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EE UU condiciona sus relaciones con Nicaragua a un cambio de la política exterior sandinista

En las primeras conversaciones a alto nivel entre la Administración Reagan y el Gobierno revolucionario de Nicaragua, Washington ha dejado claro que tanto una posible mejoría de las relaciones entre los dos países como la reanudación de la ayuda económica a Managua dependen de un cambio de la política nicaragüense en América Central. Thomas Enders, subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, dijo a los comandantes sandinistas y a la Junta gobernante que los principales obstáculos que impiden un acercamiento a Washington son los envíos de armas a la guerrilla de El Salvador y la propia carrera armamentista de Nicaragua.

Los dirigentes nicaragüenses negaron que estuvieran suministrando armas a la izquierda salvadoreña, y justificaron sus compras de armamento, incluidas dos docenas de tanques de fabricación soviética T-55, por el continuo incremento de las ventas de armas norteamericanas a los regímenes militares de El Salvador, Honduras y Guatemala.Pero, a pesar de los desacuerdos constantes sobre estos problemas, que provocaron un serio deterioro de las relaciones entre Nicaragua y la Administración Reagan, funcionarios norteamericanos señalaron que las conversaciones fueron francas y abiertas y que confiaban en que este diálogo se mantendrá en el futuro.

El Gobierno nicaragüense esperaba, se informó aquí, que Daniel Ortega Saavedra, coordinador de la Junta y uno de los nueve máximos comandantes sandinistas, sería invitado a Washington para celebrar conversaciones. Sin embargo, Enders contestó que esta idea era "prematura". Enders Y Ortega se reunieron en privado durante una hora el pasado miércoles.

"Para nosotros es prioritaria la realización de cualquier esfuerzo que nos permita alcanzar un entendimiento, un modus vivendi con Estados Unidos", declaró el ministro nicaragüense de Asuntos Exteriores, Miguel d'Escoto, quien añadió: "No esperamos que a la Administración Reagan le guste nuestra revolución, pero sí que por lo menos la acepte como una realidad irreversible y que la respete. Queremos unas relaciones nuevas con Norteamérica, de dignidad y respeto, y no unas de docilidad y servidumbre".

Durante su visita de treinta horas a Nicaragua, Thomas Enders no hizo ninguna declaración pública, y se entrevistó no sólo con altos funcionarios sandinistas, sino también con críticos del régimen en la Iglesia católica, el sector privado y los partidos de la oposición, entre ellos el arzobispo Miguel Obando y el empresario Alfonso Robelo, que dimitió de la Junta el año pasado y que es ahora el principal adversario de los sandinistas,

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