Margarita Castro-Alberty, una soprano "entre el azar y el destino"
Margarita Castro-Alberty, soprano lírico-dramática de la que algunas críticas francesas han dicho que «posee la belleza de la Tebaldi, el `sentido trágico' de la Callas, la pureza de una Montserrat Caballé ... » (France-Soir, Jean Cotte), ha sido quizá una de las figuras más destacadas en el 30º Festival de Opera de Bilbao, por la revelación de una voz spinto (poderosa) en las dos interpretaciones de Desdémona, en la ópera Otello (Verdi) y de Lucrezia Borgia en la obra de Donizetti.
Comenzó a cantar casi por casuálidad: «Fue una mezcla entre el azar y el destino», explicaba la cantante. Había terrninado sus estudios de pintura en la Universidad de, San Sebastián (Puerto Rico), y aunque solía cantar habitualmente en coros delcolegio y universidad, su salto a la ópera se dio sólo después -de que sus amigos le animaran a presentarse a un concurso de canto, en el mismo Puerto Rico. Concurso que ganó, y que supuso el inicio de una carrera de certámenes que la llevaron al Metropolitan de Nueva York, donde triunfó interpretando el Réquiem de Verdi.
A partir de este momento cambia su domicilio familiar por una vida artística en Nueva York. Hace sólo cuatro años de esto y ya tiene en su repertorio más de veinte óperas. Dedica la mitad del día a sus ensayos musicales y al estudio literario de las obras. Para Margarita Castro-Alberty, preocupada por asumir el verdadero sentido de los personajes que interpreta, este estudio ha de ser exhaustivo y riguroso y «exige mucha concentración, mientras que la parte musical es una preparación técnica».
Tíene en la actualidad diversos contratos firmados para actuar en Europa y Suramérica, hasta el año 1985. «Tal vez el lugar donde más me emociona interpretar sea Francia. Es indescriptible la sensación que se siente cuando, al ovacionarte, mencionan tu nombre».
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