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Tribuna
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Los ambiguos neutrones

Andrés Ortega

La decisión del presidente de Estados Unidos de producir las cabezas de radiación intensificada, vulgarmente conocidas como bombas de neutrones, no viene a sacar de su ambigüedad toda la cuestión de los armamentos nucleares, aunque constituye una nueva forma de símbolos y señales. Por el momento, estas bombas no van a ser desplegadas en Europa, pero son armas claramente destinadas al teatro centro europeo. Este último y decisivo paso dependerá de que personas como Margaret Thatcher o Helmut Schmidt estén aún en el poder dentro de algunos meses.Esta es una bomba para Alemania. Como se ha dicho repetídamente, puede matar a los ocupantes de los carros de combate del Pacto de Varsovia, sin destrozar los edificios y propiedades en las inmediaciones. De ahí que se la haya calificado de "arma capitalista". En 1977, el canciller de la República Federal de Alemania se mostró claramente a favor del despliegue de esta nueva arma. Con sus características, se suponía que la bomba de neutrones serviría de eslabón entre la guerra nuclear y la defensa convencional, y la amenaza de una escalada nuclear -se creía- reforzaría la disuasión de la OTAN; especialmente en las llanuras de Alemania. -

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Ultimamente, sin embargo, los expertos han expresado sus críticas. Para empezar, no se conoce los efectos que tendrían estas explosiones sobre la atmósfera y el medio ambiente en general. Segundo, está el factor técnico del alcance de estas bombas y su implicación. política. Ya sean montadas en proyectiles de artillería o en misiles, el alcance de estas cabezas se sitúa entre los ocho y los noventa kilórnets os, y esta distancia es pequeña si se piensa que de lo que se trata es de detener los rápidos y numerosos carros de combate del Pacto de Varsovia. La radiación intensa de las bombas matará a los que se encuentren a proximidad de la explosión, pero no se sabe con seguridad el tiempo requerido para este mortífero objetivo.

Guerra de maniobra

Parece probable que esta muerte llegaría al cabo de unas horas. Entre tanto, los tanques podrían haber avanzado considerablemente en territorio occidental, y sus tripulaciones moribundas reemplazadas. Esta bomba no parece, pues, poder impedir el rápido despliegue de los acorazados soviéticos, y la doctrina soviética de las operaciones combinadas consiste, precisamente, en este rápido movimiento. Por ello, y teniendo presente este propósito, las armas nucléares tácticas son preferibles para todos, salvo para la población alemana.

Si las bombas de neutrones fueran, adecuadas, si no para detener, sí para frenar la invasión supuesta, la OTAN podría reagrupar sus tropas e ir a una guerra de maniobra. Es sabido, sin embargo, que esta es una técnica que la OTAN aún no domina. Claro está, a bordo de otros misiles que los lance, las cabezas de neutrones podrían llegar hasta el territorio polaco y causar su dañino efecto allí. Con un paso de este calibre, el discurso atlántico ya no versaría sobre las armas nucleares para el campo de batalla, sino que se trataría, pura y simplemente, de una guerra de interdicción, con todas sus consecuencias.

Pero para juzgar la racionalidad de la guerra nuclear limitada, sólo parece existir un criterio fundamental, el de la relación entre los sistemas de blancos nucleares de las superpotencis y sus territorios, y aquí la bomba de neutrones. no desempeña ningún papel. El umbral, a pesar de la obsesión de Estados Unidos con la tecnología no es una cuestión técnica, sino política. Es el atacado, con su ínteligencia, el que tiene que decidir qué es lo aceptable.

No obstante, si se despliega en Europa, la bomba de, neutrones puede verse en un contexto paralelo: el de la capacidad de las superpotencias de llevar a cabo una guerra nuclear en Europa sin implicar a sus territorios nacionales. La decisión de la OTAN, en diciembre de 1979, sobre los misiles Pershing y Cruise, vienen a incidir en este punto, mostrando, como ya se dijo, que Estados Unidos se había vuelto gaullista, una situación que, sorprendentemente, parece haber sido aceptada por los europeos.

Las intenciones americanas en cuanto a la bomba de neutrones llegan en un mal momento, ante la creciente impopularidad de los armamentos europeos en Europa occidental, lo que para Helmut Schrnidt, por razones tácticas, venía a constituir un apoyo político en 1977, se ha convertido ahora en un problema político. Los neutrones son ya un símbolo para la juventud alemana, incidiendo sobre su política interior. En el pasado, la estabilidad de la República Fe deral de Alemania servia para cicatrizar las heridas interaliadas. Ahora, es la inestabilidad de la OTAN la que está ayudando a desestabilizar la política interna alemana.

¿Es, pues, la bomba de neutrones una arma de disuasión o de defensa? Lo anterior viene a apuntar que esta bomba no es buena en ninguna de estas dos funciones, y el que los soviéticos puedan construirla o no es algo relativamente poco importante. La posible función de la bomba de neutrones si gue siendo ambigua, como lo es -y debe ser- toda la cuestión nuclear. Esto puede ser lo único positivo, por aquello de l'ambiguitte essentielle, de que hablaban los franceses en el pasado.

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