiciones menos deficitarias.
- Galicia: El tópico de que los gallegos ahorraban para que se beneficiaran de sus esfuerzos otras regiones ha sido sólo cierto hasta 1977. Si su participación en los depósitos ha ido creciendo, más rápidamente lo han hecho las necesidades financieras. Las zonas industriales de La Coruña y Pontevedra-Vigo han empezado a reclamar mayores recursos para financiar su desarrollo.
- Madrid: La participación de la provincia en el volumen de crédito revela tendencias ascendentes. Sin embargo, los depósitos han descendido de manera notoria, sobre todo a partir de 1975, ano en que se empieza a notar la puesta en práctica del Plan Barrera de expansión bancaria de 1974. Pero Madrid, con la quinta parte de todo el ahorro nacional, sigue siendo el principal suministrador de fondos para las regiones deficitarias con necesidades de inversión.
- Murcia: La creación y mejora de plantaciones en su estructura típicamente agraria han atraído recursos, pues el ahorro generado resulta insuficiente, pese a su emergencia.
- Navarra: Se ha situado en zonas próximas al equilibrio. Cercana a la influencia industrial vascongada y con espacios de gran productividad agraria, ha sido estable en la generación de ahorro y en la actividad inversora, si bien en el último año parece dinamizarse en la captación de fondos financieros.
- Valencia: Su creciente actividad productiva ha relanzado continuamente la renta regional y, por consiguiente, el ahorro. Con una horticultura pujante, una industria consolidada y una actividad turística que refuerza al resto de los servicios, la región levantina ha sido y es foco creciente de generación de producto y riqueza.
- País Vasco: Ha presentado en la década un movimiento basculante próximo al equilibrio. En los cuatro primeros años recibe algo más de lo que ahorra, para después pasar a posiciones cedentes no muy importantes, que luego son anuladas. Causas: la crisis siderometarlúrgica, el proceso de transformación política, la crisis económica española y la atonía inversora originada por las especiales circunstancias sociopolíticas vascongadas, que han generado huida del ahorro a otras zonas más discretas y seguras, según los autores del trabajo.
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