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La angustia de Schmidt

No hay un país occidental que espere con tanta ansia como Alemania Occidental los resultados de la reunión de Haig con Gromiko. Razones de política interna y exterior contribuyen a que este encuentro sea decisivo para el destino del Gobierno alemán. ( ... )El retorno a la política de distensión es esencial para la República Federal de Alernania. Si el peligro de conflicto se aleja, podrá reducir gastos milítares e incorporarse más activamente a la vida del este europeo, manteniendo viva la esperanza de una reunificación. ( ... )

Pero el problema es también de política interior. La opinión pública alemana no soportaría un retorno a la guerra fría: la ola pacifista que invade este país es el signo de un cambio en el estado de ánímo popular, que se manifiesta también en el seno de la coalición de Gobieno y dentro del Partido Socialdemócrata (SPD) (también Polonia es un motivo de discrepancias; unas declaraciones de Brandt, en las que criticaba a Solidaridad, han provocado en Bonn vivas polémicas). Solamente la reactivación de la distensión, aligerando los compromisos derivados de la Alianza Atlántica, podría soldar la fisura entre Schrnidt y la izquierda de su partido.

En esta diricil situación, el canciller debe moverse con extremada cautela, tratando de no disgustar a Estados Unidos con una política excesivamente distensiva, ni a la Unión Soviética con manifestaciones demasiado filoatlánticas. ( ... ) Es una posición dificil de sostener; cada intento de Schmidt para situarse a la izquierda, atenuando su atlantismo o criticando ciertas actitudes de Reagan, provoca la crítica de los americanos, mientras que toda reafirmación de fidelidad atlántica, como la del jueves pasado en el Bundestag, suscita la reprobación soviética. Esto explica el carácter pendular de la política exterior alemana.

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Se ha hablado mucho, por ejemplo, de la opción cero, según la cual Europa podría renunciar a instalar nuevos misiles si la URSS se comprometiese a desmantelar los suyos. La idea, formulada por vez primera por Brandt después de su encuentro con Breznev, ha sido rechazada por los americanos, que afirman que Moscú no renunciará nunca a sus misiles sin la amenaza de los europeos; pero debido a la insistencia de Bonn, el secretario de Estado, Haig, ha admitido que, en condiciones ideales, la propuesta podría ser tomada en consideración.

23 de septiembre

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