"Queremos presentar a los clásicos al público catalán"
Entrevista con Lluis Pasqual, del colectivo Teatre Lliure
«Cuando creamos la sociedad cooperativa Teatre Lliure pensamos que entre las, funciones a cumplir estaban dar a conocer a los autores teatrales clásicos a un público catalán en su propia lengua y devolver una cierta confianza a los espectadores en el hecho teatral», declaró ayer a EL PAÍS el dramaturgo Lluis Pasqual, miembro del colectivo de trabajo del Teatre Lliure, de Barcelona, que acaba de obtener el premio Nacional de Teatro, dotado con un millón de pesetas y concedido por primera vez por el Ministerio de Cultura.
«El Premio Nacional de Teatro -añade Lluis Pasqual, que prepara en Madrid el montaje de Fedra, de Salvador Espríu- lo hemos acogido con enorme y agradable sorpresa. En primer lugar porque se premia a un tipo de estructura teatral, una compañía y sala estable, que es una de las posibles soluciones para el teatro en estos momentos. Además, nosotros nos planteamos un teatro vinculado a la realidad cultural y social de Cataluña, por lo que se amplía la producción que realizan otros grupos en los distintos países del Estado español.»Uno de los alicientes del Premio Nacional es su dotación económica, factor de estabilidad imprescindible para los profesionales del teatro. El Lliure, en su sala de Barcelona, mantiene unos precios políticos en sus localidades inferiores a su coste de producción. Para la temporada 1977-78, la sociedad cooperativa recibió subvenciones del Ayuntamiento de Barcelona (dos millones), de la Caja de Pensiones (tres millones) y del Ministerio de Cultura (nueve millones). «Al principio de la presente temporada, la situación económica era dramática, ya que al crecer el Lliure aumentaron las necesidades generales. El aparato administrativo es más lento que la producción teatral; trabajamos con un precio de doscientas pesetas la butaca cuando el precio real se aproxima a las setecientas y la diferencia hay que cubrirla con las subvenciones y el trabajo personal de todo el colectivo.»
En veintiséis meses, el Lliure ha presentado doce espectáculos. En la temporada anterior figuraron, entre otros, Leonci i Lena, de George Büchner; Titus Andronicus, de Shakespeare; Mahagonny, de Brecht; Hedda Gabler, de lbsen; La vida del rey Eduard II Anglaterra, de Marlowe/Brecht y un espectáculo para niños. En la terriporada 78/79 han programado La nit de les tríbades, de Enquist; Abraham i Samuel, de Víctor Haim, y Amb vidres a la sang, sobre poemas de Miquel Martí i Pol, mientras preparan la obra musical La bella Helena.
«El Lliure no es un fenómeno esporádico ni propiedad de la gente que lo forma, sino que responde a la idea de casi todos los profesionales de trabajar de una forma estable, como se hace en cualquier oficio. Hemos conectado con una gran variedad de público, que en un principio era más especializada e intelectual, a partir de una vinculación con el barrio de Gracia, donde está el local, para irse alimentando por gentes de toda la ciudad y de fuera. El público ha ido creciendo con el mayor número de montajes. Nosotros planteamos desde el principio una acción a largo plazo. El funcionamiento interno, debido a la ampliación de producciones, obliga a una división del trabajo, con discusiones comunes pero con montajes "de director". Los técnicos funcionan al mismo nivel que los actores, directores y escenógrafos. La programación se hace de acuerdo con factores externos, sociológicos, y las necesidades propias de la compañía; intentamos que la temporada esté cómpensada en autores y temas. Tenemos una gran dificultad en encontrar autores catalanes contemporáneos. No hemos creado un estilo propio de interpretación ni estamos adheridos a una práctica teatral concreta. En este sentido somos enormemente eclécticos.»
Babelia
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