Se intensifica la lucha de influencias en Oriente Próximo entre Moscú y Washington
Las grandes notencias desarrollan actualmente en Oriente Próximo una lucha de influencias en la que la URSS acaba de apuntarse algunos éxitos. Tras el grave revés sufrido en 1974 con la expulsión de Egipto de los asesores soviéticos, la serie de visitas efectuadas a Moscú por dirigentes árabes tan diferentes como el ministro kuwaití de Asuntos Exteriores, el líder libio coronel Muamar el Gadafi y, próximamente, el rey Hussein de Jordania, el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, y el presidente argelino, Chadli Benjedid, cobra el aspecto de un éxito diplomático del Kremlin, a quien los acuerdos de paz de Camp David habían excluido de la región.
La nueva ofensiva de seducción. soviética se produce, opbrtunamente, en un momento en el que la estrategia de la Administración Reagan en la región no está del todo definida, y en que el efecto de indignación provocado por la intervención soviética en Afganistán tiende a disiparse.Esta ofensiva coincide también con un incremento de la preocupación de los dirigentes árabes ante la amenaza de una extensión del conflicto árabe-israelí. El jeque Yamani, poco sospechoso de simpatizar con Moscú, acaba de declarar en Estados Unidos que el mayor peligro para la región no es el expansionismo soviético, sino el israelí.
Esta es la principal tesis expuesta por sus interlocutores árabes al secretario de Estado, Alexander Haig, durante, su gira por Oriente Próximo:Los dirigentes con los que se entrevistó se mostraron mucho más deseosos.de que Washington presione a Israel, para obligarle a hacer concesiones, que de participar en un frente de contención antisoviético.
El estallido en Líbano, con el riesgo permanente de desencadenamiento de una guerra entre Israel y Siria, país vinculado a Moscú desde octubre por un tratado de .amistad y cooperación, pone de relieve la urgencia de concluir un acuerdo global.
Ni la URSS ni Estados Unidos desean agudizar el conflicto, y las consultas norteamericano-soviéticas que se han desarrollado en Washington se esfuerzan por evitar que degenere la situación libanesa.
Desde la firma del acuerdo de paz de Camp David, la diplomacia norteamericana ha intentado excluir totalmente a Moscú de las negociacíones de paz realizadas por Israel y los países árabes. Washington ha podido actuar en solitario durante tres años, pero el rechazo árabe de la vía egipcia y el estancamiento de las negociaciones sobre la autonomía palestina han desembocado en un bloqueo total de la situación
Respaldo soviético
Los aliados tradicionales de Estados Unidos, Jordania, Arabia Saudí y los emiratos parecen haber llegado a la conclusión de que ningún acuerdo duradero del problema, insoluble desde hace cuarenta años, puede ser encontrado sin el aval de la URSS.
La voluntad de los países del golfo de evitar que su región, fundamental para el abastecimiento petrolero mundial, se convierta en un campo de batalla entre las dos superpotencias les ha incitado después de la revolución iraní, la intervención soviética en Afganistán y la guerra Irán-Irak a querer hacerse cargo ellos mismos de su propia seguridad y a diversificar sus fuentes de suministro armamentístico.
En diciembre pasado, el presidente soviético Leónidas Breznev formulé un plan de cinco puntos con el que se intentaba garantizar la seguridad del golfo. Este proyecto, rechazado inmediatamente por Washington, fue acogido con bastantes simpatías por la Prensa del golfo.
Parece evidente que los Estados de esa región, y ante todo Arabia Saudí, siguen siendo. profundamente prooccidentales. Sin embargo, el estancamiento del conflicto árabe-israelí y la persistencia del apoyo norteamericano a Israel podrían facilitar a los soviéticos la apertura, a largo plazo, de una brecha en una zona considerada hasta ahoracomo un feudo de Occidente.
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