José Vidal Beneyto: "La cultura es la reivindicación de la diferencia"
«El desarrollo del simposio ha puesto de relieve la verdadera naturaleza del nuevo territorio de la cultura frente al desencanto de casi todas las prácticas políticas colectivas. La cultura muestra una extraordinaria capacidad de entusiasmar. La cultura no es vagón, sino locomotora.» De esta manera ha explicado el profesor José Vidal Beneyto, presidente del simposio, lo que para él haya constituido el hecho más significativo de esta reunión.Este simposio ha sido para todos los que hemos participado en él una experiencia apasionante, experiencia que confirma nuestra hipótesis sobre qué es hoy la cultura, cuáles son sus fundamentos y cuáles sus límites y posibilidades. La cultura no puede ser sino práctica de la participación y reivindicación de la diferencia y por ello el congreso ha traído a la luz coincidencias y divergencias.
El presidente del congreso, que ha reunido exactamente a 207 personas de 41 países repartidos en los cinco continentes, explica la falta de conclusiones: «No podía haber y no ha habido una conclusión común, sino resoluciones sectoriales correspondientes a cada uno de los grupos y subgrupos. Y esas plurales conclusiones, a su vez, no podían ser concluyentes y clausurantes, sino abiertas. Por eso esta clausura podía ser pata nosotros una apertura. »
Pero estas conclusiones sectoriales o esta falta de conclusiones y el mismo desarrollo del congreso, ¿tienen una proyección real en la vida cotidiana? ¿Van a llegar a la gente que no está vinculada con los intelectuales, teóricos o con los propios artistas? «Estoy convencido de que sí. Es más, creo que ya ha comenzado a hacerlo. Gracias a la colaboración de los medios de comunicación colectiva, hemos llamado poderosamente la atención sobre la importancia que tiene la cultura tal y como la entendemos, es decir, como forma de vida.
No hay que olvidar que los estudios de lectura de algún periódico nacional influyente nos muestran el elevadísimo interés de los lectores por las secciones de cultura y sociedad, arte y pensamiento, en muchos casos muy por encima de la información y del comentario político. Y esta realidad no quiere reconocerse en ningún ámbito institucional, ni público ni privado. Se diría que las instituciones tienen miedo a la cultura como vida cotidiana, a su función de soporte de movilización desde abajo, de la participación popular. Parece, por ejemplo, que Hora 15, que es el único espacio televisivo de carácter cultural de muy amplia audiencia, está amenazado, más allá de sus excelencias o limitaciones, de desaparación próxima. Pues bien, el simposio ha impuesto a esas estructuras institucionales la realidad del peso fundamental de la cultura. Pero es que además, el hecho de que tantos especialistas de tan diversas procedencias profesionales -economistas, sociólogos, antropólogos, expertos psicosociales, estadísticos, comunicólogos...- hayan tomado conciencia de que la cultura como globalidad puede y debe constituirse en un ámbito autónomo y específico, es un logro importante y que tendrá lógicamente trascendencia próxima en nuestras vidas cotidianas.
Para el profesor Vidal Beneyto es también clara la utilización académica que puede hacerse de temas como los que se han tratado en el congreso. «Habría que completar la orientación de las facultades españolas en su disciplina con el patrimonio del saber del territorio de la cultura, tal y como hemos venido definiéndolo esta semana. Podría comenzarse por reconvertir las actuales facultades de Ciencias de la Información en facultades de Ciencias de la Cultura y de la Comunicación. Para terminar este capítulo sobre algunas de las consecuencias prácticas, el simposio ha puesto de relieve la necesidad de reforzar las instituciones culturales del Estado, de las nacionalidades y de las regiones, así como de las entidades privadas, pero insistiendo en su función promotora y acompañante, sin voluntad de sustitución ni de recuperación,., sirviendo como vehículo creador de solidaridad en las diferencias.»
Babelia
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