Donde se hace la guerra, la ciencia y el amor
El Festival de Cine de San Sebastián llega a su fin, y lo hace con una brillante programación en su último fin de semana. El ciclo Kubrick exhibió el largometraje Paths of glory, realizado en 1957 y prohibido en varios países por su contenido antimilitarista. La sección oficial, por su parte, exhibió la espléndida película de Resnais Mi tío de América, premiada en el pasado Festival de Cannes, y dos largometrajes españoles: la opera prima de Fernando Méndez Leite El hombre de moda, y El nido, de Jaime de Armiñán.
La esperada Paths of glory, de Stanley Kubrick, no defraudó en nada a sus numerosos seguidores. La acción narra una anécdota militar del Ejército francés durante la primera guerra mundial: tras ordenar el ataque a una difícil posición enemiga, las tropas se repliegan por la dureza del empeño, en el que sufren numerosas bajas. Los generales ordenan que se seleccione a tres soldados, se les juzgue y condene a muerte para ejemplo de la tropa. Kirk Douglas, coronel en la película, se encargará de una defensa que tiene perdida de antemano.Mi tío de América, de Alain Resnais, guión de Jean Gruault e inspirado en los trabajos del biólogo Henri Laborit -exhibida y premiada en el Festival de Cannes- se ha convertido ya, a nuestro juicio, en uno de los filmes más bellos y atractivos del año. Creemos que sólo una mente lúcida y lógica, como la de resnais, podía llevar al cine las tesis de un científico en torno al comportamiento del ser humano, y más concretamente de su cerebro, y hacerlo desde una perspectiva específicamente cinematográfica. Sólo tras contemplar esta película cabe aceptar corno posible la idea de Eisenstein de adaptar El capital, de Carlos Marx.
Resnais narra tres historias individuales e intercala el discurso científico, que con frecuencia sirve para explicar o profundizar la explicación del comportamiento de los tres protagonistas. Por otra parte, las tesis de Laborit son tan sumamente atractivas que su participación en la película le convierte en otro galán más, a la altura de Depardieu o Roger Pierre. La película se estrenará pronto en Madrid y, al parecer, se contará con la presencia de su realizador y del científíco. Será entonces el momento adecuado de ampliar esta reseña.
Exito del cine español
El domingo fue una jornada de cine español que, sin lugar a dudas, contó con el beneplácito cuando no el entusiasmo, del público asistente a las proyecciones. El hombre de moda, de Fernando Méndez Leite, forjado en tareas de realización de Televisión Española, es una película de un evidente profesionalismo formal, que confirma a su realizador como un auténtico hombre de cine. La biografía personal de nuestros jóvenes -o no tan jóvenes- realizadores sirve en ocasiones para comprender parte de su obra.Méndez Leite lleva más de diez años en la profesión y, sin embargo, hasta ahora no puede firmar su primer largometraje, producido en régimen de cooperativa. Tardar diez años en realizar la primera obra es básicamente injusto y sólo comprensible en una industria tan subdesarrollada como la nuestra. Los expertos suelen afirmar que el primer largometraje sirve para liberarse de los fantasmas interiores del autor, de esas obsesiones y vivencias que suelen ser tan importantes para quienes las protagonizan, lo que no siempre coincide con el interés general.
En El hombre de moda pienso que hay muchas de esas obsesiones personales, narradas con una estupenda utilización de la técnica. Creo que Méndez Leite debe de iniciar ya los preparativos de una segunda película -creencia que compartirá sin duda él mismo- para que nos cuente una historia en la que no exista ninguna necesidad de convertir la pantalla en ritual de exorcismos personales. La acogida de la película permite sospechar que este primer largometraje se puede convertir en una película lo suficientemente rentable para que su director comience de inmediato su segundo largometraje. Creemos que ha sido la primera vez en este festival en que el público ovacionó una de las secuencias de un filme: cuando Antonio Drove -en estupenda intervención- cuenta a los espectadores una película de John Ford.
El nido, de Jaime de Armiñán, arrancó probablemente la ovación más larga del festival, y se ha convertido en una de las películas más y mejor aceptada por el público y, a nuestro profano juicio, con la más brillante exhibición fotográfica del cine español. Teo Escamilla demuestra en El nido ser uno de los mejores directores de fotografía de Europa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.