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Ciudadana argentina "desaparecida" en Péru, encontrada muerta en Madrid

La revelación de que la exiliada argentina secuestrada en Perú Noemí Esther Gianotti de Molfino murió en circunstancias aún no aclaradas en Madrid, amenaza con convertirse en el origen de un escándalo internacional. Ayer, tanto el embajador argentino en Madrid, Jorge Washington Ferreira, como la Comisión Argentina de Derechos Humanos (Cadhu), hicieron conocer su versión a la Prensa. La Cadhu, testimoniando que este caso demuestra que «el terrorismo de Estado argentino no tiene fronteras», y Ferreira, asegurando que la aparición del cadáver de la exiliada en Madrid «deja en la más palmaria evidencia la falsedad de la campaña de desprestigio urdida contra las autoridades peruanas y argentinas».

Gianetti de Molfino, a quien Ferreira identifica «como una de las madres de la plaza de Mayo (conjunto de mujeres que semanalmente se manifestaban en esa plaza, en Buenos Aires, reclamando a sus familiares desaparecidos)», fue secuestrada en Lima el pasado día 14 de junio.

Según informaron diversos periódicos limeños, el secuestro fue perpetrado por un grupo de militares argentinos con la colaboración de sus colegas peruanos. La secuestrada, cuando vio en las inmediaciones de su domicilio lo que se estaba preparando, advirtió telefónicamente de esto a tres legisladores electos.

Otro hecho fortuito contribuyó a dar publicidad al asunto. Otro secuestrado -en total fueron cinco- logró escapar y correr por las calles de Lima. En ellas fue capturado por la policía local.

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Exiliados argentinos culpan del asesinato al Ejército de su país

Viene de primera página

Una vez en la comisaría reveló su identidad Y pidió amparo. Minutos después, los servicios de inteligencia militar le reclamaron.

El conocimiento de estas circunstancias alertó a la opinión pública peruana. Ante los crecientes reclamos, el día 20 de junio las autoridades militares de ese país anunciaron haber detenido a tres argentinos (entre ellos, Molfino y Julio César Ramírez). Añadieron que los tres habían sido expulsados, por el puesto fronterizo de Desaguadero, con destino a Bolivia.

Desde entonces no se volvió a tener noticias de ellos. El pasado día 24 de julio, dos matutinos madrileños informaron que en la calle del Tutor, 37, de Madrid, en un apartamento del sexto piso, había aparecido muerta una mujer de unos cincuenta años, cuya identidad se desconocía, en virtud de habérsele encontrado un pasaporte falsificado, a nombre de María del Carmen Sáenz.

Esos matutinos informaban también que el apartamento de la calle del Tutor había sido alquilado el 16 de julio por dos individuos de 33 y, 38 años de edad, respectivamente, quienes habían desaparecido.

El cadáver había sido encontrado el 21 de julio, y las primeras observaciones policiales indicaban que su muerte podía haberse producido tres días antes, sin que se notaran signos exteriores de violencia. Esto último no pudo ser corroborado fehacientemente, por el avanzado estado de descomposición del cadáver y porque hasta el día de hoy no se ha hecho público el informe forense.

El apartamento había sido alquilado a nombre de Julio César Ramírez («fue un militar argentino, con documentación falsa a su nombre, el que usurpó su lugar para alquilarlo», afirma la, Cadhu). Curiosamente, en el lugar fue encontrado otro pasaporte falso, a nombre de Almirón y con la fotografía de Ramírez. Miembros de la Cadhu señalaron la incongruencia del dato: ¿si entró en España con pasaporte falso, dicen, por qué habría de alquilar con su nombre verdadero, para después desaparecer?

«La señora de Molfino fue traída con vida por un grupo operativo del Ejército argentino, pocos días antes de su muerte», asevera la CADHU. Y añade que «fue asesinada, dejando deliberadamente documentación perteneciente a Ramírez y que éste portaba en el momento de su secuestro en Lima».

Otros datos sintomáticos que menciona CADHU: el diario Clarín, de Buenos Aires, el mismo 24 de julio, informó que el apartamento había sido alquilado en Madrid a nombre de Ramírez y que, desde hace varios días -antes de que la Policía española identificara a la víctima-, voces anónimas llamaron a dos matutinos madrileños proporcionando su nombre como el perteneciente al cadáver.

Las autoridades policiales españolas, aparte de reconocer que han proporcionado información sobre el caso a la Embajada argentina, guardan un discreto silencio. Afírman que las investigaciones acaban de comenzar y que es prematuro dar datos, que podrían, obstaculizar su marcha.

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