Judíos, moros y mejillones
Sólo quienes no han estudiado Historia de España, o la han estudiado en la Dragontea, pueden paralelizar el caso de la colza con el de los mejillones. Lo de la colza es una de las siete plagas de Egipto (no somos más que unos egipcios sin refinar, aquí en España, que apedrean a los gatos en vez de encofrarlos en oro y divinidad). Lo de los mejillones es una invasión.Iberos, celtas, celtíberos. Cada oleada sucesiva de invasores, con su portafolios del Opus Dei, que, ahora, la moral financiera dominante está comprando hasta las revistas del pornodesnudo, o sea las revistas del mejillón. Fenicios, griegos, cartagineses. Los judíos fenicios nos enseñan el cultivo de la vid adulterada, que el vino de Jerez ya no es lo que era, y la acuñación de la moneda, incluido el billete de cinco talegos, hasta que viene Ruiz-Mateos, creador de riqueza, comprador insondable, y se queda con los talegos, la moneda, el vino de Jerez, las Torres de Jerez, Jerez propiamente dicho, las vides y los fenicios. Luego es lo de los mozarábigos. Almohades, almorávides y benimerines. Los griegos habían arribado expresamente a la Península para enseñarle griego a García-Calvo, que es el único que lo sabe bien. Los cartagineses Amílcar Barca, Asdrúbal y Aníbal propiciarian ya, por reacción, el espíritu africanista de nuestro Ejército, que ahora parece una cosa inventada por Millán Astray, pero tiene mucha más tradición. Anoche, en el estreno de una mala película del director Del Real, fue advertida y agasajada la presencia del general Gabeiras.
Los almohades y toda la basca petrolífera inician mucho antes que Sánchez-Bella nuestra tradicional amistad con los pueblos árabes, lo cual sirve para que tengamos el petróleo más caro del mundo.
Todo este mogollón es lúcidamente resumido por don Américo Castro en la España de las tres culturas: judíos, moros y cristianos. Ahora, con el Estado aconfesional, el divorcio y la pornografía mejillonera, nos hemos quedado en judíos, moros y mejillones. País de aluvión, país de invadidos (el proceso autonómico no es sino un vivaqueo de todo lo anterior, más un poco de rock duro parlamentario), en España se van turnando siempre los invasores y dejando sitio al último, más el eterno retorno de los recurrentes. Si los árabes venían, en el siglo X, buscando a Juan Goytisolo, los del Opus vienen ahora buscando a Antonio Garrigues-Walker, y los mejillones vienen desde la periferia boreal, hiperboreal y galaica, buscando el corazón y los esfinteres del centralismo, que Luis Berlanga fue atacado el sábado por un comando de mejillones (del que no se han difundido fotos/robot y por el que no se ha ofrecido recompensa, todavía), que le secuestraron en un water público y le retuvieron allí durante varias horas, quizá por su Escopeta nacional, donde el mejillón con voto de castidad y cartera de ministro era presentado mediante travelling laico e ironía irrespetuosa. Está claro que la plaga bíblicó /celestial de la colza viene a derramarse sobre la España de las tres culturas: judíos del liberalismo yanqui, moros del PSOE, con el alma de nardo socialdemócrata del árabe andaluz, y mejillones del Finisterre, que son la respuesta miticogalaica contra una autonomía con Fraga, Sancho Rof y Pío Cabanillas. Lastima que no esté el maestro Cunqueiro. El sabría ver en la invasión celta de la mejillonera la violencia, telúrica y marina contra el autonomismo de Martín-Villa. En el mar tiene sus telares la mitología, y este Gobierno de maximeyba se enfrenta con el mejillón mitológico de Venus.
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