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El drama de la población civil

Esta población vive diseminada en la «base de retaguardia», que tiene una extensión de unos treinta kilómetros. En pequeñas agrupaciones, perfectamente adaptadas al terreno -en tomo a los pozos de agua-, las tiendas de campaña o las chozas de piedra están perfectamente camufiadas bajo árboles o en las laderas de las montañas, para impedir su visibilidad desde el aire.La vida cotidiana es dura, incluso para las personas sanas. El clima se puede decir que ayuda poco. En el mes de marzo soportamos durante el día temperaturas entre los cuarenta y 42 grados. Los meses centrales del verano son aplastantes: la media de agosto es de 55 grados a la sombra, y en julio y septiembre, cincuenta. Durante este período, las tasas de enfermedad suben vertiginosamente. El calor reduce el apetito, cuando la dieta es ya de por sí escasa, agravando la desnutrición crónica, lo que, a su vez, incide en una elevación del número de enfermos por tuberculosis, malaria, disentería, etcétera. «Estamos ante un círculo vicioso», nos dice el doctor Hailé, en el hospital central, instalado en Aulé -en los territorios liberados-, quien nos confiesa la incapacidad, por falta de medios, de adoptar medidas profilácticas para erradicar las enfermedades.

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«Nos hemos tenido que acostumbrar a vivir con la malaria, que tiene carácter endémico nos dice el doctor Hailé. Durante el viaje de regreso a Port Sudan, otras doce horas de viaje para menos de trescientos kilómetros, Aforqui, nuestro conductor, sufrió un ataque de malaria. Una pastilla de quinina y a aguantar; por la noche estaba ya repuesto.

La dicta diaria es escasa: a base de dura (un cereal) y lentejas, cuando las hay, a lo que se suma el té una vez al día. En total, unas 1.500 calorías diarias, proporcionada por una alimentación a base de hidratos de carbono. La carne sólo la ven dos veces al mes, en el mejor de los casos. A los enfermos nunca les faltan las lentejas, y toman té tres veces al día. La leche en polvo, cuando llega, se reserva para los enfermos (los hay que padecen además anemia), y faltan las frutas. Esto último explica la presencia de una enfermedad como el, escorbuto en el cuadro clínico.

El agua la sacan de los pozos artesianos. Normalmente no se hierve. Así, la presencia de afecciones intestinales es elevada (entre el 13% y el 20% de los enfermos). La mortalidad infantil se eleva a una tasa del 20%.

Las medicinas con que cuentan apenas son suficientes para cubrir las necesidades de esta población. Llegan, a través de la Cruz Roja Internacional. y organizaciones humanitarias europeas. En el almacén del campo de refugiados de Solomona vimos, cajas de medicamentos de unos laboratorios madrileños, pero habían llegado a través del Ministerio de Sanidad de Kuwait.

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El cuadro es, pues, dramático. Y si el FPLE no hubiese creado una notable estructura sanitaria, el panorama alcanzaría, entonces, niveles de tragedia. El movimiento independentista ha creado cinco hospitales, instalados en tiendas de campaña o chozas de piedra, 34 equipos médicos móviles, cinco equipos quirúrgicos y diez clínicas. Están asistidos por dieciocho doctores, veintiún ayudantes médicos, 104 enfermeros y 1.300 «niédicos descalzos», que son personas preparadas médicamente en seis meses y recorren Eritrea con un botiquín de urgencia.

Los dos equipos quirúrgicos que visitamos estaban instalados en tiendas de campaña de estilo europeo. Bajo los árboles, colgados de cuerdas, estaban los guantes utilizados en las operaciones, lo mismo que las masca.rillas, rodeados de moscas y todo tipo de insectos. Por eso las condiciones de esterilización son imposibles de alcanzar. Los cirujanos nos dijeron que se encuentran impotentes ante las complicaciones posoperatorias. Intervienen tres veces a la semana, fundamentalmente para amputaciones y operaciones de hemias.

Mutilados de guerra

Esta estructura -sanitaria está al servicio de civiles,y militares, lo mismo que para los prisioneros de guerra, desertores y para los nómadas, aunque no pertenezcan al FPLE.

El frente concede gran importancia a la rehabilitación de los mutilados de guerra. En Port Sudan estuvimos alojados en el hospital de los eritreos. Un edificio de dos plantas por el que pagan un alquiler de 140.000 pesetas mensuales. Asistimos a varias sesiones de rehabilitación de hemipléjicos, paralíticos, mutilados por heridas de guerra. En total había 250 pacientes, y la capacidad del centro es de cuatrocientos. En Solomona presenciamos una escena espeluznante: jóvenes mutilados de una de las extremidades inferiores nos ofrecieron una sesión de danzas nacionales, sin muletas, y a un ritmo vertiginoso.

Los mutilados que reciben el alta son destinados a tareas administrativas o a los talleres.

La vida cotidiana del eritreo se reparte entre el trabajo, las tareas educativas (alfabetización), la educación y la discusión política. Es una vida fuertemente estructurada y organizada según el principio del centralismo demócratico marxista-leninista. La discriminación por cuestiones religiosas ha sidó abolida. El Frente se proclama aconfesional y en él conviven cristianos y musulmanes, aunque los primeros son mayoritarios; la religión ha quedado relegada al cam.po de lo privado. En vez de religión, a los niños se les enseñan principios éticos y de convivencia.

Uno de los orgullos del FPLE es haber rescatado a la mujer exitrea de la esclavitud feudal y de la sujeción islámica. Ha sido incorporada a las tareas políticas y militares, en teoría, con igualdad de condiciones con respecto al hombre. El 30%, de los combatientes. son mujeres. Cuando preguntamos a un par de ellas cuántas mujeres habían muerto o resultado heridas en combate, la respuesta fue tan oscura como cuando planteamos lo mismo a nivel global a los responsables del Frente: «Tenemos también mujeres mártires», pero resulta imposible que suministren una cifra de bajas.

Matrimonio civil

El matrimonio está regido por una ley civil emanada por el FPLE. Por primera vez en Eritrea, se establece el matrimonio interconfesional y se eliminan los contactos de compra de la novia, típicos de las tradiciones feudales. Está asimismo regulado el divorcio, al que se llega por mutuo consentimiento de los esposos.

Sin embargo, la vida en común es muy reducida. Cuando dos jóvenes se casan, viven juntos los tres primeros meses, luego cada cual, por separado, se incorpora a sus tareas. Sólo vuelven a juntarse durante un período de quince días cada seis meses. Los hijos permanecen con la madre durante seis meses, después pasan a guarderías y las mujeres regresan a sus trabajos.

No están permitidas las relaciones prematrimoniales. Cuando preguntamos al responsable militar del Frente de Alguena, donde había combatientes masculinos y femeninos, si se habían planteado problemas sexuales, respondió tajantemente que «no, porque nuestros combatientes están altamente politizados; cuando existe una atracción sexual entre dos jóvenes, se casan».

Este es el panoramade los critreos que viven en los territorios liberados. Fuera, existe una auténtica diáspora: cerca de un millón de refugiados y exiliados en el extranjero. De ellos, sólo en Sudán hay 200.000.

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