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Represalias sicilianas contra los productos franceses

El alcalde de Marsala, localidad siciliana de 80.000 habitantes conocida como «la capital del vino», firmó ayer un bando en el que se dispone que muestras de los productos franceses en venta serán sometidas a severos controles higiénicos y sanitarios para «tutelar la salud pública».Junto a la ordenanza, que se puede considerar una represalia ante las recientes agresiones de viticultores franceses a los vinos italianos, el alcalde socialista de Marsala, Egidio Alagna, ha hecho público un manifiesto ideológico para explicar las razones de tan habitual medida. «Es Justo», dice, «que les paguemos con la misma moneda. Debemos dejar sin vender los productos franceses y comer, beber y vestirnos con productos italianos».

Algunos comerciantes hace ya varios días que retiraron las botellas de champaña de sus escaparates y tiendas.

Marsala vive del vino desde el tiempo de los fenicios. Su producción y comercialización mantienen a unas 500.000 personas de Sicilia occidental y el volumen anual del negocio ronda los 150 millones de dólares. Este capital es para muchos como «la Fiat de Sicilia» y su ruina equivaldría a un desastre.

Durante 1980, casi cuatro millones de los 5.400.000 hectolitros de vino exportados fueron a parar a Francia, donde entran en competencia directa con los vinos del Midi francés.

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