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Kraus fue el triunfador de la temporada de ópera de Bilbao

El aforo del teatro se llenó todos los días durante el festival

Alfredo Kraus ha sido el indiscutible triunfador en el XXX Festival de la Opera de Bilbao, en tanto que el tenor italiano Franco Bonisolli confirmó su categoría, pero no llegó a hacer vibrar a un público que llenó cada noche el aforo del teatro. La revelación del certamen fue la joven soprano puertorriqueña Margarita Castro-Alberty, que, en pugna con la ya consagrada María Angeles Gulín, causó en su actuación en dos óperas una grata impresión, asi como los coros del ABAO, acaso en su mejor momento. José María Carreras, esperado con interés, gustó sin más.

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El Teatro Coliseo Albia, de Bilbao, no había conocido nunca una presencia masiva de público como la registrada en esta edición. En los seis días de festival se vendieron más del 95% de las entradas -había pocas invitaciones-, por lo que los resultados económicos arrojin un balance de más de 31 millones de pesetas, que, unidos a los diez millones de subvención del Gobierno vasco, permiten cerrar la edición con un ligero superávit sobre el presupuesto calculado de 41 millones de pésetas.La gran atracción del festival era una vez, más Alfredo Kraus, que por primera vez en Bilbao -donde el público es declarada mente krausista- interpretó tres óperas: Rigoletio, Pescador de Perlas y Lucrezia Borgia. Fue acaso en esta última donde el tenor aleinzó el mayor éxito. Hizo una interpretación redonda del Gennaro, poniendo al público en pie, tras lograr el más prolongad o aplauso del festival -más de tres minutos- al término de la romanza del segundo acto Te amo cual se ama a un angel, que no suele incluirse siempre en la representación de esta ópera de, Donizzetti.

En Rigoletto, salvo un pequeño desfase con el director, en el primer cuadro del primer acto, que creó división de opiniones entre el público, realizó lo que él mismo consideró como «el mejor duque de Mantua de su carrera».

Había también mucha expectación por ver en escena al tenor italiano Franco Bonisillo, que había cuasado una grata impresión el año 1980. Su interpretación del Andrea Chenier, de Giordano, resultó muy satisfactorio, máxime en la romanza del acto primero, Un día al azul espacio, que fue escuchada con un silencio sepulcral por el público, que le dedicó un largo aplauso.

En su interpretación de la ópera Otelo, de Verdi, Franco Bonisolli puso todo de su parte por conven-. cer a un público que no fue capaz de olvidar la versión que un día hizo en Bilbao Mario del Mónaco. Luchó también contra un principio de afonía, que le veló ligeramente la voz, y contra los nervios que le produce su todavía corta experiencia en la interpretación del difícil personaje. Hizo, en opinión de todos, una interpretación lírica digna y convenció su interpretación dramática.

Por lo que hace a José María Carreras, que cerró el festival el domingo con su interpretación del Enzo de La Gioconda, de Ponchieni, las críticas coinciden en afirmar que, pese a mostrar una vez más una voz bella, no llegó a la brillantez de agudos precisa para convencer plenamente.

De las sopranos cabe decir que Mariella Devia, con una voz mórbida, confirmó en -Bilbao el éxito obtenido recientemente en el Metropolitan con su Gilda del Rigoletio. Los entendidos le auguran un gran futuro como soprano ligera. Idéntica valoración han hecho de la soprano puertorriqueña de veintiocho años, Margarita Castro-Alberty.

Por su parte, María Angeles Gulín, aunque gustó más que en ediciones anteriores, no llegó a hacer vibrar al público. Lo más aplaudido de su interpretación de la Magdalena de A ndrea Chenier fue la romanza La mamma morta, que cantó con gran temperamento y una serie de impecables notas centrales.

De entre los barítonos cabe destacar la labor del veterano Mateo Manuguerra, que, pese a no es tar en la plenitud de forma, se en cuentra acaso en el fin de su carrera -hizo gala de una espléndida voz de barítono atenorado en - el Rigo lello y en el Barnaba de La Gioconda-. Gustó mucho Vicente Sardine ro en el Gerard de Andrea Chenier -lo mejor que se le ha oído en Bilbao- y en el Zurga del Pescador de perlas.

Precisiones de Kraus

El tenor Alfredo Kraus desmintió ayer a EL PAÍS la información publicada el pasado martes en este periódico,según la cual él se había opuesto rotundamente a que Televisión Española retransmitiera óperas en las que él iba a actuar en la recientemente inaugurada temporada de ópera de Oviedo. Según aquella información, la Asociación de Amigos de la Opera de Oviedo se encontraba dolida con Kraus por aquella negativa.El artista, por su parte, señala que en el contrato firmado hace dos años con la citada asociación había una cláusula en virtud de la cual se prohibía transmitir por televisión sus actuaciones en Oviedo, como suele ser tradicional en estos casos. Según Kraus, la entidad operística ovetense inició por su cuenta gestiones para que esas retransmisiones se efectuaran. El artista se negó a que tales gestiones llegaran a su término, de acuerdo con aquel contrato de dos años de antigüedad.

«En la citada información se hacía también alusión a la generosidad de un colega mío que en un concierto en memoria de un miembro fallecido de la Asociación de Amigos de la Opera de Oviedo, y, por cierto, también muy amigo mío, autorizó la retransmisión a Televisión Española, en contraste con mi actitud», prosiguió Kraus. «Estimo que son dos cosas totalmente distintas, y la prueba es que recientemente también yo accedí a los deseos de Televisión Española para transmitir un acto de homenaje a niños cana,rios desde Lanzarote. Ese programa ya se ha emitido dos veces, una vez para Canarias y otra para toda España, y también se incluirá en un próximo programa de 300 millones».

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