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El arte colombiano se presenta en Madrid

Cincuenta cuadros y varias esculturas, serigrafías y dibujos de Rodrigo Arenas Betancourt se exhiben en la Muestra de Arte Colombiano Contemporáneo que se inauguró en Madrid el pasado martes, con asistencia de la reina doña Sofía, y durante la visita a España del presidente de Colombia, Julio César Turbay. Bel Carrasco habló con el señor Arenas Betancourt e informa de esta muestra, que se exhibirá en el Palacio de Congresos y Exposiciones hasta el 6 de julio.

La barba entrecana recogida con una cinta verde y «su indescifrable rostro de indio puro», como ha escrito García Márquez, el escultor Arenas Betancourt acompaña a su obra, por primera vez expuesta en España. Si no fuera por un autorretrato suyo que forma parte de la exposición, nadie podría pensar que ese anciano de breve estatura y aire andino es el artífice de esculturas colosales como el Bolívar desnudo, Fuente de Prometeo, La gaitana o el monumento a Benito Juárez, de Puebla, en México.Nacido el 24 de octubre de 1919, en Uvital, un pequeño pueblo rural cercano a Fredonia, en el departamento colombiano de Antioquía, y en el seno de una familia de agricultores y artesanos, Rodrigo Arenas sintió desde su temprana infancia la llamada del arte. García Márquez, que ha trazado un boceto de su biografía -de Fredonia a México, pasando por todo-, recuerda sus años de escolar cuando sólo abría el texto de historia para copiar la figura de Bolívar. «Al finalizar el curso, el salón de clases estaba empapelado con la imagen del libertador.» O cuando tallaba «crucifijos tremendos, embadurnados de pintura roja y monstruosamente martirizados, que ningún párroco quiso bendecir.»

De Fredonia a México, y de nuevo a su país, adonde regresó primero «en los periódicos y revistas de arte mexicanos, casi siempre trepado como un mico, en el hombro de su Prometeo, cuya sola pupila es más graiÍde que la cabeza del escultor», escribía García Márquez. «Viví en México veintitrés años, y debo confesar que a este país debo el haber mantenido la influencia europea a través del arte colonial, que es allí muy rico y pródigo», dice Rodrigo Arenas. «Cuando volví a Colombia me interesó mucho encontrar la sensibilidad del hombre colombiano, más apegado a España que el mexicano, que tiene un importante componente nativo.»

«En estos momentos, la situación de las artes plásticas en Colombia es muy interesante.» «Se produce un duro enfrentamiento entre la influencia nativa, española y europea en general, y la anglosajona. En la escultura, esta influencia se traduce en una tendencia a eliminar de las formas toda sensualidad.» «Sin embargo, el influjo de la cultura anglosajona, que tuvo su máximo auge en los años 1950-1960, con la action picture, empieza a decaer y se está llegando a una síntesis entre las dos tendencias.»

En el estilo indigenista del arte nativo mexicano y en la imaginería religiosa del arte colonial están las fuentes tradicionales que inspiran la obra de Arenas Betancourt. Entre las esculturas que se exhiben en España se encuentra una reproducción en pequeñas dimensiones de su última creación: un monumento al poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, autor de la Canción de la vida profunda, que se ha empezado ya a levantar en Santa Rosa de Osos, lugar donde nació el poeta y hoy están enterradas sus cenizas.

En cuanto al sector pictórico de la muestra, las cincuenta obras de 41 artistas que la integran constituyen una visión global y representativa de las diversas técnicas y corrientes artísticas que se practican actualmente en Colombia. Entre ellas, los grabados surrealistas de Augusto Rendón, los óleos y acrílicos de dos pintores autodidactas que pintan un naif empapado de indigenismo, Noé León, Pietro Crespi y una serigrafía de Arango y Zárate, miembros del Taller 4 Rojo, en una línea de arte social, las acuarelas de Nel Gómez, los dibujos de Darío Morales o las pinturas descriptivas y climáticas de Alejandro Obregón.

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