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La crisis de Asia central abre una brecha en la solidaridad occidental

La actitud «específica» del Gobierno francés ante la crisis mundial desconcierta a Estados Unidos y contradice el comunicado franco-alemán de la semana pasada, en el que se afirmaba: «Nunca el acuerdo entre dos países ha sido tan perfecto.» En definitiva, la posición de París abre una brecha en el bloque occidental. Oficiosamente, en Francia se insiste en que la gestión del mundo por las «dos grandes potencias» ha sido negativa y ha pasado a la historia. Esta actitud de París ha provocado un alineamiento más estrecho de Bonn con la política de Washington.

El sábado, un discurso del secretario de Estado americano, Cyrus Vance, confirmando el boicot de los Juegos Olímpicos. El domingo, una declaración del ministro de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania, Hans-Dietrich Genscher, recordó que la solidaridad con los americanos «debe ser total». Y, con anterioridad, el viernes pasado, la respuesta negativa de Francia a la minicumbre occidental que debía reunir en Bonn a los ministros de Exteriores de Inglaterra, EEUU, Alemania Federal, Italia y Francia, constituyen una cadena de hechos que subraya las divergencias esenciales persistentes entre las diplomacias de París, Bonn y Washington frente a la crisis mundial desencadenada por el asunto afgano.Oficialmente, el Gobierno de París no abundó en su «filosofía», pero lo hizo una eminencia gris del giscardismo, Michel Poniatowski, antiguo ministro del Interior y consejero íntimo del presidente Valéry Giscard d'Estaing: «Europa y el resto del mundo se cansarán muy pronto de limitarse a contar los tantos entre la URSS, que juega al ajedrez, y EEUU, que juega al póquer.» Europa y los países no alineados, añadió el mismo portavoz, uniéndose a las declaraciones de otros líderes del giscardismo, «exigirán que se les escuche, que se les comprenda y que se les admita en las verdaderas decisiones de nivel mundial».

El primer ministro, Raymond Barre, refiriéndose al discurso del señor Vance, estimó que el boicot a los Juegos Olímpicos «no es una buena medida».

La estrategia diplomática del palacio del Eliseo, fundada en mantener distancias con Washington para seguir dialogando con la URSS y, con ello, facilitar su contacto con el Tercer Mundo, es más o menos criticada por la oposición y por los gaullistas (la otra componente, junto al giscardismo, de la mayoría gobernante).

"Salto mortal" de Bonn

La actitud francesa ha precipitado el «salto mortal» de los alemanes hacia la posición norteamericana sobre la crisis afgana. De la noche a la mañana literalmente, políticos y presidentes de federaciones deportivas de la RFA han cambiado de actitud, hasta ahora remisa al boicot olímpico, y ya se pronuncian claramente en favor de esta iniciativa del presidente Carter. Un diario ironizó con el título «Adelante, compañeros, media vuelta». Desde el «viernes negro», como llama otro periódico al día en que París puso a Bonn en el aprieto de «explicar lo inexplicable» -la no celebración en Bonn de una conferencia de ministros que la RFA «no sabía» que se iba a celebrar-, dos ministros han dicho ya que consideran inviables los Juegos Olímpicos de Moscú. Para el titular de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, así como los norteamericanos han demostrado sobradamente su solidaridad con la RFA respecto de Berlín («piedra de toque de la distensión»), la RFA no puede negar ahora a Estados Unidos su solidaridad con el boicot a los Juegos Olímpicos. Su colega de Defensa, Hans Apel, ha dicho que «es impensable que pueda ondear en Moscú la bandera alemana si falta de su mástil la norteamericana».

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