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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El revés de la trama

LA EFICACIA y la diligencia de los servicios policiales, que han hecho posible la detención de algunos militares y civiles presuntamente implicados en un segmento de la trama golpista, devuelve a la opinión pública una mínima confianza respecto a la voluntad y a la capacidad del Gobierno para constituirse realmente en guardián de una democracia vigilante. Porque el visible clima de desaliento ciudadano posterior al 23 de febrero se ha debido, en buena parte, a la falta de correspondencia entre el rechazo popular del golpismo, expresado de forma resuelta y masiva el 27 de febrero, y la decisión del poder ejecutivo para desactivar los tinglados subversivos. La sensación de estar viviendo la pesada calma que precede a una tempestad, como si la sociedad española se hallara situada dentro del ojo del huracán, no ha sido una reacción enfermizamente suspicaz de los ciudadanos, sino una respuesta congruente al desarrollo de los acontecimientos en los últimos cuatro meses.En efecto, la cuidadosa circunscripción de las medidas antigolpistas a las personas atrapadas con las manos en la masa en la noche del 23 de febrero, puestas luego a disposición judicial, parecía destinada a crear la artificiosa impresión de que aquel siniestro aquelarre se agotaba en sus escenificaciones más visibles de Madrid y de Valencia. La insolencia de los compañeros de viaje y de los cómplices del golpismo en sus manifestaciones públicas de las últimas semanas contribuía a extender el clima eufórico de impunidad y moral de victoria de los enemigos de la Constitución, las instituciones democráticas y las libertades. La campaña de desprestigio y de injurias contra la persona del Rey, instrumentada mediante intoxicaciones informativas y cotilleos de salón, ha marchado en paralelo con bufos remedos de paradas militares a cargo de los agresivos mozalbetes de Fuerza Nueva, conferencias apocalípticas de ex ministros del anterior régimen y artículos de apología, explícita o en filigrana, del golpismo, publicados no sólo en los libelos de la ultraderecha, sino también en respetables órganos conservadores. Tras el lamentable tratamiento informativo dado por el Gobierno al turbio asunto del asalto al Banco Central de Barcelona y las inaceptables vacilaciones del poder ejecutivo para rectificar la versión inicial de los macabros acontecimientos de Almería y decir la verdad sobre lo ocurrido, la imprejión de que el régimen constitucional, apoyado por la inmensa mayoría de los españoles, se hallaba a la defensiva, en tanto que sus enemigos pasaban a la ofensiva en la guerra psicológica, daba pábulo a la proliferación de toda clase de bulos y rumores alarmistas.

Las detenciones realizadas en la víspera de San Juan, onomástica del Rey, ayudan, cuando menos, a frenar ese deslizamiento derrotista, en tanto que demuestran la existencia de servicios de información y de vigilancia estatales ocupados de investigar un segmento de la trama Obversiva, pese a que ésta sea presumiblemente mucho más amplia. Los acontecimientos del 23 de febrero reve laron que los diferentes conductos que canalizan el proyecto golpista, inicialmente independientes entre sí, pueden converger, en un momento dado, para realizar una acción conjunta. Es probable que el grupo desman telado hace dos días pertenezca al sector más fanatizado e ideologizado de una conspiración que no se agota con ese estrecho segmento. La detención del comandante Sáenz de Ynestrillas, compinche del teniente coronel Tejero en la operación Galaxia, y del coronel Garchitorena, prota gonista de un oscuro incidente en la noche del 23 de febrero, hace ver, también, el clima de confianza y de seguridad en que se movían dos sospechosos tan notorios. Pero que las medidas hayan alcanzado hasta ahora sólo a unos actores muy visibles y conocidos no priva de mérito a la actuación policial. Sólo cabe desear que la célebre teoría de la charla de café que permitió exculpar a los organizadores de la operación Galaxia y envalentonó a Tejero para asaltar el palacio del Congreso no sea de nuevo esgrimida para echar tierra sobre este asunto. La detención de civiles confirma, por lo demás, la implicación en la trama subversiva de grupos políticos, ideológicos y de intereses que tratan de instrumentar a una parte de las Fuerzas Armadas mediante la adulación y la apropiación, para usos partidistas, de valores, símbolos y hábitos castrenses. Aunque los abogados del poder. ejecutivo pueden esgrimir argumentos más o menos convincentes para disculpar las cautelas a la hora de desmontar la subversión dentro del cerrado universo militar, no existe razón alguna que atenúe o disculpe la falta de eficacia y de decisión del Gobierno para descubrir y sancionar las connivencias y complicidades civiles en la conspiración, factor presumiblemente decisivo en aspectos relacionados con la financiación, los contactos internacionales, las campañas intoxicadoras y las maniobras desestabilizadoras y provocadoras para la estrategia golpista.

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