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Homenaje en Vitoria al investigador José Miguel de Barandiarán

El "patriarca de la cultura vasca" recibió la medalla de la ciudad

«En 1930, don José Miguel de Barandiarán escribía que el hombre vasco o pirenaico occidental fue una evolución local del Cro-Magnon que se dio en nuestro territorio. La solidez de su trabajo científico es tal, que desde entonces tal teoría no ha tenido réplica.» De esta manera se expresó ayer en Vitoria el académico de la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) José María Satrústegui, en el acto de imposición de la medalla de oro de la ciudad de Vitoria al conocido investigador P. José Miguel de Barandiarán.

Esta es la primera distinción que una ciudad vasca dedica a este etnólogo y arqueólogo, que en un sistemático, científico y dilatado trabajo de más de cincuenta años ha puesto las bases para toda investigación posterior que se haga sobre la historia y la cultura antiguas del pueblo vasco. Una hora antes de la imposición de la medalla, que fue hecha por el alcalde de Vitoria, José Angel Cuerda (PNV), la Corporación había aprobado conceder esta distinción, la máxima que puede conceder el Ayuntamiento, al P. Barandiarán, definiéndole como «patriarca de la cultura vasca». Veintiún concejales del PNV, UCD y PSOE votaron a favor y dos independientes, apoyados por Herri Batasuna, se abstuvieron.Estos últimos explicarían su voto manifestando su «total admiración y cariño para la persona humana y científica» del condecorado, pero que por ello mismo «consideramos deshonrosa su concesión» al estar «desvalorizada» por el uso que se hizo de ella en la época franquista. También se indicaba que no se podía conceder esta medalla que en su día fue concedida al general Franco, a lo cual el alcalde negó que esta concesión se haya producido, y aclaró que si se había concedido a ciertas personas había que tener en cuenta que cada Corporación es responsable de sus actos.

El acto de homenaje de Vitoria a José Miguel de Barandiarán, que, precisamente hoy, recibe un homenaje de las diputaciones vasco-navarras y de la Sociedad de Estudios Vascos (Eusko Ikaskuntza) en Oñate (Guipúzcoa), tuvo lugar en un antiguo centro docente de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, donde a comienzos de los años veinte el P. Barandiarán comenzó su ingente trabajo de investigación estableciendo en el edificio un laboratorio de etnografía y folklore.

En aquellos años acababa de finalizar sus estudios eclesiásticos en el seminario diocesano de Vitoria (entonces residía en esta ciudad la sede del obispado vasco), e impartía en el citado centro docente la materia de Historia de las religiones.

"La colectividad se define por su pasado"

En un prólogo de una reciente Guía ilustrada de la prehistoria vasca, el P. Barandiarán dice entre otras cosas: «La época de los primeros testimonios del pueblo vasco, considerada todavía ayer como contemporánea de la expansión romana, ha ido retrocediendo en milenios gracias a los estudios realizados desde finales del siglo pasado.» Y el investigador valora la importancia de tal labor opinando que «una colectividad, como un individuo, es definible su pasado». Pero este sacerdote menudo, aunque recio, debido a su sencillez innata, no dice que aquellos estudios iniciados dentro de una corriente europea de potenciación de la antropología física, la prehistoria y la etnografía, se continuaron, sistematizaron y coordinaron en gran parte gracias a su tenaz actividad, y también debido a su científico sistema de trabajo, ajeno a los atisbos geniales y a las teorías, que ha sido alabado por el investigador Lacombe.En las palabras de agradecimiento a la medalla que se le impuso ayer, el P. Barandiarán recordó su primer contacto con un investigador alavés ya desaparecido, Enrique Eguren, y cómo juntos comenzaron a planear unos trabajos de búsqueda de restos, que junto al profesor de la Universidad de Barcelona, Telesforo Aranzadi, se prolongarían por un período de cerca de veinte años, hasta el inicio de la guerra civil. «Nuestro fin era tratar de conocer la realidad», dijo ayer el P. Barandiarán, con el realismo que le caracteriza. Sin embargo, el académico José María Satrústegui añadió que si hubo un desarrollo en aquellos años iniciales de la antropología y la prehistoria, los arqueólogos vascos tenían que recurrir a las interpretaciones etnológicas de otros países. E indicó que fue Barandiarán quien llenó ese vacío iniciando los estudios de etnografía vasca, lo cual le dio pie para recordar que todavía no hay un título académico que reconozca esta especialidad en el Estado español. Volviendo a los aspectos lingüísticos de la obra del homenajeado, observó cómo la incorporación de nombres de animales al léxico vasco es independiente y anterior a los vocablos indoeuropeos.

Después de un exilio voluntario de diecisiete años, en la época en que Ruiz Giménez ocupaba el Ministerio de Educación, y llamado por éste, Barandiarán vuelve a continuar sus trabajos, que aún sigue haciendo. Desde que en 1931 publicara una síntesis de prehistoria vasca, sus teorías esenciales siguen siendo hoy base de cualquier estudioso.

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