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Entrevista:

"Si Estados Unidos nos acosa, tendremos que radicalizar la revolución nicaragüense"

Pregunta. ¿Qué opina de los ataques que se están lanzando contra el Gobierno nicaragüense por su supuesto apoyo a la guerrilla salvadoreña?Respuesta. No nos extraña que los militares salvadoreños vean con cierta aprensión lo que ocurre en Nicaragua y tiendan a acusarnos de apoyar a la guerrilla de su país. No deja de tener cierta lógica que la Junta piense que un Gobierno como el nuestro, nacido de la guerrilla, apoye a un movimiento armado de características similares.

P. ¿No están contribuyendo ustedes mismos a fomentar estas acusaciones con las campañas oficiales de apoyo a la insurrección?

R. La actitud más prudente, por nuestra parte, sería la de mantener una pulcra neutralidad diplomática y participar subterráneamente en el suministro de armas. Por el contrario, nosotros no hemos ocultado nuestra simpatía hacia la lucha del pueblo salvadoreño, pero la ayuda militar directa es otra cosa bien distinta.

P. ¿Puede haber alguna amenaza al proceso nicaragüense en el interés de Estados Unidos por involucrarles en el conflicto salvadoreño?

R. Nos parece que todo esto está destinado a crear confusión. White nos acusa de un desembarco que nunca se ha podido probar. Duarte dice que la prueba de la invasión nicaragüense es la madera de los barcos, de un árbol que existe aquí y no en El Salvador, como si se tratase de países situados en dos zonas ecológicas diferentes. Luego se desmienten algunas de estas acusaciones, pero quedan en el ambiente para justificar cualquier acción futura contra Nicaragua.

P. ¿Qué actitud esperan de Reagan respecto a su Gobierno?

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R. Nosotros aspiramos a mantener con Estados Unidos una relación de mutuo respeto, como la que hemos tenido hasta ahora. No nos quejamos de nuestras relaciones con la Administración Carter y deseamos que Reagan mantenga mismo tono de respeto a nuestra soberanía.

P. ¿No temen un endurecimiento de la política norteamericana a la vista de la trayectoria de Reagan?

R. Un endurecimiento por parte de Estados Unidos provocaría una radicalización de nuestra política. No nos gustaría, sin embargo, endurecer nuestra posición. Hasta ahora hemos cumplido con éxito nuestro propósito de llevar adelante un proceso revolucionario pluralista, con una empresa privada que recibe todas las oportunidades. Si se nos acosa económicamente, la revolución tendrá que corregir su rumbo, porque tiene que sobrevivir.

P. ¿No cree que una política dura por parte de Reagan favorecería a la larga los procesos insurreccionales de Centroamérica?

R. Cualquier administración norteamericana debe entender que el peor error que puede cometer sería internacionalizar el conflicto salvadoreño. Esto crearía ondas expansivas de violencia en toda la región, que nosotros no queremos. Deseamos que el conflicto se resuelva sin injerencias extrañas.

P. El comandante Borge declaró recientemente que una agresión a El Salvador sería una agresión a Nicaragua.

R. Es obvio. Centroamérica es un país políticamente disperso por razones artificiales, pero es un solo país. Si alguien desembarca tropas en El Salvador las desembarca en Nicaragua. Nosotros no vamos a quedar quietos.

P. ¿Cuál sería la reacción de Nicaragua?

R. Habría que ver en qué circunstancias se produce la intervención, pero reaccionaríamos de alguna manera.

P. Su Gobierno ha declarado 1981 año de la defensa, y por todos los medios se llama a la población civil a integrarse en las milicias populares. ¿A qué obedece este inusitado despliegue militar?

R. Nosotros tenemos del otro lado de la frontera con Honduras varios miles de guardias somocistas que el año pasado ya nos causaron más de cien muertos. Sabemos que a los somocistas que viven en Guatemala se les da documentación falsa oficial para que puedan viajar a Costa Rica. Hay guardias también en Miami. Nosotros vemos que toda esta gente se mueve con facilidad y que está recogiendo dinero para preparar incursiones y actos terroristas. Tenemos que defender el país y la revolución. Por eso llamamos al pueblo a inscribirse en las milicias populares, a que se movilice para la defensa.

P. Se les ha criticado por dedicar a la defensa un tremendo esfuerzo que sería necesario para reconstruir el país.

R. Si hubiéramos llegado al poder después de ganar unas elecciones quizá no tendríamos que preocupamos tanto de la defensa, pero estamos viviendo un proceso revolucionario nacido de la lucha armada, estamos alterando la faz del país. Eso tiene enemigos dentro y fuera. Para llevar adelante la revolución es necesario defenderla. Ahora bien, la base de nuestra defensa son las milicias populares. Sus integrantes no tienen una dedicación exclusiva, son trabajadores, profesionales y estudiantes que se organizan militarmente sin dejar por ello las tareas productivas.

P. ¿No es su precariedad económica el mayor peligro?

R. Este año vamos a superar los niveles de producción de 1978, anteriores a la guerra. Esto supone, una gran conquista. Estamos entre los cuatro países latinoamericanos de mayor crecimiento, hemos reactivado la agricultura hasta niveles normales y algo menos la industria. Hay factores que no dependen de nosotros, como son los precios del petróleo, de gran impacto en una economía débil como la nuestra, pero internamente hemos logrado mejoras sustanciales a través de la reforma agraria y la nacionalización de la pesca, las minas, los bosques y el sistema financiero. Esto último nos ha permitido racionalizar el crédito a pequeños y medianos empresarios.

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