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Hoy comienza la era Reagan

Relanzamiento económico y militar y política exterior, prioridades de la nueva Administración republicana

La llegada del republicano Ronald Reagan, de 69 años de edad, a la Presidencia de Estados Unidos abre una era de cuatro años donde predominará el conservadurismo en la vida política norteamericana.

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El nuevo presidente, el número cuarenta en la historia de Estados Unidos, cuenta con buenas bases para aplicar las promesas electorales que le llevaron al poder. Su primera tarea, formación del equipo gubernamental, chocó, en cierta forma, con pequeñas dificultades de orden personal. Muchos de los inicialmente escogidos por Reagan, viejas glorias del equipo Nixon, eludieron responsabilizarse de nuevas tareas públicas en Washington. Otros tuvieron ciertos problemas por su pasado político en el momento de tener que ver ratificados sus cargos en las audiencias senatoriales.Finalmente, el equipo está a punto y se espera su ratificación colectiva el miércoles 21 por el Congreso de Estados, Unidos. ¿Prioridades para los «hombres del presidente»? Crisis económica, refuerza de la defensa y restablecimiento del prestigio norteamericano en el exterior figuran en primera línea.

Una postura firme ante la Unión Soviética, plantear sobre nuevas bases la renegociación del tratado sobre la limitación de armas estratégicas (SALT II), «controlar» la estabilidad en Latinoamérica y, sobre todo, garantizar la seguridad de los yacimientos de petróleo en el golfo Pérsico y en el golfo de México serán los ejes principales de la política extranjera de la Administración del presidente Reagan.

Todo ello «apoyado» con el lógico potencial militar, cuyo presupuesto para los próximos cinco años será el único que no sufrirá recortes. Al contrario, su incremento anual pasará, probablemente, del 5% al 7%. Modernizar el arsenal nuclear con los nuevos misiles MX; la flota, con nuevos portaviones, y tener a punto un potencial de 200.000 hombres y equipo para actuar en cualquier punto del planeta (Rapid Deploynient Force) serán las primeras realizaciones en materia de defensa. Caspar W. Weinberger, de 64 años de edad amigo personal de Reagan y ex ministro dé Educación con Nixon, es el secretario de Defensa.

Un «triunvirato» integrado por el ex general Alexander M. Haig, de 56 años de edad, en el Departamento de Estado; Richard V. Allen, de 44 años, en el Consejo de Seguridad, y, desde la sombra, el ,inquieto Henry Kissinger, de 57 años, dirigirán los destinos de la estrategia exterior norteamericana. En Naciones Unidas, Jeanne Kirkpatrick, de 52 años, será la embajadora en la ONU.

El vicepresidente, George Bush, de 56 años, «hombre fuerte» de la Casa Blanca, dedicará particular atención a velar por los objetivos de EE UU en el exterior, en su estrecho vínculo de defensa y diplomacia.

William Casey, de 67 años, dirigirá y reforzará la CIA, elemento imprescindible para «coordinar». los planes norteamericanos y evitar, en lo posible, fracasos tan estrepitosos para los intereses de Washington. como fue la caída del sha de Irán.

Cortar el gasto federal

En temas económicos y sociales, la Administración Reagan-Bush llega también con la visión de la «América grande», que promete devolver la prosperidad, hoy mermada por la crisis. Los teóricos de la «nueva economía» preconizan, en realidad, una vuelta a las normas sagradas del capitalismo ultra-liberal.Las empresas contarán con menos zancadillas en materia de normas anticontaminación que permitan mantener la competitividad en los mercados. La burocracia federal será decapitada, reduciendo el gasto en el presupuesto público en número de funcionarios y en programas considerados como superfluos; tal es el caso de los «bonos para comidas» para las clases desheredadas, negros en partícular.

La novedad de la estrategia de los responsables económicos de Reagan pasa por aplicar una reducción del 10% de impuestos directos durante tres años consecutivos. Esquema que debería favorecer el ahorro, estimular la inversión, crear puestos de trabajo y mantener el consumo. Sólo el peligro real de reactivar la inflación y, en realidad, reducir los ingresos para el presupuesto público en un momento de importantes gastos, en particular en el sector militar, modera los planes de los defensoses de reducir impuestos.

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