La posición intenta explotar políticamente las dificultades económicas del país
Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional detalla con claridad la crítica situación económica que atraviesa Panamá, nación en otro tiempo boyante y sin problemas.El país ya no puede acudir a los mercados financieros internacionales porque ha llegado al tope de su capacidad de endeudamiento. Los panameños deben en la actualidad cerca de 3.000 millones de balboas (dólares), algo así como siete veces y media el presupuesto de ingresos para el año 1978. Solamente para el pago de los intereses de esa deuda externa, Panamá debe emplear el 33 % de sus recursos totales.
La inversión privada está absolutamente detenida. El desempleo aumenta. El gran centro financiero internacional creado en Panamá (cuyo mérito no se puede restar a la Administración del general Omar Torrijos) apenas revierte beneficios a los panameños. La única perspectiva viable para enderezar la quebrantada economía del país es la explotación cuprífera de Cerro Colorado, pero esta empresa atraviesa, igualmente, graves dificultades. Panamá ha aceptado la sugerencia del FMI de reducir su inicial participación del 80% en la sociedad explotadora, que le obligaría a nuevos y costosos endeudamientos para establecerla en el 51 %. Trasnacionales como la Texas Gulf no desean asumir esa nueva parte de la compañía, y las autoridades panameñas están buscando nuevos sitios para iniciar las tareas de explotación.
La reciente huelga de maestros panameños es una prueba de la grave situación de las finanzas públicas. Cuando el Gobierno de Arístides Royo explicaba que no podía acceder a las peticiones de aumentos salariales de los educadores (cincuenta dólares más al mes), no mentía en absoluto: las arcas del Estado no pueden materialmente arañar los centenares de miles de balboas, que son, por otro lado, necesarios para la digna supervivencia de aquellos funcionarios públicos.
Si la explotación de Cerro Colorado (cuyo éxito está aún en el nivel del «veremos») fracasa, las autoridades de Panamá pondrán todo su interés en otro proyecto de desarrollo de grandes proporciones, capaz de movilizar enormes cantidades de dinero y de generar empleos suficientes: la construcción de un canal a nivel que comunique los océanos Pacífico y Atlántico.
Japón está muy interesado en este proyecto, sobre el cual Panamá organizará en los primeros meses de 1980 un congreso mundial.
Explotación política
No pueden apartarse las circunstancias peculiares econórnicas de la actualidad panameña del creciente protagonismo de los grupos políticos alejados del sistema. Esos sectores, cuya aparición en la escena pública apenas acaba de cumplir un año, después de una hibernación de diez, han asumido postulados y las aspiraciones de las capas sociales más afectadas por la crisis.
Como casi todo en este país, el espectro político panameño es realmente peculiar. Hay un Gobierno, nacido del deseo de Omar Torrijos (eje permanente de la política nacional) de no gobernar, que no es capaz de desligarse de la influencia del general. Hay un partido político oficialista, creado desde el poder para dar contenido político a la revolución torrijista, que ya ha dado origen a otro de oposición. El PRD (Partido Revolucionario Democrático) es el apoyo de Arístides Royo y, posiblemente, su única posibilidad de supervivencia política. El Frampo (Frente Amplio Popular) es conocido como la «conciencia« del PRD, y se le atribuye la calidad de ser la plaraforma favorita de Omar Torrijos si, como se piensa, decide lanzarse a la arena de la competición electoral en los próximos años.
Frente a la estructura creada desde arriba, es cada día más influyente la actividad de grupos políticos diferentes, agrupados en el Freno (Frente Nacional de Oposición), con el objetivo fundamental de cambiar las estructuras políticas panameñas. Estos grupos, tan distantes como puedan ser el panamista de Arnulfo Arias o el Socialdemócrata, mantienen un espíritu conjunto y unitario, que es el camino de la elección constituyente para resolver en primera instancia los problemas nacionales.
La oposición, a la que desde el poder se tilda de derechista, encuentra serias barreras exteriores para hacerse respetar, en función del apoyo que recibe de instituciones, partidos y figuras democráticas occidentales la personalidad de Omar Torrijos.
La oposición política panameña no alineada con los postulados gubernamentales se mueve, pues, con este grave obstáculo, y acumula, además, las dificultades de iniciar sus tareas políticas teniendo tras de sí diez años de absoluto ostracismo. En las últimas semanas, el papel de estos grupos integrados en el Freno ha aumentado su cotización nacional y conseguido notar en episodios de contestación popular, como la huelga de los maestros.
Los dirigentes de este grupo señalan que la lucha no está establecida contra el actual Gobierno, sino contra el general Omar Torrijos y la Guardia Nacional, a quienes atribuyen el control actual del poder. Están convencidos ca la bandera nacionalista de la entrada en el canal, manejada, según ellos, con absoluta demagogia por el poder, desaparecerán igualmente las condiciones «primaverales» de que ha disfrutado la oposición en los últimos meses.
Sostienen que es inminente un recrudecimiento de la represión, que podría dar origen a exilios y persecuciones similares a los que se produjeron hace cerca de tres años.
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