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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Los libros

Me solicitan para hacer este año el pregón de la anual Feria del Libro de Ocasión, que se viene celebrando en Recoletos (antes Calvo Sotelo, antes Recoletos), y pienso que es como si la Cuesta de Moyano se prolongase hasta la Castellana, como si la estatua de-Baroja, por Coullaut Velera, se viniera dando un paseo para hacerle una visita a la estatua de la Mariblanca, que está en Recoletos, y mirarle un poco el seno, alto como le nacen a la piedra y el mármol, más que a la carne.El libro de ocasión va siendo ya el libro como ocasión casi única de elegir uno sus propios libros, a la hora de comprar, porque yo creo que el mayor enemigo del libro, en nuestra sociedad, no es la televisión, como se dice, sino otros libros: los grandes best-sellers escritos con computadora y promocionados multinacionalmente como un refresco o un desnudo, esos libros hechos en equipo y en serie, con el lenguaje impersonal que conviene -pero no fecunda- a la impersonalidad de los grandes públicos, todos esos lutos, Jerusalenes, chacales, papillones, Lapierres y cosas, que mantienen al lector equidistante e ignorante, entre la no-información real y la no-creación textual, pero confortablemente instalado en lo que cree los temas de nuestro tiempo. En España, el señor Lara, loablemente, ha tratado de fabricar el best-seller unipersonal, que le muñe un abnegado escritor sin equipo auxiliar, con un bic y unas fotocopias de periódicos de la guerra. Como la cosa ha ido bien a nivel local, Lara se permite ya, y está en su derecho, dar consejo a los escritores sobre cómo deben escribir, y en este periódico hemos repetido sus palabras:

-Nuestros escritores están comprendiendo que lo difícil es contar las cosas sencillamente.

Al otro extremo de este fenómeno aliterario y pseudoinformativo están los libros,de verdad (no las bomboneras llenas de sangre y sexo), los libros que escriben los novelistas, poetas, ensayistas, filósofos, periodistas españoles. Estos libros suelen aparecer sigilosamente sin apenas lanzamiento, y el llamado gran público, que es sólo un público grande, apenas se entera de lo que realmente se está fabricando en España con el idioma, la imaginación y el pensamiento Es cuando viene la pregunta que ya he glosado en otra columna: «Después de Franco, qué.» «Después de Franco, Harold Robins, señora.» El libro/libro, no el libro/cosa, pretenden potenciarlo unos premios de la crítica que, justos o injustos, minuciosos o tormentosos, no tienen la menor consecuencia comercial para el autor. Son como unos premios que los críticos se conceden aí sí mismos para confirmarse en queellos son los únicos que saben leer y leen en este país. Tienen razón, pero no ayudan nada al libro.

Entre lo uno y lo otro, entre el libro/libro que no funciona y el libro/cosa que funciona cantidad (el libro grande se come al chico), estoy leyendo al sigiloso poeta JoséLuis Jover, que acaba de sacar En el grabado, y estoy leyendo Los Cuadernos del Norte, de Juan Cueto, o sea, estoy leyendo de verdad, estoy sintiéndome un hombre/libro de Ray Bradbury, mientras los editores/bombero de un futuro que ya es actualidad, no queman los libros de toda la vida, pero los emparedan tras un muro de obesos best-sellers que se superponen como ladrillos. En mitad de este mogollón, unos cuantos autores, pocos, nos hemos hecho, mal que bien, nuestro público, y vendemos honesta y satisfactoriamente, digna y regularmente, o sea que no me estoy rasgando aquí las vestiduras de tervilor, un respeto. Pero somos tan escasos que contamos más personalmente que sociológicamente. Por eso me refugio cada día más en los libros de viejo u ocasión, en la dulce chamarilería de la cultura donde uno elige por sí mismo y no le elige a uno la publicidad. Mis clásicos (que suelen ser románticos), mis sofistas, mis surrealistas, mi Voltaire y mi John Donne. Y, sobre todo, ese libro imposible que buscamos toda la vida los compradores de viejo, y que es el que uno mismo tendría que escribir.

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