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95 países participan en la Feria del Libro de Francfort

El principal certamen editorial del mundo se inició ayer

Con la participación de más de 5.000 expositores de 95 países se ha inaugurado la 32ª edición de la Feria del Libro de Francfort (RFA). En este escaparate de lo superlativo, como califican los críticos a esta muestra bibliográfica, la mayor del mundo, se rendirá esta vez un especial tributo a la literatura africana y se entregará el Premio de la Paz de los libreros alemanes al sacerdote y ministro de Educación de Nicaragua, Ernesto Cardenal. Coincidiendo con la feria se reunirán en Francfort los órganos directivos de la Unión Internacional de Editores, presidida por el editor español Manuel Salvat. Los editores españoles están representados por la Federación de Gremios de Editores, cuyos directivos Erich Ruiz, Ramón Sopena y Raúl Rispa se han desplazado a Francfort.

El tenor de esta nueva edición ferial podría resumirse en una palabra: autodescubrimiento. La distinción otorgada a Cardenal "en reconocimiento a su esfuerzo por conjugar revolución y desarrollo», el que sea el Africa negra la temática radial de la feria este año, y el verdadero aluvión de biografías indica que, en un tiempo de crisis, el gran escaparate de Francfort pretende dar pautas sobre el camino literario hacia la recuperación del pasado con proyección de futuro.En su discurso de apertura, muy a tono con esta circunstancia, la Subsecretaría de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania (RFA), Hildegard Hamm- Bruecher, ha roto la tradicional vaciedad de estas intervenciones para aplicar la experiencia de sus largos años en países africanos al objetivo político de un mayor diálogo Norte-Sur. El gran servicio que puede prestar la presente edición de la feria es, según la señora Hamm-Bruecher, la promoción de la joven literatura netamente africana que frene en el continente negro la penetración del neocolonialismo cultural europeo. Si el bomm latinoamericano que provocó hace unos años la feria de Francfort, dedicando una edición a la literatura de los jóvenes países de América ha significado en la RFA la formación de una amplia corriente de opinión, Africa puede sorprender este año con las novedades de sus 32 editoriales presentes en la muestra.

Por lo que toca a la literatura latinoamericana, que ya ha emprendido su declive editorial, todavía Francfort depara este año sorpresas, como la edición -con 35 años de retraso- de El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría. El estallido de los últimos años se había concentrado preferentemente en los autores aún vivos del nuevo continente. El peruano Alegría no iba a ser una rara excepción en el negocio editorial alemán: antes que él tuvieron que hacer cola, años atrás, ante los despachos de los editores éxitos de venta eternos, como El ocaso de Occidente (Oswald Spengler vio rechazado su libro en seis casas editoras alemanas), Al Oeste, nada nuevo, de Erich Maria Remarque, Miedo a volar, de Erica Jong; Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, y hasta el mismísimo Love story, de Erich Segal, obras todas ellas que tardaron en remansar en los catálogos.

Conocedores algunos editores de los problemas que padecen muchos autores noveles de calidad, se han agrupado para allanarles el camino y han creado su «contra-feria del libro», montada a escasa distancia de la muestra mastodóntica. La contra-feria celebra su cuarta edición bajo el lema: «Lo que los demás rechazan, pueden encontrarlo en nosotros». En total, ciento y pico casas editoriales de segunda ofrecen también calidad entre 3.000 títulos.

Ciertamente, la oferta es modesta si se compara con los 285.000 libros (de ellos, 86.000 novedades) que pueden hojearse en la feria convencional; pero, a cambio, los alternativos facilitan el contacto directo entre autor, editor, crítico y lector, un contacto ya perdido en la feria de los grandes. Un asiduo de la feria, Rudolf Poertner (Con el ascensor al tiempo de los romanos, La saga de los vikingos), lamenta que ahora, a diferencia de lo que ocurría treinta años atrás, los editores no osan hablar de sus libros «sin tener delante los folletos de propaganda». Y la razón es, según él, que el negocio desborda al verdadero interés bibliográfico: «Casi ningún editor lee los manuscritos, y menos los originales publicados».

Entonces en las primeras ediciones de la feria apenas se exponían diez o doce títulos por editorial Ahora el alemán dispone en total de 308.000 títulos lanzados al mercado por 3.200 editoriales.

El buen tiempo pasado y la vuelta de Segal

El libro que responde con mayor adecuación al lema de la feria es, sin duda, Una carta demasiado larga, de la senegalesa Mariana Ba. La autora, de 51 años, madre de nueve hijos, maestra, pretende reflejar la situación de la mujer africana en su triple dimensión de mujer, esposa y madre. El libro ha sido galardonado con el Premio Noma.La misma temática, mas no la misma calidad, define el gran éxito de venta por el que Piper Verlag ha abonado los derechos más altos que conoce la historia editorial alemana: 600.000 marcos (más de veinticuatro millones de pesetas). Esta novela lleva el prosaico título de Hombre, mujer y niño, y su autor es Erich Segal, que esta vez ha tenido que «quitarse de encima» a los editores que rechazaron otrora su lacrimógena Love Story.

Piper, que ha lanzado una primera edición de 200.000 ejemplares del nuevo Segal, está seguro de que «esta novela, que trata de un matrimonio en peligro y que al final se salva, responde a los intereses dominantes hoy, que son la familia, el hogar y el pequeño entorno». La dirección de la feria tenía razón, pues, al retirar de la misma esta vez la «temática conflictiva de editoriales vinculadas a extremismos de izquierda o derecha». La literatura política ya no se lleva por el mundo, y ello a pesar del premio otorgado a Ernesto Cardenal por razones de «equilibrio».

En cambio, la biografía vuelve ahora por sus fueros: Hemingway, la emperatriz María Teresa, la emperatriz Isabel (Sissi), De Chirico, Bismarck, Disraeli (dos nuevas biografías), Wagner (tres estudios monográficos distintos), etcétera. La nueva literatura alemana emprende también un estimable intento, orientado fundamentalmente a rememorar las experiencias infantiles en los hogares alemanes de posguerra, estigmatizados por el «peso de la derrota». El diario y las memorias intimistas están en alza. Según el periódico conservador Frankfurter Allgemeine, «cabe esperar muy poco de la actual literatura alemana», pero sin una limitación a los ya consagrados, como Grass y su polémico Nacimiento de cabeza, otros autores aún jóvenes se lanzan con vigor en este país a la recuperación imaginativa del pasado. Pero fueron buenos tiempos, una experiencia de Hans Dieter Baroth hace dos años, tiene ahora su continuación en su segunda obra, Noticias del pueblo, una saga proletaria escrita desde el bienestar industrial.

Si los críticos diagnostican una grave crisis de la novela en este país, y el «escaparate» de Francfort parece confirmarlo, la poesía experimenta una nueva corriente renovadora mediante el empuje de líricos que, como Guenter Kunert, proceden de la «decepción» política. que le ha producido su país de origen, la RDA, o de la no menor decepción de quienes, como Guntram Vesper, vivieron la «esperanza del 68» alemán y francés. Un significativo título de este último: La ilusión de la desdicha.

Pero el negocio editorial desarrolla sus intereses preferentes en otras vertientes. Así en las listas de grandes éxitos se incluyen extraños productos, como El viejo de Lochnager, del príncipe Carlos de Inglaterra («próximo éxito para 1981»); un lujoso volumen con la colección de fotografías femeninas de la emperatriz Sissi; El libro de Otto, cuyo autor es un cómico de televisión, y del que se han lanzado «en primera instancia» 100.000 ejemplares, y hasta un tratado que lleva por título El pedo, del que es autor Alfred Limbach, de bolsillo, adornado con numerosas ilustraciones de la historia universal de la pintura.

Como en toda feria, también en la del libro de Francfort cabe todo. Todo lo que mayormente produce un beneficio editorial. Según la Boerseverein, la agrupación de los libreros alemanes que organiza la muestra, no sólo se espera que 1980 traiga consigo récords en títulos y tiradas, sino también grandes beneficios: en 1979, las editoriales alemanas ingresaron 7.200 millones de marcos (cerca de 300.000 millones de pesetas), un 6,7% más que el año anterior. La marcha ascendente ha continuado en 1980. Baste como ejemplo que sólo en ediciones de bolsillo el incremento de un año a efectos de beneficios se elevó en un 12%, hasta los 680 millones de marcos (unos 28.000 millones de pesetas).

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