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Reportaje:El futuro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte/ 4

General Haig: "Occidente debe actuar con precaución precaución ante precaución ante la URSS

Según el general Alexander Haig comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Europa, Occidente se encuentra críticamente vulnerable a un ataque con armas químicas por parte del Pacto de Varsovia, careciendo de cualquier elemento disuasivo contra este tipo de ataque.En una entrevista exclusiva realizada en Bruselas, el general afirma que la OTAN padece una «deficiencia básica» en el terreno de la guerra química, ya que carece de armamento ofensivo químico moderno, mientras que, por el contrario, el adiestramiento en el empleó de tales armas forma parte de los ejercicios rutinarios de los ejércitos del bloque del Este.

Aun reconociendo que Estados Unidos cuenta con cierto arsenal de armamento químico, afirma que «está totalmente desfasado y está perdiendo su efectividad» Contrastando con esta situación el general Haig añadió que era «una esperanza vana que el Pacto de Varsovia, y especialmente la Unión Soviética, aceptase prohibir el uso de las armas químicas»

Criticó duramente al presidente Carter por eliminar fondos del presupuesto de defensa de Estados Unidos para este año, que podrían haberse dedicado a la modernización del armamento químico norteamericano. Este apartado había sido eliminado del presupuesto a pesar de la fuerte oposición de los jefes del Estado Mayor norteamericano.

A la pregunta de si pensaba que era posible que el armamento químico se fabricase secretamente en vista de la antipatía política que el tema suele levantar, el general Haig contestó que él no creía que fuera posible llevar a cabo su fabricación en secreto en una sociedad abierta.

«Además -añadió-, tales métodos quitarían valor a los motivos políticos en favor de la limitación.» En un país libre era esencial un examen minucioso del presupuesto de defensa por parte de un comité del Congreso.

Todas estas afirmaciones fueron hechas por el general al cabo de sus cuatro años y medio como comandante en jefe, en un análisis sobre el potencial y los puntos débiles de la Alianza. El 1 de julio próximo dejará el cargo.

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A causa de sus críticas a la Administración Carter sobre la forma de llevar algunas cuestiones de defensa, se especula con la posibílidad de que el general Haig aspire a la presidencia de Estados Unidos en nombre del Partido Republicano en las proximas elecciones presidenciales de 1980.

El general Haig dijo que dos o tres años de «actividad intensa» por parte de las naciones de Occidente no pueden remediar toda una década de abandono de las cuestíones básicas de defensa. Añadió que «los peligros de la OTAN residen no tanto en el derrumbamiento de los ideales de Occidente como en una política poco clara de sus Gobiernos».,

Preguntó, a modo de ejemplo: «Respetando la política de distensión, ¿cómo puede Occidente establecer una relación justa y responsable con la Unión Soviética si de una manera casi involuntaria e inconsciente avanzamos en cuestiones tales como el control de armamentos, la transferencia de tecnología, el comercio, las ayudas crediticias y los intercambios culturales, al tiempo que no prestamos atención a las intervenciones ilegales de la Unión Soviética en muchas partes del mundo?»

El general Haig opina que debería haber una relación directa entre los acuerdos con la Unión Soviética y las actividades internacionales de esta nación; ésta es la nueva teoría de condicionamiento de las ayudas a la URSS.

Dijo que este condicionamiento estaba previsto en los planes de mejora de relaciones con la Unión Soviética, pero que se estaba dejando a un lado a pesar de los continuos enfrentamientos con la Unión Soviética fuera del área de la OTAN.

Especificando que no se oponía a unas mayores relaciones con la Unión Soviétíca, añadió que debían tenerse siempre en cuenta las posibles consecuencías. En el caso de los créditos de los países occidentales a la Unión Soviética, por ejemplo, el general Haig señaló que hacía unos cuan.tos años éstos ascendían a 140 millones de dólares. En la actualidad el conjunto de países del bloque occidental ha concedido créditos a los rusos por un valor de entre 50.000 y 60.000 millones de dóIares.

Esta cantidad era tal, que si Occidente amenazase con reducirla, los efectos sobre la economía de los países miembros de la OTAN serían desastrosos, a causa de la gran participación económica en la Unión Soviética; lo cual hacía prácticamente imposible que se aplicase la política de condicionamiento. Tal generosidad hacia la URSS trae como consecuencia que esta nación pueda dedicar una mayor parte de sus recursos a aumentar de manera inexorable su potencial militar.

El general subrayó la necesidad de mejorar las relaciones Este-Oeste, aunque indlcó que no se debería hacer a cualquier precio. «Occidente debe actuar con precaución, prudencia y dándose cuenta de todos los peligros», añadió.

La cuestión china

En cuanto a la cuestión del reciente resurgir de China en el escenario internacional, el general Haig afirmó que en su opinión había indicios para suponer que los chinos están intentando llenar un vacío de poder. Occidente, añadió, debía actuar con cuidado para no perder las ventajas de la multiplicación de poderes, al tiempo que debía resistir la tentación de echar leña al fuego atizando enemistades.

«Si, como parece actualmente, los chinos están preocupados por consideraciones de tipo más pragmático, deberíamos comprender que Occidente no puede decepcionarles », advirtió el general Haig.

Sobre la alianza atlántica, el general Haig dijo que tenía que ocuparse de tres cuestiones prioritarias:

- Modernización de las fuerzas de choque nucleares, a fin de contar con elementos disuasivos a todos los niveles potenciales de conflicto.

- Mantenimiento del concepto de la OTAN de cargas y beneficios compartidos mediante la distribución de los costos políticos y económicos de la modernización entre los países miembros.

- Reconocimiento de que la modernización es un requisito esencial para lograr cualquier medida de control de armamentos, así como la única base segura para poner freno al continuo crecimiento de las fuerzas soviéticas. Tal reconocimiento, dijo, no equivale a la idea de «armarse para desarmar», sino que más bien valora las necesidades de seguridad esenciales como una pieza esencial para lograr los acuerdos de control de armamento.

El general subrayó asimismo la necesidad de tomar una pronta decisión sobre la modernizacíón del armamento nuclear, teniendo en cuenta el grado de aumento de las fuerzas del Pacto de Varsovia y la inminente posibilidad de una ronda de negociaciones SALT III.

Hacia el bando ganador

Añadió que Occidente no puede permitirse pasar por alto ni siquiera las consecuencias a corto plazo del «aventurismo» soviético, que constituye una amenaza al aprovisionamiento de materías primas de los países occidentales, incluyendo la energía, y que coloca a los rusos en una serie de bases que pueden emplearse para poner en peligro los vitales lazos comerciales de Occidente.

Además, dijo, existe el riesgo de crear un «síndrome de aceptación de lo inevitable» por el cual las, naciones del Tercer Mundo históricamente amigas ajustan sus posturas para acomodarse a la de quienes ellos consideran el bando ganador.

Es necesario que la alianza se dé cuenta de la realidad de estos peligros; si no reaccionan ante ellos, los Gobiernos occidentales están aceptando, de hecho, un profundo cambio de la conducta internacional soviética, dijo el general Haig. Añadió: «Esto representa una situación internacional altamente desestabilizadora que podría dar lugar a graves errores de cálculo. »

Una teoría que ha perjudicado a Occidente, continuó el general Haig, es la idea de que la Unión Soviética actuaba tan sólo movida por la histórica paranoia rusa de verse asediada. Estaba de acuerdo en que esto constituía un elemento constante del pensamiento ruso, pero las recientes actividades de Moscú en Oriente Próximo y Africa, especialmente en Yemen, África del Sur, Etiopía y Aden, no podían obedecer a las mismas motivaciones. En estos casos, los motivos de Moscú eran bastante más siniestros y de mayor alcance. El general Haig concluyó añadiendo que era hora de que Occidente abriese los ojos a la realidad de las acciones de Moscú.

«Nos enfrentamos ahora a una situación estratégica en la que la creciente capacidad de intervención de la Unión Soviética ha adquirido mayor significado político», dijo el general Haig. «Estos factores subrayan la necesidad de una acción conjunta de los países de Occidente contra la dirección de los diferentes aspectos de la actividad internacional de la Unión Soviética. »

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