El golpe de Estado
Numerosas cartas han llegado a la dirección de EL PAIS sobre el golpe de Estado. Esta primera selección intenta recoger las variadas reacciones que los hechos del día 23 de febrero suscitaron en nuestros lectores
Estoy muy inquieto por lo sucedido en España; temo que, en mi caso, la historia se repita. Y esta es la historia:
En Chile, el 29 de junio de 1973, el Gobierno constitucional de Salvador Allende sufrió un intento de golpe militar, que se llamó el tancazo, como recuerda su editorial del miércoles.
El presidente Allende recomendó serenidad y tranquilidad, «porque todo estaba dominado». Pareció que se volvía a la normalidad: los obreros a sus trabajos o a sus luchas reivindicativas; pasado el susto, los partidos de gobierno y de oposición, a sus querellas políticas. Se procesó a las cabezas visibles del alzamiento. El capitán Marshall (Tejero) fue calificado como un loco que obedecía las órdenes del general Viaux (Milans del Bosch), «un militar por los cuatro costados». Quien hizo fracasar la, revuelta, comenzando por desarmar a mano limpia a un oficial a cargo de un tanque, fue el general constitución alista Carlos Prats, asesinado tiempo después por órdenes del dictador, en Buenos Aires. En las fotografías del suceso, detrás del general Prats, muy sumiso, podía verse al general Augusto Pinochet, que llevaba meses organizando el golpe militar del 11 de septiembre y que se ha proclamado presidente de Chile por toda una eternidad.
Ya en el poder, Pinochet ha escrito en sus memorias que «en marzo ya iniciamos los planes para derrocar al Gobierno marxista», pese a que no hizo ascos cuando el presidente Allende le nombró general en jefe del Ejército.
Dicen que la historia sirve para sacar conclusiones. Pienso que es bueno que los españoles tengamos presente el triste caso chileno.
Someto a su criterio el publicar esta carta con mi nombre, lo que puede acarrearme algún problema, aunque estoy dispuesto a tal riesgo por tratarse de algo que considero de interés para España.
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